Chloe
Varios meses después.
El sol de mayo era indulgente, muy diferente a la bruma fría de aquel lunes. El aire denso del verano y la libertad de la graduación que ocurriría en semanas. Todo había pasado muy rápido desde aquel día. Estaba sentada en un banco de hierro forjado en el parque principal, con un helado de vainilla que se derretía más rápido de lo que podía lamerlo. La gente paseaba perros, los niños gritaban. Sonaba a paz.
Mi mente era una pizarra borrada, o al menos, intentaba serlo. Sí, la fachada falsa era mi superpoder. En los últimos noventa días lo había usado para seguir adelante y no salir corriendo.
Toco mi dije que sigue colgado de mi cuello, el dije de Yale. Me recuerda cada día lo que no tuve y perdí: la inocencia de un futuro sin complicaciones. El dije era un “los pies en la tierra”, pero también el recordatorio de la cadena que me une a algo que quizás haya perdido el sentido para mí. Nunca en mis casi dieciocho me había sentido tan perdida. Todo perdía sentido, como si nada me importara y no por ele hecho de mentir, que era algo totalmente nuevo, sino porque nunca volveré a tener esta edad, y creo que me he olvidado de lo mas importante. Vivir.
Ethan. Después de esa mañana en su penthouse, la mentira que había tejido con ese “Gracias, Ethan” se había convertido en un volcán a punto de estallar hasta que estalló. Lo había manipulado para exponer una verdad, y a cambio, él me había salvado.
Una sombra se cernió sobre mí. Levanté la mirada y vi a Lucas, con sus gafas ligeramente torcidas y una pila de cómics bajo el brazo. Acordamos en vernos como cada sábado.
—P, ¿meditando sobre la insignificancia de la existencia humana de nuevo? —bromeó, sentándose junto a mí. Ahora mi apodo permanente.
—Pensando en lo irónicas que son las cláusulas de confidencialidad —respondí, con un tono seco.
—¿Tú crees que Sterling sigue buscando los archivos? —Lucas se rió, el sonido de su alivio era evidente.
— ¿Recuerdas esa semana? Dios. Nunca en mi vida tuve que formatear tantos backups y documentos falsos. Tuvimos que crear una historia tan intrincada que incluso Ethan se sorprendió.
Lucas se acomodó las gafas, su mirada volviéndose técnica.
Flashback 1
El Escándalo y mi expulsión
Nahhh. Después de lo que pasó con la junta directiva y el Departamento de Educación, a Sterling le bastó con culpar a la “piratería externa”. En un principio, la culpa iba a ser mía, obviamente. Pero, bajo las instrucciones de Ethan, borré el rastro del código que nos incriminaba. Eso dejó un vacío. Así que Ethan, con una velocidad de reacción que dio miedo, hizo dos cosas: uno, presentó el informe de que la seguridad del servidor era “demasiado buena, por lo que solo un hacker profesional pudo haber entrado”. Y dos, y esto es lo mejor, me dio las coordenadas exactas para inyectar un troyano de apariencia “barata” en el servidor, uno que dejara una huella digital que simulaba ser de un servidor genérico y de baja seguridad.
Me detuve, revisando a mi alrededor. Giré el cuello tan despacio que sentí el crujido de mis vértebras, como si el director Sterling pudiera aparecer en cualquier momento detrás de un arbusto y escuchar mis pensamientos. Así de paranoica me sentía al siquiera pensar en ese momento. No podía enterarse nadie. Era una información clasificada que solo yo, el falso culpable y mis leales secuaces conocíamos.
No olvidaré la adrenalina. La sentí a cada segundo, cada minuto que transcurría en la sala de edición esa mañana al regresar de nuevo al instituto. Era como si el mundo se hubiera puesto en cámara lenta. Recuerdo la urgencia de todos esa mañana, rogábamos porque todo saliera según el plan. Era el silencio más ruidoso que jamás había experimentado.
Los técnicos de la escuela encontraron esa huella en menos de una hora, una que Ethan con ayuda externa habían dejado. Fue como si un criminal dejara caer su billetera barata en la escena del crimen, solo que era falsa. Fue una piratería barata, pero el informe de Ethan su genialidad manipuladora convenció a la junta de que alguien de fuera quería perjudicar a Highland High. No podían culparme o a Ethan si la evidencia apuntaba a una amenaza externa.
—Chloe, nos botaron... —dijo Lucas, con ironía sacándome de mis pensamientos. —Sí, a todos nos suspendieron, pero por “ineficiencia del equipo editorial”, fue un intento de Sterling de salvar su cuello. Pero a ti... no te botaron. Te suspendieron dos semanas, por “comportamiento inadecuado en eventos no escolares” —la cara se le contrajo de asco—. Fue un intento ridículo de salvar las apariencias. Pero el director no pudo hacer más. Ethan y tú presentaron un informe técnico tan denso sobre la falla del servidor que le dio dolor de cabeza a la mitad de la junta. En esencia, no te expulsaron. Te castigaron por borracha, no por conspiradora.
Reímos, Lucas enseñando sus perfectos dientes blancos, y yo… mi risa no llegaba más allá de un movimiento en mis labios. Aun me pesaba el cómo había terminado todo.
—Gracias a Ethan —murmuré, lamiendo el helado que goteaba.
—Gracias al Ególatra con Corazón —me corrigió Lucas, y sonrió.
De repente, Lucas señaló a la entrada del parque.