Tinta y huellas

51 - Maestra de abril

 

 

Sentado en el pupitre de primaria,
con lápiz de colores, libros de textos…
sexto grado, y aquel timbre, hora del recreo.

Soñando encamar entre sus sábanas,
despojar su falda ajustada a las rodillas,
de su sugestivo cuerpo perfumado
e imaginándome en sus sábanas blanca y rojo vino.

Con tácticas muy sutiles, toco algo más allá de su espalda;
amarrada, desnuda sobre una cama, le toco hasta el alma;
despierto del espléndido sueño por vejadas de algún necio.

Desvanece el medio día, sin la presencia de un beso.
Un nuevo día de carnavales, amante de la literatura,
el himno nacional y la bandera, en las mañanas;

"Platero y yo" en la prosa y el sustantivos de las cosas;
lenguas romances, lengua española, lengua de cantantes
y poetas en el grado sutil de los versos de Neruda.

Lenguaje corporal, me encanta, sensual… y sibarita
como su hermosa voz y linda cabellera, ¿será señorita?
explica el pretérito perfecto, y yo pensado en su cuerpo.

Sustituta de mis amoríos de primavera y verano;
estoy como el otoño y el invierno, vuelto estival y en mayo.

Coda de mis versos, para definir mi historia de amor:
desairado de tus gestos, de tus miradas, de tus besos…
aludir a tu falda, a tu abrigo, a tu sonrisa…
pensamiento inherente, me mata y soy un niño.

Un niño sentado en butaca, sin clases de verano,
 y esta disolución colegial, hoy termina el año escolar
y aún no me pierdo en tus besos, ni en tu penetrante mirada.

Continúa en otoño y el invierno se asoma, ¿y tu voz?
perdida dentro del alambrado de otro lejano sueño.




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