Tirso estaba almorzando, cordero asado con papa salada y piña colada, como acostumbraba. Al terminar empezó a leer el Telesforo.
“Otra persona desaparecida cuando fue a curiosear a la montaña La Grande...”
—¡ESTÚPIDOS! –pensó Tirso- ¿POR QUE VAN AHÍ?
Después de leer Tirso se dirigió a la cantina, y se sentó en la barra como siempre.
—¿Que desea? –preguntó Plinio.
—Lo de siempre.
Plinio le sirvió una cerveza a Tirso.
—¿Has oído de las desapariciones en la montaña La Grande? –preguntó Plinio.
—Si, si –respondió Tirso mientras bebía.
—Las autoridades no hacen nada, dicen que es imposible subir a la cima de la montaña, por la pendiente tan inclinada.
—Típico, nunca pueden hacer nada.
—Yo estoy trabajado en un globo ¿Quieres verlo?
—Dicen que esos aparatos no se pueden dirigir ¿Es verdad?
—El mío si, le adapté una hélice impulsada por una maquina de vapor, para dirigirlo.
—¿Un dirigible?
—Algo Así.