Titanium Heart

CAP. 7. LA DROMEN

El día no empezaba bien.

Adivinen lo que sucede cuando recibes una invitación con el sello de los tres triángulos enlazados en el círculo del renacer enfundando la runa del don, justo al centro.

Yo no lo habría sabido de acá hace once años.

Aún recuerdo aquella vez en donde la cara de mi padre se había puesto pálida ante la simple vista de aquella carta y había sonreído tristemente hacia mi dirección después de contemplarla calladamente.

Me había dicho que era hora de que me conocieran como única heredera del clan Noite y por eso, mientras que vuelvo a recorrer los mismo pasillos, once años después, rememorando cada pieza de oro colorada cada cinco metros, divisando las paredes de granito negro y el techo alto de vitrales que dejaban filtrar la luz de la mañana, es cuando me siento como mi padre.

La carta, la preocupación de Ellen y después mí llamado como la jefa del clan Noite solo significaban que la guerra estaba llegando.

Las deducciones habían sido claras esta mañana cuando Yim, una de las chispas había entregado mi correspondencia, y entonces, como una tarea que no habían realizado en muchos años, ellas se habían encargado de alistar un vestido, sin embargo yo no me lo había puesto dejándolas paradas con las prendas caras en las manos.

Había decidido asistir solo con mi uniforme de cazadora, bordada con los signos que representaban a mi clan y de esa manera, mientras que las grandes puertas de roble se abrían, yo hacia mi ingreso como última en presentarse al salón de guerra, la gran cúpula del círculo.

Todos estaban adentro y como tales se giraron a observarme.

Había quince sillas con complicados diseños en cada una, colocados sobre piedras preciosas con las que las casas se representaban.

Al centro de la mesa se encontraba mi guardián y mejor amigo, Ellen; después, yendo hacia su izquierda estaban sentados la pareja de padre e hija Sellers, una chica que había conocido antes y poseía el don de Vid, quien al parecer como todas las mujeres en la sala, a excepción mía, vestía un frívolo vestido. Detrás de ella estaba el Ajabu de hielo con quien sentí un tirón de reconocimiento, sin embargo deje que se fundiese con la oscuridad hasta desaparecer y perderse.

Siguiendo con el camino la pareja Kozlov, quienes eran los más viejos con su hijo detrás de ellos. Entonces de ahí a continuación, la pareja Mujtar igual, con sus hijas; la pareja Floros con un pequeño en brazos y de ahí la prima de Ellen con una silla vacía a su lado representando a los Rowling.

Entonces de ahí seguían los Tag con la cabeza de los Diena gobernándo, los dos miembros más importantes de su familia estaban sentados. El señor Diena y su hijo, Nyle, con Nohan detrás de ellos y sin un atisbo de su madre por el lugar.

Mi asiento estaba entre los Diena y Ellen, nuestro gobernador.

Decidí tomar el asiento al lado de Ellen dejando un espacio entre Nyle y yo, aun ganándome miradas que atrapaban todo, desconcertantes y maliciosas.

Me senté y el brillo del diamante negro bajo mi asiento tintineo como lo habían hecho las demás piedras preciosas, soltando un suave brillo de reconocimiento.

De esa manera la reunión dio inicio.

—Bienvenidos sean todos, grandes señores y señoras. —saludo Ellen sonriendo, relajando el ambiente.

—Vayamos al punto, gobernador. —hablo el hombre Floros y se escucharon algunos asentimientos por parte de la sala.

—¿Para qué nos han convocado?. —hablo su mujer.

—La guerra, madame Luna. —respondió Ellen.

—¿Qué sucedió?. —hablo la mujer con él bebe en brazos, Luna Floros.

—Las tropas de la ciudad oscura ha desaparecido. —respondió Ellen y se oyó un jadeo colectivo.

—Es imposible —hablo el padre de Nyle muy parecido a su hijo pero más duro en sus rasgos— ya que…

—Tenemos nuestras medidas, sí, pero de alguna manera han encontrado la manera de escapar de ellas. Ahora mismo he convocado a la mejor Dromen del mundo de la magia a ayudarnos, pero por lo visto, es complicado que llegue aquí hoy mismo.

—Hace cuando se realizó la invitación.

—Dos semanas. —y las puertas se abrieron dejando que las palabras de aquella fascinante mujer entrasen como viento frio.

Todas las espaldas se pusieron derechas y los alientos dejaron de respirarse cuando los ojos amatistas de ella pasaron por cada uno, analizándolos y danzando con manchas negras en el extraño color.

La mujer, rubia con los labios rojos y los ojos amatistas dio un paso y luego otro marcando su ritmo en el silencioso salón hasta llegar al lado de Ellen y levantar su mano para luego besarla sonriendo como un felino.

Los ojos de Ellen dieron un vistazo hacia su costado, en donde yo estaba y la mujer pareció percatarse de ello porque se giró a observarme y ese blanco rostro se marcó con arrugas en la frente cuando frunció el ceño a contemplarme, confundida.

—Sip, pensé lo mismo cuando la vi. —hablo uno de los Mujtar y la mujer desvió su atención de mi hacia la pareja.



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En el texto hay: romance aventura, destinos enlazados, magia

Editado: 17.01.2020

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