No soy escritor, pero escribo,
sentires crepitante que incineran pieles.
No soy poeta, pero hago poesía,
porque tengo un corazón sufrido,
que más de una vez ha enamorado.
Soy un soñador furtivo y audaz,
que envidia a las nubes volar
y como tardígrado vive en ellas.
No soy escritor, pero soy letras,
entre hojas que danzan y zigzaguean,
en ellas mi alma se desviste,
enseñando viseras y huesos.
No soy poeta, pero verso
y a veces muestro exento de ignorancia:
verdades y mentiras utópicas,
mi historia y la de ustedes.
Pero en realidad, no sé nada,
que no sepan ustedes.
También, me pierdo en los laberintos,
esos dibujados por el sistema.
Y, aunque trato de desconectar…
solo soy un loco más, un trotamundos,
que divaga entre papeles por el mundo.
No soy escritor, soy un dios
con infinitas historias,
donde soy quien quiera ser
y nadie me puede detener.
Soy mi propio personaje,
soy yo mismo, soy ustedes.
Soy quien quiera ser en todas las épocas
y a la misma vez soy nadie, solo yo mismo
sin objeciones, negativas o relajos.
No soy escritor, pero escribo,
versos y prosa entre pétalos de rosa,
que arrojo al viento en hojarasca.
En la entropía de esta realidad,
invento mundos inverosímiles
donde no hay ley, soy dios y rey.
No soy escritor, pero mis versos
en libertad danzan entre sus ojos y oídos.
Ellos se diluyen a través de la tinta,
buscando la pose de la inmortalidad,
la única que podré encontrar.