Tirso y la Máquina de diferencial

La Máquina de diferencia

A las 4:00 am se despertaba Tirso, y empezaba su rutina de siempre, ordeñar las vacas, esperar que llegara el lechero, e irse a la cantina a gastarse el dinero de la leche.

Al principio Tirso vivía feliz con su familia, la cual le ayudaba en todos los deberes del rancho. Pero cuando llegó la viruela Tirso fue el único sobreviviente, tuvo que hacerse cargo solo del rancho, y se amargó.

Cuando entró en la cantina, Tirso se sentó en la barra como siempre.

—¿Que desea? –preguntó Plinio.

Plinio era un chico de 17 años, trabajaba en la cantina para comprarse libros de ciencia, gracias a que su padre nunca le daría dinero para eso.

—Lo de siempre.

Plinio le sirvió una cerveza a Tirso.

—¿Asististe a la feria de la ciencia? –preguntó Plinio.

—Sabes que esas tonterías no me gustan.

—Está vez estuvo muy interesante, un tipo presentó una Máquina de diferencial, programable mediante tarjetas perforadas, dijo que hasta sería capas de hacer cálculo económico para asignarle a cada quien sus tareas y dotaciones, el comendador quedó sorprendido.

—Entiendo, permitir que una máquina decida por nosotros, los que disfrutan golpeando intelectuales no están tan mal.

—Trabajo aquí por una miseria, mientras el dueño solo se la pasa con “cariñositas” ¿Eso es justo?

—Es mejor adaptarse al mundo que intentar cambiarlo.

—Mira los revólveres que llevas en la cintura. Si los diseñadores de armas hubieran pensado de esa manera, de seguro llevarías arco y flechas en estos momentos.



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En el texto hay: vaqueros y rancho

Editado: 10.07.2023

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