Titanes Abisales: Runas perdidas

8. Cálida bienvenida

Esa mañana, el olor a pan recién horneado llenó el asentamiento. Valeria poco a poco abrió los ojos, viendo las aspas del ventilador del techo girar. Al recobrar la conciencia, se sentó y miró a su alrededor, observando la hilera de camas a ambos lados y asumiendo que estaba en una enfermería. Un enfermero entró y, al verla despierta, se acercó.

-Señorita, ¿cómo te sientes? ¿Recuerdas tu nombre?

-Yo... sí... ¿Dónde están los demás?

-Te están esperando.

Tras revisarla, la ayudó a levantarse y salieron a la vía principal. Valeria volteó a ver el muro, observando a todos los soldados apostados allí. El portón se abrió, dejando pasar a una agotada patrulla.

-¿Qué está pasando?

-La cosa que trajeron está atrayendo a las sanguijuelas. Las patrullas evitan que se acumulen y formen una horda. Venga por aquí.

Llegaron a un comedor, donde veía a los soldados cansados comer con entusiasmo. Los soldados voltearon mientras Luis y Carolina se levantaban de entre ellos para ir con ella. Carolina la dio un abrazo.

-¿Estás bien, mija?

-Creo...

-¿Recuerdas lo que pasó?

-Yo... -La migraña le perforó el cerebro por un segundo, pero al intentarlo, lo recordó. El cómo entraron, qué encontraron y qué aprendieron estaba casi intacto. - ¡Sí...! ¡Lo recuerdo todo!

Valeria se emocionó devolviendo el abrazo mientras los soldados del comedor acompañaban la celebración. Reconoció varias caras, eran los soldados que los ayudaron en el asentamiento y ahora compartían su felicidad.

-¿Dónde está Yaya?

-Está peleando con el alcalde -mencionó Luis- Con lo que aprendimos, quieren transformar el asentamiento en un centro de mando para organizar más expediciones.

-¿Y abogarás en contra...? -preguntó Valeria.

-Pfff... No lo sé, niña. Derrotamos a la demencia, aunque fuera a duras penas. Es un paso enorme que hace el abismo menos aterrador, pero aun así, temo que esto nos envalentone más de la cuenta.

-Eso ya no lo decidimos nosotros -afirmó Carolina- Por ahora, volvamos a casa... Necesito una ducha muy larga y un café que no sepa a agua.

Pasaron las horas. Los soldados defendieron el asentamiento con esmero mientras todos se preparaban. La estatua púrpura, debido a su condición, no podía ser transportada en barco, por lo que, llamando por radio, hicieron llegar a las 5 de la tarde un águila gigante hecha de fuego grisáceo con destellos blancos. Esta aterrizó dejando en el suelo una gran barquilla metálica, como la de un globo aerostático. El águila se hizo más pequeña hasta que sus llamas se extinguieron, dejando ver a un hombre joven de uniforme.

-Águila dos, confirmando aterrizaje. ¿Dónde está la carga? -A pesar de ser joven, su expresión y tono serio impusieron respeto. Los soldados cargaron rápidamente el contenedor con los fragmentos de la estatua púrpura.

-Por fin -Carolina suspiró aliviada-Nos vamos. Valeria, toma tus cosas.

-¡Sí! -Tomó su mochila y volteó a ver a Luis- ¿No vienes?

-No, vine con mi equipo y no los dejaré solos.

-De hecho... -El alcalde llegó con Yaya detrás.- Vamos a necesitar que los cuatro se vayan.

-¿Cómo que cuatro? -Preguntó Carolina. Su mirada se cruzó con Yaya, que le devolvió una sonrisa pícara- ¡No! ¡No vamos a llevarnos a la vieja loca!

-Ya se hizo la votación -Afirmó Yaya- Por seguridad, lo mejor será que todos los miembros de la expedición nos retiremos por el momento.

-¿Y qué pasó con eso de "Estuve 12 años trabajando la tierra"? -Le recordó Luis-. ¿De verdad te quieres ir?

-Claro que no, pero tenemos otras prioridades. No quisiera quedarme fuera de la investigación del abismo -Cruzó miradas con Valeria- Espero trabajar mucho contigo.

Valeria le respondió con una sonrisa, pero aseguró su mochila, teniendo su libreta bien protegida. De mala gana, todos subieron a la barquilla e iniciaron el despegue. La fuerza del águila y la velocidad los obligaba a mantenerse sentados y agarrados con fuerza por la mayor parte del viaje.

-¿Viajan así muy seguido? -Preguntó Valeria.

-Solo en casos especiales -Mencionó Carolina- Las águilas de Kukulkán siempre están ocupadas atendiendo llamadas de socorro o transportando VIPs.

Valeria se asomó, viendo el inmenso mar abisal. Alcanzaba a ver otros archipiélagos e islas muy lejanas en el horizonte.

-Ese es... ¡AH! -Valeria sacó los binoculares mientras se acercaba al otro extremo. Luis y Carolina la agarraron, evitando que se cayera- ¡¡Es el titán Ngai!! ¿¡Eso significa que estamos sobrevolando el mar tenue, verdad!?

-Afirmativo -respondió el águila. Su voz generaba cierto eco.

Valeria ajustó los binoculares, viéndolo con claridad.

Valeria camino de extremo a extremo en busca de más puntos de interés

Valeria camino de extremo a extremo en busca de más puntos de interés. A esa altura alcanzó a ver otros archipiélagos, islas, barcos y incluso vio otras águilas pasar a toda velocidad. Carolina se aseguraba de sostenerla hasta que a la mañana siguiente finalmente podían ver su hogar una vez más.

Carolina se aseguraba de sostenerla hasta que a la mañana siguiente finalmente podían ver su hogar una vez más

-Nunca creí ver a Zoé de frente -afirmó Valeria- Es... increíble.



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Editado: 18.05.2025

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