Haberse trasladado desde ese punto hasta el edificio que indicaba Bill no fue tan difícil como todos los Pasajeros habían creído. Aquella no era la ciudad de Nueva York, sino las ruinas de lo que en alguna ocasión resultó ser Miami, y el condominio en pedazos al que estaban entrando eran las Olas Grand Condominnium, un lugar que era bastante popular, o al menos en un mundo donde no estuviera todo cayéndose a pedazos.
En cuanto se asentaron en los restos del penthouse de su tope, todos miraron a Dylan con una curiosidad de gran tamaño.
—Tengo que decirlo antes de que alguien más lo haga —suspiró Max—. ¡ESO QUE DIJISTE ES LO MÁS GENIAL QUE HE OÍDO EN MI VIDA, EN CUALQUIER DIMENSIÓN, EN CUALQUIER REALIDAD…!
Dylan esbozó una débil sonrisa. Le debía una explicación a todos los que estaban presentes. Aquella pregunta seguramente llevaban haciéndola desde antes de conocerlo, quizá cuando estuvieron Owen antes de llegar a la Isla. Quizá sí, quizá no. ¿Cuál era la diferencia?
—Entonces… Bill aquí presente es tu hermano —se aventuró a preguntar Cooper.
—No lo diría tal cual —dijo Bill—, pero prácticamente… algo así.
—Flash se queda cortísimo con este tipo de cosas —dijo Max muy entusiasmado—. Owen y Bill son hermanos, y Dylan y Owen son la misma persona, eso hace a Bill como el hermano de Dylan que proviene del futuro.
Bill le sonrió a Dylan.
—Soy famoso.
—¿Era esto lo que no querías revelar? —preguntó Miranda—. Escuchamos que le pedías a Bill que no revelara quién eras en realidad, allá en el Holandés.
—Pensé que sería una carga de gran peso —explicó Dylan.
—Entonces… Owen y Bill vienen del futuro, y… ¿lo que vivieron en la Isla fue…?
—Borrado de la existencia, sí —terció Bill—. Todo lo que vivimos mi hermano y yo en la Isla, cuando éramos jóvenes, fue borrado. Owen y yo quedamos… como seres atemporales. Fuera de cualquier dimensión y tiempo. Por eso seguimos existiendo. Cuando intenté destruir la Isla, quise matar a Owen, pero no quería tocar a Dylan. Mantenerlo vivo, y hacerlo un posible aliado, era la clave del éxito.
—¡Demonios! —bramó Miranda—. ¿Qué demonios?
—Entonces… ¿dónde está tu hermano ahorita, Dylan? —preguntó Cooper.
—¿Bradley? —soltó él—. Debe seguir en la universidad, en Canadá…
—Dylan, si vas a contar algo, que sea desde el principio —le pidió Max.
Había comenzado a llover. Por suerte, el departamento de lujo, que se parecía bastante al que tenía en su dimensión, estaba casi intacto. Entre Dylan y Bill arreglaron un poco la sala de estar para que todos pudieran pasar la noche allí. Johnson seguía inconsciente, y lo mantuvieron en la habitación principal.
—Bien… llegué al Triángulo en algún punto del dos mil quince —comenzó a contar el muchacho, sentándose frente a una vela—. Pasé unos meses allí hasta que salí, casi por accidente, de la Isla. Sin embargo, volví a las pocas semanas… Owen siempre cuidó de mí. Siempre, sin excepción alguna. Me instruyó en todo lo que sabía, en todo lo que conocía del Triángulo… él había sido líder de la Isla, y después de pelear con Bill a través de los tiempos, la Pirámide los llevó al pasado del a Isla, doce años, me parece. En cuanto llegué, supo que algo había pasado, porque… lo vieron con Jim, seguramente, sólo una persona puede estar en la Isla, no sus contrapartes.
—¡Porqué él ya sabía todo! —exclamó Max—. ¡Owen sabía que tú eras… él!
—Qué demonios, qué demonios —farfullaba Miranda.
—Owen cree que la Pirámide siempre tiene un plan, y verlo a él mismo, de joven, fue la prueba suficiente de que algo se traía en manos —corroboró Bill.
—Supe la verdad porque Owen compartió toda su memoria con una chica llamada Tessa, quien lo compartió conmigo en un momento de duda e incertidumbre—prosiguió diciendo Dylan—, desde que él y Bradley cambiaron sus nombres a Owen y Bill, por un tonto cómic…
—Era el mejor cómic del mundo —le espetó Bill.
—Quiero leer ese cómic —dijo Max con los ojos abiertos.
—…hasta el hecho de haber llegado al pasado, dentro de la Isla. compartió en una especie de visión el miedo que sintió… tenía que cuidarme, evitar que falleciera porque… de lo contrario pondría en peligro todo el Triángulo, y a él mismo.
—Entonces Owen es egoísta y al mismo tiempo no —sugirió Miranda.
—Aún recuerdo cuando me dispararon por primera vez —musitó Dylan—, en el hombro. Obra de Xavier Bletnner. Owen mencionó que en su hombro apareció una cicatriz.
—Y supongo que sus tatuajes del Triángulo están en el mismo lugar, misma forma, ¿blablabla? —inquirió Cooper.
Dylan asintió, mientras alzaba su muñeca derecha. Su tatuaje de triángulo se veía a la perfección.
—Golpearé a Owen en cuanto lo vea —dijo Dianne, aún con las manos sobre su boca—. Esto es… inesperado.
—Nadie lo vio venir —farfulló Miranda.
Dianne asintió con la cabeza. Era increíble, aunque… si se ponían a pensar, había ciertos guiños que revelaban mucha similitud entre Owen y Dylan. Owen tenía bastante experiencia, explicada por todo el tiempo que había pasado en la Isla, y el hecho de haber sido líder de la misma. Además… los dos se mareaban con los portales. Algo inexcusable. Era todo.
Dylan y Owen eran la misma persona. Diferentes tiempos.
No era como James y Jim, ya que aquellas eran diferentes dimensiones. La línea, en ese caso, era horizontal, no vertical, aunque…
—¿Eso significa que… lo que Owen está viviendo, tú lo vivirás?
—Emmm… no —negó el muchacho—. A eso voy. Owen y yo somos la misma persona, pero todo lo que él vivió ya no existe.
—¿Ya no existe?
—¡Esto se está poniendo muy bueno! —aplaudió Max.
—La época en la que estamos es el futuro de Owen y la de Bill —indicó Dylan—, pero… al momento de iniciar sus peleas, terminaron destruyéndola.
—Eso ya lo pudimos notar —dijo Cooper.