La terminal 5 de Heathrow era un caos de despedidas y reencuentros, pero en nuestra pequeña burbuja, el tiempo parecía haberse detenido.
Ethan llevaba las manos en los bolsillos de su abrigo largo. Parecía más tranquilo que en años, como si al dejarme ir, hubiera encontrado una extraña paz. —¿Sabes? —dije, intentando que mi voz no temblara—. Archie me dijo que te habías convertido en un ermitaño porque vivías encerrado en la torre del Chronicle.
Ethan sonrió de medio lado, una sonrisa triste pero honesta. —Archie tiene razón. Me volví un ermitaño porque era la única forma de protegerme. —Me apartó un mechón de pelo de la cara—. Después de que te fuiste la primera vez, el mundo perdió su color. Me encerré en el trabajo para no tener que sentir la ausencia. Era más fácil lidiar con la universidad, documentos y mentiras corporativas que con el hecho de que me faltabas tú.
Me mordí el labio, conteniendo un sollozo. —No te encierres de nuevo, Ethan. Prométemelo. —No lo haré. Ya no. —Sacó una pequeña caja envuelta en papel negro de su bolsillo y me la entregó.
La abrí. Dentro había una pluma estilográfica negra con detalles en oro rosa y una libreta de cuero suave, con mis iniciales grabadas: C.P. (Chloe P).
—Para que no olvides quién eres —dijo él.
La megafonía anunció mi vuelo. El momento había llegado. Me lancé a sus brazos, aspirando su aroma por última vez. El beso fue desesperado, lleno de promesas que quizás no se cumplan.
Cuando nos separamos, él mantuvo mis manos entre las suyas. —Vete, Chloe.
Empecé a caminar hacia el control de seguridad, sintiendo que dejaba mi corazón atrás. Me detuve antes de cruzar las puertas automáticas y me giré. Él seguía allí, inmóvil entre la multitud que corría, un faro de calma en el caos.
—¡Escribe la historia, P! —me gritó Ethan, su voz elevándose por encima del ruido del aeropuerto, con una sonrisa que alcanzaba sus ojos por primera vez en mucho tiempo—. ¡Yo estaré allí para leer el primer borrador!
—¿Es una promesa? —le grité de vuelta.
Él asintió, llevándose la mano al pecho. —No es un adiós. Iré a buscarte.
Lo vi darse la vuelta y caminar hacia la salida, ya no con los hombros cargados por el peso del mundo, sino con la determinación de un hombre que tiene un destino al cual llegar.
Sonreí, apretando la libreta contra mi pecho, y crucé la puerta. Tenía una historia que escribir, y sabía exactamente cómo empezaba.
FIN
Nota de ésta autora: Hemos llegado al fin de esta maravillosa historia. Agridulce como siempre para mí. No me gustan los finalessss :(
...y menos si no estan juntitos, peeeero en mi defensa.... umm no tengo defensa... je je je
Estoy indecisa si escribo o no un epilogo. Cuentenme ustedes quieren saber si terminaran juntos o no? se los dejo en sus manos.
Chauuu ;)