¿Cómo se supone que debía de sentirme?
Acababa de soñar con aquello después de ver aquellas imágenes llenas de sangre y estaba prácticamente congelada.
Había despertado sintiendo que un cuerpo pesado aplastaba el mío, con el frio sudor haciendo que mi cabello se pegara a la frente y después se me había hecho difícil respirar hasta el punto que ahora tenia las adoloridas uñas rotas y magulladas por aplastar con fuerza mis sábanas.
¿Cómo se supone que debía de controlarme?
No había llorado por más que me sentía con tal impotencia, recordando aquel lugar frio y oscuro en el que me había encerrado aquella vez. Yo no había llorado pero quería hacerlo, quería gritar y después quería que alguien me consolara, pero no había nadie más en quien podía recostarme de aquella manera, ni siquiera Ellen…
Me levante percatándome de que el cielo aun no aclaraba y cambie mi pijama de ceda, una que las chispas me habían obligado a usar, con ropa deportiva, sin bañarme porque tenía planeado botar todas mis frustraciones y sudar mucho.
Me sentía débil y nunca desde que tengo memoria me había puesto a hacer algo para olvidarme de los malos recuerdos.
Salí a correr y ese fue el primer día que lo hice.
Así paso una semana con las piernas quemando más y más hasta que al finalizar la semana mi cuerpo cobraba factura de cómo lo trataba.
Había envejecido diez años. Me había descuidado totalmente y todos se habían dado cuenta de ello.
Fue el inicio de la siguiente semana en donde volví a toparme con los tormentos de las clases.
Antes habíamos pintado, meditado, imaginado, practicado y aprendido sobre la magia. Muchos habían estado fascinados la primera semana pero a la siguiente lo que se sentía no era la ingenuidad de la primera semana, sino, la competitividad y capacidad de mejora que diferenciaba a muchos de otros. Fue en la segunda semana en donde se notó a quienes llevaban ventaja, entre ellos estaban, mi compañero, los Ajabu y los jefes de clanes o miembros de otros.
—Escalar necesita de coordinación y trabajo conjunto de sus piernas y brazos por lo que hoy solo iremos cuesta arriba con 200 metros. —hablo el gemelo y la gemela sonrió mostrando sus pequeños dientes.
—No se preocupen en caer, estaremos aquí para ustedes y su profesora Sidria, por si alguien sale lesionado. —hablo ella.
—Eso me tranquiliza. —murmuro una chica sarcasticamente, una que ahora reconocía completamente como la chica Ajabu de tamización, quien después de observarme soltó una risa y encogimiento de hombros.
—A subir. —hablo Sidria tomando el mando del gran grupo y la montaña apareció frente a nosotros en una combinación de ilusión y realidad. Entonces todos empezaron a subir.
Los imite pese a que mis miembros gritaron en protesta y tome lugar entre los más pequeños para no caer, ya que a los grandes poco parecía importarles la seguridad de sus compañeros.
Cerré mi mente porque la Ajabu pensó en lo mismo llendo cerca a mí y solo me concentre en mi acenso percatándome, como siempre, de mi compañero quien lucía completamente alejado de mí, por más ridículo que sonara.
Yo antes era la que me alejaba pero ahora él había tomado el primer paso. Antes había sido yo quien lo evitaba pero ahora era él quien al parecer no quería tener nada que ver conmigo y fue así desde la reunión en la cúpula, por eso me sentí furiosa y frustrada pero lo volví a enterrar como cualquier pensamiento que cada vez parecía salirse más y más de control, desconcentrándome.
—Debo de admitir que no eres lo que pensé, Noite. —hablo la Ajabu a mi delante retrocediendo su paso hasta que yo la alcanzace.
—Ya. —respondí.
—Es decir, eres una Noite, tu gran apellido te respalda y aun así pareces todo menos… una heredera de los grandes clanes.
—No la insultes. —hablo otra chica detrás mío, alguien de quien no me había dado cuenta en lo absoluto hasta que habló.
—Oh, la heredera de Vid, del clan Sellers con el hermano guapo. —se burló la Ajabu y la pequeña Vid solo torció el gesto para ir a mi lado, como una linda princesa que buscaba que la respaldaran.
—Tu piel esta partida —hablo ella dirigiéndose a mí— si quieres puedo curarte eso. —señalo la herida en mi labio sangrante pero yo simplemente negué con la cabeza.
—Prefiero no hacer nada, está bien si demuestro lo descontenta que estoy al estar aquí. —ella sonrió y asintió con la cabeza como si me entendiera.
—De todas maneras, ¿dónde está tu hermano?. —pregunto la Ajabu.
—Adelante, se supone que está teniendo un reto contra los primeros lugares, yo preferí no pelear. —ella siguió subiendo hasta alcanzarme nuevamente.
—Oye, ¿cómo te llamas?. —pregunto la Ajabu.
—Soy Alma. —y se acercó a mí un poco cuando rocas comenzaron a caer en nuestras direcciones, yo simplemente me pegue a la tierra y las evadí.