Después de un rato, los hombres del comendador pasaron corriendo por el túnel y cayeron en la trampa.
—¡HAY! ¡HAY! ¡HAY! ¡HAY! ¡HAY! –gritaron los hombres del comendador en el hoyo.
Kkravito y Tirso saltaron al hoyo y los remataron con las macanas de hueso.
Después del enfrentamiento Tirso, que ya le gustaba la vida en la mina, decidió quedarse con los Kks.