Titulares Del Corazón

Capítulo 19

Chloe

Ya el mal estaba hecho, ¿Qué podía hacer? Umm, si, hablar con el idiota que lo hizo posible. Fui a su casillero, a su clase de Economía, e incluso a la biblioteca, nada. Vacío.

La última vez que lo había visto, ayer, antes de salir como flecha disparada de su penthouse. Y la última vez que sentí que el caos tenía sentido fue cuando casi me caigo en el barro y él me sujetó. La verdad era que estaba hecha un lio y en este momento solo quería hablar con una persona y sabia donde podía estar.

Conduje como si estuviera huyendo de algo, si, de la bomba que estallara luego. Al llegar, subí en el ascensor sintiendo que mi cuerpo me pesaba, lo cierto era que no quería, pero debía. Pero por alguna razón loca me siento tranquila ¿es eso posible? Se que la bomba explotará, y mi cara va a ser su principal objetivo, el director Sterling de seguro ya preparó mi expulsión. Entonces ¿qué es lo peor que puede pasar?

Solo quiero saber por qué.

Tuve una sensación rara al salir del ascensor, muy distinta a la de ayer cuando sentí que salía con el rabo entre las piernas. Hoy a pesar de la tranquilidad no siento nada. Algo así como la calma antes de la tormenta. La puerta de su penthouse no estaba bajo llave. Entré sin llamar. El penthouse no estaba en silencio; de hecho, parecía la escena de un crimen culinario.

Ethan estaba de espaldas a mí, inclinado sobre una isla de cocina cubierta de humo gris. Llevaba una camiseta de pijama ridículamente holgada y calcetines antideslizantes de rayas —Nunca lo hubiera imaginado— Estaba luchando contra algo que se parecía sospechosamente a una mezcla de avena solidificada y espuma blanca.

— ¡No, no, no! —lo escuché gruñirle a la olla—. ¡No! —Gruñó — no necesito una erupción volcánica! ¡Por Dios! Seguro esto no le pasaría a…— Calló.

Me crucé de brazos, reprimiendo una sonrisa.

—¿A quién? A ¿P? —dije, usando mi propio apodo en voz alta por primera vez—, eso— le dije mientras señalaba — parece haberle declarado la guerra a la estufa.

Se enderezó de golpe. Sus ojos, normalmente fríos y medidos, estaban ligeramente inyectados en sangre por el humo, y sus mechones de pelo oscuro le caían sobre la frente de una manera que me pareció peligrosamente vulnerable.

—Chloe. No te esperaba… tan pronto—dijo, intentando sonar tranquilo mientras apartaba la olla humeante. Se aclaró la garganta.

—Vengo por el titular y por mi dije —respondí, entrando a la cocina.

Él suspiró.

—Mira, sobre la publicación...

—Ahorra el aliento, Ethan. Sé que fuiste tú. Es un movimiento maquiavélico, propio de alguien como tú, solo que esta vez fue para salvarme a mí, aun cuando es todo lo contrario. Creaste la cortina de humo perfecta. Quiero saber ¿Por qué? ¿Cómo se siente ser la combinación perfecta de genio ególatra y justiciero con tiempo libre?

Hizo un gesto ambiguo con la mano, como si el titular más explosivo de la historia de Highland High fuera un detalle menor.

—Considera que te he salvado de la 'Y' morada que te convertía en un meme. Ahora, ¿por qué no te tomas un café? Si logro que la máquina funcione.

—No. Quiero el dije. Y quiero saber de dónde sacaste toda esa información, estoy más que segura que de los archivos que yo tenía no fue. Y además ¡acabas de poner mi beca y el periódico en la mira de un litigio millonario y de seguro mi expulsión de instituto! — a este punto ya mi voz era un manojo de tristeza. Porque así no fue como me lo imagine.

Él me miró con una sonrisa lenta y astuta, la sonrisa que me había encantado desde el primer día.

—El dije está aquí —dijo, sacando del bolsillo del pijama la cadena de plata con el dije morado. Lo hizo girar lentamente, atrayendo mi atención—. ¿Lo quieres? Tendrás que venir por él.

—¡Santo Dios no quiero jugar! Solo quiero que me expliques porque

—Ven por él— ignoraba por completo lo que acababa de decirle.

La sonrisa de Ethan era una traición. No era la sonrisa de un amigo ayudando, sino la de un depredador saboreando su victoria. Y mi dije morado, el único recuerdo tangible de que yo pertenecía a ese futuro que mi madre tanto anhelaba, era su rehén.

Di un paso. Luego otro, sintiendo que cada centímetro que me acercaba a la isla de la cocina era un paso más hacia la zona de peligro. Aun contando de que a este punto ya mi sangre hervía por como se estaban dando las cosas.

—Dámelo, Ethan —dije, tratando de mantener mi voz firme, pero la urgencia se escapó en un susurro.

Él levantó la mano que sostenía la cadena, elevándola por encima de mi cabeza.

—Ven por él, P.

—¿Me estás desafiando?

—No. Estoy creando un punto de entrega —respondió, su voz bajando a un tono grave que hizo vibrar algo en el centro de mi pecho.

Tuve que acercarme. Mi mano se estiró. No importaba que estuviera usando esos calcetines de rayas ridículos, o que oliera ligeramente a café quemado; él seguía siendo Ethan Thorne, la definición de “peligro”. Estaba tan cerca que podía oler su colonia, si, esa. Sándalo

Salté, fallando miserablemente en alcanzar la cadena. En el movimiento, me apoyé en el mostrador de la cocina y mi rodilla golpeó accidentalmente la olla humeante que él había dejado a un lado. El vapor residual subió.



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En el texto hay: humor amor, egocéntrico, química explosiva

Editado: 04.11.2025

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