Me sentía extraña de pies a cabeza cuando me levante.
Parpadee una cuantas veces tratando de aclarar mi propia visión del mundo pero la cabeza comenzó a tirarme hacia abajo como si hubiese un saco de cemento sobre el.
¿Qué había sucedido?
No recordaba nada, nada parecía tener sentido en mi memoria.
Solté un quejido seguido de una maldición y acto seguido tres chispas de colores aparecieron flotando ante mis ojos. Les chille que se callaran y dejaran de brillar así como sin darme cuenta les había ordenado ir por agua, lo que habían obedecido complacientes.
León había sido el primero en dejar de brillar mientras que con su inexistente toque acariciaba mi mejilla. Me dolía tanto la cabeza…
—Mi señora, lady Alma y lady Juliete la esperan en la habitación contigua.
—Bueno, ya no estamos ahí o ¿sí?. —Juliete sonrió cuando mis ojos encontraron los suyos y entonces camino hacia mí de la mano con Alma quien aunque me inspeccionaba con los ojos podía decir que estaba aliviada.
—Ayer llegaste ebria.
—No, ella apareció ebria realmente, como de “aparecer”, —Juliete me sonrió de nuevo y levanto la mano— choca esos cinco.
—No lo recuerdo.
—¿No recuerdas lo que sucedió?
No, no lo recordaba porque el maldito dolor de cabeza hacia estragos con mis recuerdos. ¿Cuánto había tomado para estar así de mal?
Alma intuyo que el dolor me estaba provocando muecas feas pero en ningún momento se ofreció a ayudarme, me sentí contrariada por eso, porque ella podría haberlo hecho como un favor para mí pero en cambio, se sentía como un maldito castigo.
Debía de dejar de maldecir…
—Ya que las dos están viéndome hechas unas tontas, me gustaría saber que sucedió en…
—La fiesta de la señora Luna. —señora… oh bueno, ¿Quién era yo para juzgar?
—Asesinaron a Yunta Kozlov. —me sorprendió que Ellen ingresara a mi casa como si fuera suya, me impacto como parecía caminar en cámara lenta con cada paso acompasando un ritmo inexistente.
Cuando observe a Ellen solo pude pensar que él se veía diferente, como si el Ellen de mis recuerdos a este mismo Ellen guardase una diferencia significativa.
—Lesa, ¿no has oído lo que ha dicho el gobernador?.
—¿Gobernador?. —repetí y después fruncí el ceño, como se me olvidaban cosas tan importantes como esas.
—Yo me encargo, está con resaca, eso es todo. —hablo Alma y entonces sus pequeñas manos cayeron a ambos lados de mi rostro.
Para cuando ella termino, el dolor había desaparecido,
Ellen había pasado a narrarme una increíble historia sobre como yo había aparecido en medio de la pelea y había sido atravesada por un brazo en llamas, la verdad no entendí muy bien aquella parte y sin embargo me encontré asombrada por cada cosa descrita.
Yo había desaparecido, esas fueron las palabras de Ellen quien puso una cara extraña cuando le pregunte a donde, él después dijo que no sabía a donde yo había ido pero en ese transcurso de tiempo el señor Kozlov había aparecido en medio de la fiesta luciendo furioso, nadie sabía porque con exactitud y yo recordé brevemente lo que había pasado en la piscina por lo que la actitud del señor Kozlov lo atribuía a un efecto retardado de cólera por la humillación de la que había sido parte.
Ese no había sido parte del plan.
Nuestro plan había consistido en asistir a la fiesta de la señora Luna, encontrar al señor Kozlov de inmediato para tratar de sacarle alguna información, cosa que tenía muchas probabilidades de fallar porque ninguno estaba seguro si Yunta Kozlov podría tener pistas sobre quien es el conspirador, pero no.
Él había aparecido molesto, él de repente se había puesto a llamar a su esposa y entonces justo cuando ella apareció una chica que portaba un vestido de fuego había clavado su mano en el pecho del jefe Kozlov, con más exactitud el corazón y lo había matado al instante incinerando su órgano vital.
Ellen dijo que después había llegado yo con Nyle, lo que no entendí porque no recordaba a Nyle en ningún momento, de hecho, creo que recordaba una escena de mí besándome con Nath y entonces Nyle apareciendo con su prometida. Aleje ese recuerdo de inmediato.
La muchacha supuestamente me clavo la mano en el estómago como una flecha de fuego pero yo había cogido esa misma mano con detenimiento viendo que no me habia hecho daño por la espesura de la oscuridad en mi abdomen y la había congelado, desde la mano hasta el cuerpo.
El hielo le había ganado al fuego.
—Es imposible —hable cuando Ellen termino con su narración—. Dices que ella me clavo el puño en llamas al estómago pero mira, no tengo nada.
Yo llevaba razón, no había ningún signo de quemadura en mi piel ahora expuesta, no sentía dolor en aquella área y aunque ya no me dolía la cabeza no podía recordar absolutamente nada de la increíble historia que estaban contando.