Titulares Del Corazón

Capítulo 11

Ethan

Me quedé inmóvil, sintiendo el peso de Chloe y el pulso agitado de la noche. Davies y yo nos observamos en el silencio que solo el ronquido superficial de Winston rompía. El profesor no tenía que decir nada; su rostro demacrado, el traje arrugado, todo gritaba culpa y humillación. Pero necesitaba los hechos.

Davies se levantó con cautela y caminó hacia la máquina de café en la esquina, sirviéndose un vaso de espuma turbia. Cuando regresó, se sentó frente a mí, con la voz apenas un susurro que no llegaría a los oídos de Chloe.

—Me equivoqué al confiar en una persona. —comenzó Davies, sin mirarme—. Los archivos que buscas... son correos electrónicos. Ella empezó pidiéndome favores. Horas extra de tutoría, buenas notas. Yo... me negué. Cuando vio que no iba a conseguir lo que quería por la vía académica, cambió.

Hizo una pausa, la mano temblando ligeramente al sostener el vaso.

—Empezó a enviarme mensajes. Primero, insinuaciones. Luego, amenazas directas. Dijo que tenía pruebas de que había cruzado la línea profesional. Falsificó capturas de pantalla de chats, manipuló correos. La universidad no quería un escándalo, especialmente uno de acoso sexual. Ni siquiera revisaron las pruebas a fondo. Me forzaron a firmar ese acuerdo de confidencialidad y a renunciar en el acto. Dijeron que era una “emergencia familiar”

Sentí un escalofrío. Mi padre usaba el mismo manual, solo que a una escala corporativa.

—¿Quién es ella? —pregunté, mi voz tan baja como la suya.

Davies tragó saliva, mirando hacia Chloe, durmiendo en mi hombro.

— Una estudiante. Una que trabaja muy cerca de Chloe, pero que solo fue un señuelo. Esa persona me chantajeaba, sí, pero su lenguaje... el nivel de detalle sobre el Highland High... no era de una estudiante. Yo creo que alguien la estaba manipulando, alguien que sí quería ver mi carrera destruida. Y tú puede que tengas la razón, Thorne. En algún lugar debe estar esa información nada se borra de internet.

—¿Y quién es ella?

El profesor se acerco y me susurro su nombre al oído.

La revelación me dejo en el sitio. Me lo había imaginado de otra persona. Estaba claro que había perdido el toque. Entonces es ella. Y yo que solo me quería divertir con alguna historia que me mantuviera ocupado, confieso que las expectativas fueron superadas y arrasadas.

—Esto es peor de lo que pensé —murmuré.

—¿Y tú por qué estás aquí? —me preguntó Davies, con un tono de súplica—. ¿Por qué arriesgas todo esto? Tu padre... él no te lo perdonará.

—Alistair Thorne — es lo único que sale de mi boca. —Ahora, necesito que ella me dé la contraseña de esos archivos. Usted la convence.

Davies asintió con una lentitud resignada. En ese momento, Winston emitió un pequeño quejido y se removió. El sonido fue suficiente para romper el hechizo.

Chloe se despertó.

Abrió los ojos. Por un segundo, me miró con una confusión total. Luego se dio cuenta de dónde estaba: en mi hombro, con mi brazo ligeramente alrededor de ella. Se enderezó de golpe, la vergüenza recorriéndole el rostro.

—Yo... lo siento. Me quedé dormida —murmuró, su rostro ya volviendo a su máscara de hielo.

—No pasa nada, P. Estás agotada —dije, disfrutando de la breve calidez que se había ido.

—Profesor, ¿Winston está...?

—Mejorando —intervino Davies, su voz más firme. Miró a Chloe, luego a mí—. Chloe, Thorne sabe más de lo que crees. Y tiene razón en algo. Yo no puedo hablar. Pero tú sí.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Chloe, mirándonos a ambos con sospecha.

Davies me señaló. —Él necesita los archivos que usaron para chantajearme. La copia original de todos los correos. Lo que sea que la persona que... me incriminó haya usado. Él cree que tú los tienes en tu servidor.

Chloe me miró, y su rostro se tensó. Ella era una muralla, lista para ser atacada.

—No te daré acceso a los archivos —declaró con frialdad—. Allí no hay nada, yo los revisé con cuidado y no encontré absolutamente nada.

—¿Segura? —Mi voz se endureció. Me incliné hacia ella, acercando mi rostro—. Yo revisaría mejor, sin ánimo de ofender, pero se me da el descubrir cosas. —Ella me mira fijo, escrutándome, porque anteriormente no había sospechado de ella. —…Y Davies me acaba de decir que la chantajista es alguien en tu equipo —solté, el golpe directo y sin rodeos—. Alguien lo suficientemente cerca de ti como para saber todo. ¿Crees que eres tan precisa? P abre los ojos. Estás protegiendo la verdad que te va a volar la cara.

El aire vibró entre nosotros. Ella analizó la información: la chantajista es alguien cercano. Su precisión estaba luchando contra la traición.

—Dame la ubicación de esos archivos en el servidor—presioné—. Yo haré el resto. Te cubro. Cubro a Davies. Y cubro a Winston. Pero el tiempo se acaba. Ya casi amanece. Si no lo hacemos ahora, tendrás que devolver a Winston a escondidas, y rezar para que nadie se entere.

Chloe se levantó, se fue a la ventana y miró la luz grisácea que comenzaba a aparecer en el horizonte. Se giró hacia mí. Sus ojos estaban llenos de desesperación.



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En el texto hay: humor amor, egocéntrico, química explosiva

Editado: 14.10.2025

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