Juraría que a pesar de estar prácticamente entre aquellos tres verdes, el faro amarillo que era mi ropa resalto como si hubiese brillado con vida propia.
Fue entonces cuando magia del fuego fue convocada, haciendo su camino en cámara lenta hacia donde yo estaba.
Mi garganta se secó con un profundo grito haciendo su camino al igual que el fuego pero entonces, cuando supe que no podía simplemente escapar desistí en intentar gritar y contemple aturdida como las llamas llegaban hasta mí ondulandose en si mismas, feroces.
Pero no me llegaron, no llegaron porque fui derribada al suelo, empujada por otro cuerpo.
Las llamas pasaron de largo siendo detenidas por una barrera de aire pero nuevamente yo era atacada, esta vez con lo que parecía un hombre con garras y colmillos de oso.
No tuvo tiempo de llegar de nuevo porque una barrera de viento convocado de ningún lugar azoto todo enviándolos a volar.
—Maldición. —murmuro la persona que me había embestido, girándose hacia mí a comprobar si seguía en una pieza.
—Nyle. —reconocí.
—Si, Nyle, y tú... estúpida Lesa —apretó los labios y una gran columna de roca nos cubrió formando una cueva alrededor de nosotros—. Casi mueres ahí —sus palabras eran desesperadas o eso adivine porque no lo podía ver y juzgar por mí misma.
—Lo sé. —respondí monótonamente.
—¿Lo sabes? Realmente eres…
—No importa, no realmente. —muerta en acción, que bonito sonaba eso.
—A mí me importa Lesa, a mí me importa que suceda alrededor tuyo y a ti. Una vez salvaste mi vida y ahora te la debo, esperaba que me recordaras pero… ¿si quiera lo estas intentando?. —algo embistió la cueva que retumbo en protesta
—No tengo necesidad de… —él rugió de dolor y la cuerva se derrumbó.
—Hare que recuerdes entonces.
Hace mucho tiempo cuando era niña yo había sido criada para medir, diferenciar y retirarme si es que había un poder que podría superarme.
Padre me había advertido que entre todas ellas, la más difícil de contrarrestar era la magia elemental.
No quería pelear pero las posibilidades corrieron por mi cabeza, llenándome de respuestas.
Estábamos rodeados de tierra en donde el aire azotaba fuerte por lo que no habría necesidad de invocarlos. Habían cambia formas y también algunos portadores de sueño quienes habían hecho su trabajo dejando dormidos a aquellos de sus colores contrarios. Nadie parecía ayudar a nadie y cada quien peleaba sus guerras sin embargo ahora el poderoso olor de la magia que rodeaba a mi compañero dejo su rastro en la tierra y sentí la profunda unión que el caldero nos había entregado.
Nyle no solo peleo sino que venció y siguió protegiendo mi cuerpo con su magia.
El viento silbo cuando hacia su camino hacia los soldados del otro bando, golpeando lo suficientemente fuerte para dejar inconsciente. La tierra se mecía cada vez que alguien intentaba ir a por mí, él defendiéndome y entonces, él con su concentración dividida entre proteger y atacar fue cediendo.
La sed de sangre de aquellos que odiaban su casa se fue haciendo presente con cada oleada de poder que lo golpeaba.
Fue entonces cuando el agua convocada estallo de golpe frente a nosotros y nos arrastró hacia el aire, encerrándonos en capsulas, ahogándonos.
Pelee instintivamente pero me rendí al mismo tiempo, aun contemplando como se desarrollaban las cosas afuera.
Una mujer grito algo y Nyle apretó los puños dentro de su propia prisión antes de que el agua saliera de él rumbo a los chicos que lo habían atacado pero ni bien acabo con ellos dos cambia formas, uno como leopardo y otro como lobo, mucho más grandes que los animales terrestres, lo atacarón.
Nyle logro detener a uno pero no al otro quien le mordió en el brazo.
Nyle gimió de dolor con una nueva oleada de magia mientras que él mismo se prendía en fuego. Por otro lado el agua en mis pulmones había comenzado a cobrar factura haciendo que doliese, llevándome a la inconciencia pero el agua había comenzado a congelarse y entonces todo a mí alrededor se enfrió y cayó en pedazos al suelo.
Vomite agua inútilmente, demostrando el poder que manejaba como una mera escoria pero una mano cálida en mi espalda me dijo otra cosa.
Nuevamente la dulce magia inundo mis fosas nasales cuando respire y me di cuenta de que el dolor en los pulmones había cesado por una chica que había usado su magia curativa en mí y el otro muchacho, aquel grande y de frío rostro como una lechuza me observaba.
Las chispas de magia aun brillaban en sus dedos parcialmente de un color pétreo y me di cuenta de mala gana que él había realizado magia Ajabu, magia diferente, extraordinaria en nuestro mundo, magia que el caldero otorgaba a aquellos extras como un único rasgo que nadie más poseía.
Ajabu era temido en el mundo de la magia pero también venerado y anhelado y frente a mí un poseedor de Ajabu se alzaba en todo lo que supone debía de representar.
Palidecí al instante.