Nyle me tomo de la mano firmemente y mi cuerpo vibro por el contacto, él también pareció sentirlo porque su agarre se aflojo y entonces yo había cerrado los ojos tratando de que la oscuridad llenase de nuevo mi cabeza pero me sentí débil, como un frágil cascaron y de nuevo todo pareció volverse negro dentro de mi cabeza.
Cuando me gire él estaba parado ahí, frente a mi y junto a Ellen y Jared quien no sabía a qué mirar exactamente.
Me habían hecho una pregunta clave y yo misma había pensado en huir como las veces anteriores, sin embargo contemplándolos a cada uno, cada quien de un mundo tan distinto uno del otro simplemente me di cuenta de lo tonta que era al creer que los problemas se solucionarían solos.
¿Qué harás?
Si, esa pregunta había sido mucho más importante y exacta que cualquiera otra tonta pregunta que hubiesen hecho.
—¿Debo de presentarlos?. —pregunte evasiva y Jared tiro de mi mano para alejarla del agarre de Nyle.
—Sé quién es Ellen pero si, seria agradable que me dijeras quien es el tipo con olor a viento. —apreté la mandíbula y tire mi mano de vuelta justo cuando Ellen había levantado una mano para hacer lo mismo que había hecho Jared.
—Un compañero de clases. —respondí.
—Creí que al menos entraría en la categoría de amigo, Lesa. —negué con la cabeza frustrada. ¿Qué se suponía que debía de decir?
—No hay aun ese nivel de confianza Nyle.
—¿En serio? Porque que yo recuerde claramente solías creer que nuestro encuentro había sido destinado hace unos cuantos años.
—Diez años Diena. —masculle y él sonrió conforme.
—Lo recuerdas, me estaba hartando de que fingieses no acordarte de aquello.
—Jared, no te comas al heredero del clan Tag. —hablo Ellen y fue ahí cuando recordé que ellos estaban con nosotros. Me avergoncé de aquello.
—¿Quién eres?. —pregunto Nyle nuevamente a Jared quien en las dos veces anteriores había ignorado a aquella pregunta sin embargo aquel no pareció ser el caso porque me tomo de la cintura con posesión y lo enfrento.
—Soy Jared Gin, y soy el prometido de Lesa.
Bien, creía acordarme de Jared pero con su declaración me acorde también de otras cosas, cosas como el cariño que mi padre le había tenido y del como en base a ello me había comprometido con él y este mismo había dicho que me haría su esposa cuando fuese mayor de edad.
Ellen no sabía eso y era por lo ridículo que sonaba, pero había una manera de probarlo y eso se encontraba en el símbolo de pareja que se almacenaba en un par de pendientes con su estigma, uno para mí y uno para él quien después de observarme ladeando la cabeza, hizo distinguir aquel pendiente en la parte alta de su oreja.
—¿Prometido?
—Si.
—No es cierto, ¿verdad?. —hablo Nyle.
—Lesa es la que tiene la última palabra pero si, ambos estamos comprometidos. —respondió Jared sonriendo victorioso.
—Jared, te estás pasando.
—Con todo el respeto Ellen, no eres nadie para hablar sobre el asunto.
—Suficiente —me zafe del brazo de Jared y suspire—. Hace unos minutos estaba casi muerta y ahora me están tratando como si fuera un pedazo de carne, iré a descansar.
—Lesa. —Jared me alcanzo.
—No Jared, ahora no. Después encontrare el tiempo para llamarte pero ahora solo…
—Lo siento. —me detuve asi tambien como toda sensacion que almacenaba en mi y con temor gire a ver al intrigante chico, aquel quien se habia disculpado.
Jared había cambiado, pero aquel niño tierno que parecía haber desaparecido aún se hallaba en sus ojos.
Su cabello le llegaba hasta el cuello y caía en suaves ondas sobre un costado de su frente, su nariz seguía igual de respingona pero su mandíbula y pómulos se habían marcado más, así como todo ese cuerpo que aunque pareciese no combinar con su pequeña cabeza, lo perfeccionaba a él.
—No te disculpes. —hable.
—No, yo debí de haber estado contigo, te lo había prometido pero entonces mi familia…
—Lo entiendo Jared, no necesitas decirlo.
—No pude volver Lesa, yo desee hacerlo pero apenas hace unos días en los que estoy aquí y cuando pregunte por ti dijeron que no tenían noticias sobre la última Noite. Yo, me enteré apenas hoy con lo que le sucedió a tu padre y tu...
—Jared. —y mire atrás, lugar en donde todavía están aquellos dos observándonos, ambos de manera tensa.
—Lo lamento. —suspire y deje caer mis hombros rendida.
—Yo también —respondí y seguí caminando—. Luego hablaremos, mi mejor amigo. —y eso fue todo.
Cuando regrese a mi habitación mis tres chispas me esperaban en sus tamaños grandes y sin decir nada prepararon el baño para mí y me consintieron.
Pedí que me trajeran comida y cuando lo hicieron al fin pude quitar el sabor a amargo que tenía en la lengua, como de café pasado, asi me quede dormida sin esperar a lo que sucedería al día siguiente.