Tinta y huellas

32 - Mis ojos se hacen manantiales

Mis ojos se hacen manantiales,
el alma un infierno de lamentos.

Suenan las sinfonías de las aguas
y me pierdo en tristes pensamientos.

Oscurecen los montes celestiales
y siento un nudo en este pecho.

Vuelan tormentosos los paraguas,
lloviendo a cántaro en mi lecho.

Busco mezquinamente algo de silencio
y espinas brotan de mis poros.

Caigo fetal sintiéndome asfixiado
y con el espinoso corazón abatido.

Busco silencio en crepitar de incienso,
pero se sienten fuerte los latidos.

Esta imaginación habla como loros
y me pinta su cuerpo con el otro.

Caigo en penumbra, caigo ahogado,
bajo la sombra de esta tristeza.

Ahora me amalgama la melancolía
y en ella cabalgo acorralado cada día.

Se desdibuja el eterno nosotros
y nace el efímero ellos.

Dejando mi alma sin fortaleza
en cualquier momento seguro estrello.

Escucho la triste melodía
y espero que no me acompañe todo el día

Cansan estos razonamientos
y la imaginación sin querer me hiere.

El viento susurra que ella me quiere,
pero el eco el dolor repite.

Estoy con el alma fragmentada
y siento el vacío y también la nada.

Duelen estos maldito pensamientos
y quisiera estar sólo en blanco.

Ya estoy cansado de estar bajo este banco,
llorando y llorando, pensando y pensando.

Pareciendo duro y por dentro blando,
dejar de llorar, no tarde sino ahora.

Quiero estar bien y reír un poco,
que ya de tanto pensar me duele el coco.

Espero que el olvido llegue sin demora
y que este pana rápido se quite.




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