Estaba arruinada.
¿Cómo es que él había estado ahí?
No sabía con exactitud cómo debía de proceder después de haber terminado con las diez copas de vino Afrodita que había bebido porque no quería pensar y a pesar de que me encontraba extrañamente preocupada, divertida de la situación y con muchas ganas de coquetear con quien sea, también deseaba por una vez que mi compañero estuviese a mi lado y me dijera lo linda que era para él, lo mucho que deseaba estar conmigo y correspondiera todo el cariño que yo podía darle.
Estaba ebria.
Nath me había llevado de regreso a la fiesta sin siquiera darse cuenta de que me había hecho un enorme favor al sacarme de aquel lugar y pareció no darse cuenta de mi hasta que trato de decirme algo. Yo no había respondido, yo solo había dejado de pensar momentáneamente mientras que mi cabeza insistente reproducía las imágenes de Nyle junto a su prometida, tomados del brazo.
Él estaba ahí, no, lo que era peor era que en la piscina, para ese rato él ya había estado ahí.
Él me había visto, él me había visto a Nath y a mí, y posiblemente, él también me habría visto besar a Nath.
Estaba arruinada.
Tenía tantas ganas de llorar después de que mis enredosos pensamientos parecieron detenerse en orden y al siguiente instante, cuando Nath me había entregado una copa del vino de Afrodita supe a lo que me llevaría el resto de la noche.
—Creo que deberías de dejar de tomar. —suspiro Nath quien fielmente se había quedado a mi lado, al lado de la ebria Noite. Le sonreí.
—Creo que es lo que más deseo ahora. —y solté una medio sonrisa hasta eliminarla por completo de mis mejillas.
—¿Me vas a decir por qué estas tomando en silencio?.
—Tú estás hablando.
—Lesa Noite…
—No importa, no importa porque al parecer todo en el mundo debe de retenerme aqui y mira, yo soy la única que no lo hago.
—No entiendo lo que estas tratando de decir. —ni yo lo entendía.
—Por favor vete Nath, estar contigo ahora es lo menos que quiero hacer ahora. —y debía irme a casa, pronto, antes de que la Lesa ebria tomara el control.
—No puedo dejarte sola.
—Cumple con tu deber Nath, es todo para lo que has venido. —y me tamice.
Cuando aparecí en otro lugar de la misma fiesta comencé a reír como loca por lo contrariado que había resultado mi idea de aparecer en casa, pero como al parecer me encontraba tan confundida solo había regresado al mismo lugar en donde se encontraba mi compañero pero esta vez él estaba solo, confusamente lo reconocí como mi “casa” a la que había quería realmente ir.
La gente no pareció darse cuenta de que yo observaba al heredero Tag allá afuera, la gente pareció ignorarme cuando di una pasos tambaleantes hacia él que se encontraba en el balcón y susurre muy suavemente su nombre, sintiendo como podía ser juzgada y rota y aun así no me hubiera importado si era él quien me destrozaba.
Estaba loca.
—Lesa Noite. —me puse derecha y gire molesta hacia Agatha quien me observo luciendo un esplendoroso vestido turquesa con un escote un poco más grande de lo que solía usar.
—Señorita Luccichio. —respondí con su nombre y trate de no soltar a la bestia que llevaba encima.
—Está usted hermosa esta noche. —la contemple, contemple su sonrisa apretada y después observe con desgana la ropa que llevaba.
—Lo sé, gracias. —pero no lo decía con seriedad. Yo lucia exótica, no bonita, como ella… Muchos durante mucho tiempo habían dicho que Agatha Luccichio era la más hermosa de todas y yo no sabía que tan cierto era con total seguridad, pero si sabía que había una diferencia.
—Ermm…. Más temprano en la fiesta la vimos con el segundo hijo de la casa de Vid, Nath, ¿verdad? —no respondí y ella solo sonrió a mi espalda mientras que regresaba sus ojos a mí—. No sabíamos que Nath era el novio de la heredera Noite.
—Estoy aquí señorita Luccichio así que no hable de mí en tercera persona.
—Es solo que es extraño porque usted dijo que su compañero era el heredero de una casa, no un segundo hijo. —me enoje, así de simple y como estaba ebria no tenía tiempo para lidiar con aquella niña.
Me gire molesta dispuesta a irme mientras que tomaba otra copa de vino de Afrodita que era repartido por toda la fiesta, bebiéndome todo el líquido sin respirar, sintiendo el dulzor y quemazón en mi garganta mientras descendía.
Era hora de volver a casa a llorar en silencio porque mi compañero me había visto besar a otro y eso no parecía importarle. Deseaba que al menos se hubiera crispado, que hubiera apretado la mandíbula siquiera pero nunca lo sabría porque yo cobardemente no había levantado la mirada a ver que expresión había tenido en el rostro, yo solo me había dejado arrastrar por Nath.
—Espero que por favor no se acerque a Nyle. —y me detuve.