Había pasado una semana desde que había empezado a correr y aun no me sentía con la confianza de llevar a mi cuerpo nuevamente a aquel puente que desaparecía, pero había avanzado algo.
Antes Nyle había dicho que tenía piernas de patinadora sobre hielo y ahora, después de darme cuenta de la facilidad con la que había revivido, supe que podía haber tenido razón.
Mis músculos aun ardían y dolían con cada pequeño movimiento estirándose y tratando de encontrar una posición más cómoda, aunque muy pocas veces era hallado mientras que por otra parte dormir se había vuelto en definitiva mi parte favorita del día.
Entonces volví a vestirme y lavarme la cara para ir de vuelta hacia el comedor hacía el desayuno, pero cuando observe mi reflejo en el espejo me di cuenta de que había adquirido un poco de color y la piel partida parecía estarse cayendo o colgando de mi cara, inclusive algunos lados habían sangrado y supuse que yo misma tenía la culpa por haber salido a correr en el sol sin protección los ultimos dias.
Volví a lavarme la cara con más cuidado haciendo gestos incomodos por cada leve roce que ardía y me rendí cuando al fin la sangre dejo de caer, más que nada en mi nariz y pómulos.
Lucia horrible.
Entonces salí de mi habitación y choque directamente con la pequeña niña Vid de la vez pasada quien me observo con ojos demasiado grandes para su rostro, como un cervatillo asustado.
La ignore y seguí caminando sin dejar de notar que ella caminaba cohibida detrás mío.
La pequeña muchacha me siguió hasta el comedor para desayunar y después estuvo dos puestos detrás en la fila a la comida pero se alejó cuando decidí tomar mi típica mesa solitaria y al fin pude relajarme porque su mirada evaluante me había incomodado, mucho.
Comencé con mi desayuno al rato, ingiriendo todo muy rápido por la quema de calorías que hacia mi cuerpo antes del desayuno desde hace una semana aunque no parecía saludable comer tan rápido.
Hoy había estado particularmente tranquilo porque mi compañero había decidido sentarse muy lejos de mí y no se había percatado de mi presencia pero era caótico porque el salón estaba más bullicioso de lo normal. Se lo atribuí a un nuevo chisme y logre captar hilos de conversaciones que me dejaron un poco intrigada.
Ingresamos a los salones después del desayuno y no pude evitar ser vista de nuevo ya que yo resaltaba con mi ropa y ahora la cara ensangrentada. Como era de esperarse, mi compañero me encontró pero después de un largo minuto de duda y preocupación en los ojos decidió no acercarse.
Me sentí relativamente contrariada ya que estaba aliviada pero al mismo tiempo traicionada por su decición, por aquellos sentimientos molestos y me encontré suprimiendo de nuevo el efecto que tenía mi compañero en mí, cada vez más débil como un lazo que se había vuelto un pequeño hilo delgado.
—Buenos días mis pequeños grandes gigantes. —apareció un hombre que en particular podía ser mujer pero el maquillaje y la ropa lo ocultaban.
Él o ella llevaba el cabello en afro de color blanco manchado con gotas de roció en pinturas de colores del arcoíris solo por algunos lados y su piel tenía mucha purpurina en los pómulos de color hielo así como en las mejillas de tono azul mientras que sobre sus parpados gobernaba el lila con vino y sus labios coloreados de un dorado reflectante terminaba combinando con su gargantilla de oro, pero su ropa, ajena a él, o ella, consistía en un saco abultado de color naranja con unos pantalones beige. Todo un personaje.
—Mi nombre es el "Gran Natalle" y estoy aquí como su profesor de creatividad. —alguien murmuro en el salón y después una mano se levantó haciendo que él sonriese con sus dientes perfectos como si fuera plástico.
—¿Es usted un Lootus?
—¿Oh cariño, no es obvio?. —respondió el Gran Natalle y ahí me pareció ubicarlo en una pieza de rompecabezas deshecho en mi cabeza, solo que no sabía dónde encajaba.
—¿Todos los Lootus son… como usted?. —pregunto otro muchacho y el profesor rio a una sola sonora carcajada antes de callarse por completo, dejándonos aturdidos.
—No niño, yo solo soy yo, y vivo a mi modo.
—¿Es hombre o mujer?
—¿Soy ambos?. —respondió mostrando sus dientes de nuevo.
—¿Cuántos años tiene?. —pregunto ahora una chica y el hombre-mujer delante giro su cabeza como un pajarillo para observar a quien realizaba la pregunta. Un movimiento natural y extraño en él, o ella.
—Soy viejo, pero no lo soy —volvió a reír abriendo las manos y se puso derecho—. Un Lootus es lo que quiere ser y este soy yo.
—Pero… —él o ella levanto una mano callando al alumno de la nueva pregunta no formulada y nos observó a todos.
—Por si no ha quedado en claro… todo está aquí —señalo su cabeza y después su corazón— la base de toda magia está en la imaginación y cosas que dictan el corazón.