Tinieblas [pasajeros #3]

Capítulo 45

Dylan abrió los ojos de golpe.

Estaba recostado sobre lo que parecía ser el techo de un automóvil, de color verde, que no tenía vidrios ni llantas. En cuanto el muchacho se levantó, se percató del extraño lugar en el que estaba. 

Los cielos estaban totalmente oscuros, y los pocos edificios que había a la vista estaban en ruinas totalmente. El viento era frío, y una gran capa de neblina tapaba sus alrededores. 

¿Sería la ciudad de Nueva York? ¿Tan rápido se había reducido en aquél mundo devastado?

—¿Dylan? 

Dianne estaba cerca de ahí, levantándose entre los restos se escombro que habían sido transportados junto con ella. 

El muchacho se levantó de golpe y la ayudó a reincorporarse. Dianne tenía algunos cortes en el rostro, pero no era nada grave. Lo que sí era notable eran los rasgados en su chamarra. Era obvio que habían llegado a ese lugar mediante portales. 

—¿Qué sucedió? —preguntó ella.

—Supongo que Pandora nos trajo a aquí —Dylan se dio la vuelta y comenzó a buscar a los demás con la mirada—. Ocurrió cuando el edificio estalló por las Tinieblas. 

—Seguro era su plan desde el inicio.

Echaron a caminar por la calle devastada, poniendo su atención a cada movimiento frente a ellos. Los cielos, cubiertos de nubes, o Tinieblas, tronaban entre sí y podía verse uno que otro rayo cayendo en las alturas. Aquél mundo estaba destruido por completo.

—Veo a Cooper —Dylan colocó su mano por encima de su frente—. Y creo que está con Max.

Los dos Pasajeros se encontraban debajo de un puente que, para el asombro de todos, aún se mantenía. Su estructura no estaba dañada, ni tocada, por cualquier cosa destructiva que hubiese pasado en aquel lugar. 

En cuanto llegaron con ellos, Max sonrió con delicadeza.

—¿Cómo sigues? —le preguntó Dylan, inclinándose para darle una palmada en el hombro.

—Estoy bien —dijo Max—. ¿Sabes dónde demonios estamos?

—Me hago ideas —respondió el muchacho.

—Logré suturar un poco su herida —dijo Dianne—, pero necesitamos algo para que no se abra.

—Ya intenté coserlo —le indicó Cooper—. No me pidan que vuelva a hacer algo como eso.

—Habla en serio —corroboró Max—, casi se vomita encima de mí.

—¡No es cierto!

Dylan se levantó para volver a buscar algún signo de vida en los alrededores. Aquél puente podría servirles como refugio, y puesto que era claro que no se derrumbaría, también como un lugar para pasar la noche. 

Aquél lugar estaba totalmente deshabitado. Perdido. Sin vida.

—Estamos en una dimensión oscura —murmuró Dylan.

—¿El qué? —soltó Cooper.

—No hay vida, las Tinieblas rodean cualquier entorno habitable… los truenos en los cielos… sin duda alguna esta dimensión dejó de tener conexión con el Triángulo desde hace años.

—¿Qué dimensión creen que sea? —preguntó Dianne.

—La mía —terció Bill—. Y no es una dimensión oscura. Es un futuro que no existe.

El hombre apareció del otro lado del puente, con Miranda a su lado, y cargando a un hombre que estaba sin conocimiento.

—¡Por fin regresas! —le reclamó Cooper.

—¿Un futuro que no existe? ¿De qué hablas? —dijo Max.

Miranda ayudó a Bill a colocar el cuerpo de Johnson en el suelo, a un costado del hacktivista, y después soltó un quejido al levantarse. Tenía un rasguño en la cadera. El hombre pasó la pregunta de Max por alto.

—La edad ya no me rinde —clamó.

—¿Estás bien? —Dylan acudió a su ayuda, junto con Miranda.

—Iba a quedarme a descansar, pero aquí estamos —soltó Bill—. Escuché a Miranda, pidiendo ayuda para traer a este —señaló a Johnson—. ¿Es el agente que los persiguió por medio planeta?

—Algo así —dijo Miranda—. Owen dijo que eran aliados, para intentar detener a Pandora.

—A todo esto… —intervino Cooper—, ¿cómo salimos de aquí?

—No se puede salir de aquí —respondió Bill a secas.

Dylan lo miró directamente a los ojos. Si aquél tiempo era el suyo, significaba que también era de el de Owen. Conocía su historia, suceso por suceso, sin detalle faltante en ella. Y entendía a la perfección la oración de “Es un futuro que no existe”.

—Owen y yo tomamos la última oportunidad que había de salir de este tiempo. Parece que Pandora nos ha encerrado aquí para siempre.

—No, para siempre no —farfulló Max—. ¡Tengo que regresar para…! 

—Todo a su tiempo —lo calmó Dylan—. Encontraremos un modo de volver a la dimensión de donde venimos.

—Necesitamos un plan inteligente —dijo Dianne—, algo con lo que Ben no cuente…

—¿Con qué no ha de contar? —soltó Miranda—. ¡Es un maldito genio!

—Este lugar es muy familiar —murmuró Bill, sin hacer caso a los comentarios de los Pasajeros—. Crecí aquí. 

—Es tu tiempo —le atajó Cooper—. Aunque no entiendo eso del futuro que no existe… ¿No es acaso un…?

—Ahí vivíamos —Bill señaló uno de los pocos edificios que se mantenían firmes ante la devastación, haciendo caso omiso a Cooper—. Estoy en casa… ¿Cómo…?

—Creo que Pandora tenía un plan más elaborado que sólo sacarnos de en medio —opinó Dylan, rascando su barbilla—. ¿Qué tal si quería traer a Owen y a Bill a este lugar?

—Pensándolo de cierto modo —murmuró Max, mientras se levantaba—, creo que preferiría pasar la noche en un edificio rodeado por Tinieblas, que en medio de un parque devastado y lleno de escombros.

—Entonces ¿iremos a los aposentos de Bill? —preguntó Miranda.

—No esperen leche y galletas —le espetó Dianne—. Sin duda podremos mantenernos a salvo por esta noche. Planear lo que sigue, buscar un modo de…

—Hay un modo de salir —Bill comenzó a caminar en los interiores del puente—. Después de que una dimensión queda inestable, destruida, inhabitable, el tiempo en su interior ya no transcurre. No avanzan las fechas. Así que… estamos en el mismo momento en el que Owen y yo salimos.




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