Ambos rompieron de dos golpes la línea de manos que interferian de forma invisible en su caminó. Cala avanzó sintiendo como el corazón se apretaba con cada nuevo paso hacia ella.
Nehuem no hayaba palabras quedándose perplejo, su sangre se había congelado manteniendose inmóvil en la habitación.
La joven se acercó hasta el borde de la cama, viendo detalladamente su ropa desarreglada la falda subida casi hasta las caderas, su brazo derecho sujeto por una cadena al cabezal de la cama, mientras su mano izquierda se concentraba en mantener la parte superior arriba. Cala inclinó la cabeza sobre ella, consternada ante lo que veía, Apolo la había mañatado igual a una condenada.
-Horiamy...¿Qué te hicieron?- Dejo escapar tres lágrimas que no llegaron a tocar su cuerpo, desapareciendo bajo el contacto de una extraña fuerza invisible.
-Nehuem, ven aquí algo le pasa. Sus dedos se aproximaron a la piel de la joven sintiendo un choque eléctrico que la separó de inmediato.
Reaccionó ante las palabras suplicantes de la hija de Hades avanzando junto a ambas, miró rápidamente a Horiamy notando debajo de su cabello el color brillante y platinado que desprendían sus ojos.
-Cronos.
-¿Qué estás diciendo? No puede ser posible.
- Lo es, tenía esos ojos cuando habló con él. Ambos se acercaron a ella susurrandole con cuidado una y otra vez su nombre intentando despertarla.
Se hecharon hacia atrás asustados al oír esa voz de sus recuerdos sonar clara y fuerte.
- Llevenla a casa hijos míos. Poco a poco las luces desaparecieron. El escudo se disipo permitiéndole acercarse.
Él apartó su cabello revuelto del rostro, viéndola, anonadado, algo en su pecho golpeaba emocionado al tenerla nuevamente a su alcancé.
-Cala, busca tiene que haber una llave por aquí. Recorrió la habitación hasta ver sobre uno de los muebles más distantes un pequeño objeto brillante. Se acercó hallando lo que buscaba, regresó apresurada y metió la llave dentro del grillete escuchando el calido sonido de apertura.
-Nehuem, vamonos ya, prefiero que despierte en casa. La voz de Cala lo devolvía lentamente a los motivos por los cuales había llegado hasta allí, dándole la razón.
-Atale el vestido por favor. Corrió su atención de ambas, mientras la muchacha acomodada sus vestiduras.
-Listo. Nehuem la cargó en brazos dirigiéndose nuevamente hacia la puerta.
El señor de Delfos clavo la mirada rabioso contra su hermano, al tener entre sus manos el tan anhelado trofeo. Atenea liberó la prensión que ejercía hacia él corriendo con desesperación al lado de su hija.
-Mi niña, mi niña linda. Enrollo los dedos en su cabello oliendo el dulce aroma, beso una y otra vez cada centímetro de su cara, cuando oyó decirle:
- Señora Atenea, debemos irnos ahora.
-Yo voy con ustedes. Enredó los brazos a Nehuem sin apartar los ojos de Horiamy quien permanecía profundamente dormida.
Cala contuvo la repulsión latente que sentía por Zeus y Apolo sólo dirigiéndose al Rey de manera concreta.
-Agradecemos su apoyó, igualmente a usted señora Artemisa. Devolvió la atención sobre el temible Olímpico.
-Le ruego como último pedido juzgue a ese "Dios" de manera justa a sus pecados, así habrá paz. La Altiva regreso junto a los demás tocando el hombro de Nehuem apresurandose a regresar a casa, esfumandose de allí.
El Padre fulmino con la mirada a su hija, pidiéndole retirarse y dejarlo a solas con él. Sin muchas posibilidades a negarse Artemisa se retiró volviendo a las tierras sagradas donde habitaba en paz, hechando un último vistazo a su hermano con pena, lo que vendría contra Apolo sería un castigo ejemplar y no intervendria, él había actuado sin medir la consecuencia de sus actos ahora pagaría por ello.
-Buena suerte hermano. Abandonó el lugar dejándolo a solas con el Padre.
Lentamente el Dios se acercó a él agachandose hasta quedar a la misma altura viendo la gran herida que Atenea le dejó sangrante en completo silencio.
-¿Qué hará conmigo ahora padre?-Sacó de su túnica un pañuelo limpiando su rostro con cuidado.
-Debería acabar la tarea de tu hermana y matarte yo mismo, pues lo que hiciste ¡ah...Apolo! Sólo es digno de un desgraciado mortal. Él corrió la cara viéndolo con enfadó.
-¿Me lo dices por experiencia propia? ¿A ti quién te juzgo?-Zeus lo tomó del cuello acercandolo contra si mismo.
-¡CÁLLATE! Eso no es un asunto tuyo ni tiene comparación con tú promiscuidad, raptaste a una Altiva, ¡A ESA ALTIVA! ¡NUESTRA ENEMIGA! Conoces bien la profecía y decidiste tomarla igual, reclamarla como esposa ¿Dónde está tú juicio Apolo?- Él regaló una complacida sonrisa diciéndole:
-Entre sus piernas, Horiamy nació para mí, la vi antes que sus pies tocarán este mundo y no renunciaré a ella ni por la profecía o aunque el mundo arda llamas, la tendré para mí cueste lo que cueste.
-Estás poniéndote una soga al cuello hijo, cambia de parecer antes que sea tarde.
-No lo haré. Zeus respiró hondo aflojando su agarré en el cuello, viéndolo resignado.
-Vendrás al Olímpo conmigo Apolo, será por tu bien.
Nehuem sintió todo su cuerpo finalmente calmarse al verse en esa habitación, vio a las dos mujeres con una inocultable mueca de alegría. Cala curvo las cejas queriendo quitarle esa radiante expresión, ya que más y más lo veía sus dudas se despejaban horrorizandole la idea.
-Ponla en su cama, vamos que esperas. Él avanzó colocandola con cuidado entre las almohadas, tocando su cara e intentando hacerla reaccionar pero Horiamy no volvía en sí.
-Hey, vamos Horiamy. Atenea puso su oído contra el pecho escuchando el sonido de su corazón vivo.
-Tiene un buen ritmo, no entiendo ¿por qué no despierta?-Nehuem y Cala se observaron con complicidad mordiendose la lengua para no hablar demás.
-Vamos, por favor regresa, regresa.
-¡¿Qué está pasando?!
Cala dirigió su atención a la puerta viendo a Liria con los ojos abiertos de par en par asustados con la imagen que contemplaba, quedo quieta allí temblorosa sobre sus piernas, obligándola a moverse hacia ella.