La ciudad estaba envuelta en una bruma densa que parecía absorber los sonidos. Cada calle desierta, cada farol titilante, tenía el potencial de ocultar enemigos o revelar aliados inesperados. Flor avanzaba con cautela, su mirada recorriendo cada sombra, cada rincón. Hugo estaba a su lado, respirando con calma, pero con la tensión visible en cada músculo de su cuerpo.
—Siento que algo se acerca —susurró Flor, apretando el arma contra su pecho—. No es solo Enzo… hay alguien más.
Hugo asintió, sus ojos buscando señales de movimiento. La intuición de Flor rara vez fallaba, y él lo sabía.
—Mantente alerta —respondió—. No podemos permitirnos errores.
Al llegar a un callejón, la tensión se cortó de golpe. Un grupo de hombres armados emergió de la oscuridad, pero no eran los típicos secuaces de Enzo. Sus movimientos eran precisos, coordinados, como si conocieran cada paso que Hugo y Flor darían.
—Trampa —murmuró Hugo—. ¡Cúbrete!
Flor se movió con rapidez, usando la cobertura del callejón y respondiendo con disparos precisos. Cada enemigo derribado dejaba espacio para avanzar, pero también revelaba que la situación era más compleja de lo que habían anticipado.
De repente, una figura emergió entre la bruma: era alguien que ambos reconocieron de inmediato. Una sombra del pasado, alguien que creían aliado pero cuya lealtad siempre había sido incierta: Marco, ex socio de Hugo, ahora trabajando con Enzo.
—Marco —gruñó Hugo, con los dientes apretados—. ¿Cómo…?
Marco sonrió con frialdad, el arma apuntando directamente hacia ellos.
—Hugo, Flor —dijo—. Siempre tan predecibles. Pero no se preocupen, he venido a poner todo en su lugar. Enzo me ofreció una oportunidad que no podía rechazar.
Flor frunció el ceño, su corazón latiendo con fuerza. La traición era un veneno que se sentía incluso antes de ser golpeado.
—¡Traidor! —exclamó Hugo, avanzando con decisión—. No permitiré que destruyas todo lo que hemos construido.
El enfrentamiento fue inmediato. Disparos, esquives y movimientos estratégicos llenaron el callejón, un baile mortal donde cada segundo podía ser el último. Flor y Hugo trabajaban en sincronía perfecta, anticipando los movimientos de Marco, pero él parecía conocer cada táctica que habían usado antes.
—Está jugando con ventaja —jadeó Flor mientras se cubría tras un contenedor—. Necesitamos un plan B.
Hugo asintió, reconociendo la urgencia. Sus ojos se encontraron, y sin palabras, comprendieron que la improvisación era ahora la única opción.
Flor lanzó un objeto explosivo hacia la entrada del callejón, creando una cortina de humo que les permitió reposicionarse. Marco, sorprendido por la táctica, retrocedió un instante, lo suficiente para que Hugo lo desarmara y lo dejara incapacitado temporalmente.
—Esto no termina aquí —gruñó Marco antes de desaparecer entre las sombras, dejando un rastro de amenaza latente.
Flor respiró hondo, recuperando la compostura. La traición de Marco les recordaba que en esta guerra, los enemigos podían surgir de cualquier lugar, incluso de quienes creían cercanos.
—Tenemos que avisar a María —dijo Hugo—. Ella debe saber que Marco está involucrado. Si él encuentra la manera de alinearse con Enzo, será un problema mucho mayor.
Mientras tanto, en un edificio abandonado en las afueras de la ciudad, María observaba los monitores con preocupación. La señal de Hugo y Flor parpadeó, mostrando brevemente la intensidad del enfrentamiento. Sabía que cada segundo contaba.
—Esto se está complicando —murmuró para sí misma—. Si Marco se une a Enzo, tendremos que replantear toda la estrategia.
Su mirada se centró en un mapa digital, trazando posibles rutas de escape y contraataque. La guerra no solo era de fuerza, sino de inteligencia y anticipación. María entendía que cualquier error podía costarles la vida a todos.
—Flor, Hugo —susurró—. Cuidado. No podemos permitirnos bajas innecesarias.
La noche avanzaba, y la tensión en las calles no disminuía. Cada movimiento estaba cargado de peligro, cada sombra un posible asesino. Flor sentía cómo la adrenalina y el miedo se mezclaban, una combinación que la mantenía viva y alerta.
—Tenemos que dividirnos —dijo Hugo, bajando la voz—. Yo me encargaré de Marco, tú sigue hacia la zona segura y comunica a María.
Flor asintió, confiando en él, aunque la idea de separarse la llenaba de incertidumbre. Cada paso era un riesgo calculado, cada decisión un desafío a la muerte misma.
Con sigilo, avanzó por calles laterales, evitando ser detectada. La ciudad parecía un laberinto que conocía mejor que ellos mismos, y cada sombra podía ser su aliada o su enemigo.
Al llegar a un punto de reunión previamente acordado, Flor activó la comunicación segura con María:
—María, tenemos un problema —dijo—. Marco está involucrado. Necesitamos refuerzos y una nueva estrategia.
—Entendido —respondió María—. Estoy movilizando al equipo. Prepárense para lo que viene.
Flor respiró hondo, sabiendo que la batalla estaba lejos de terminar. Cada traición, cada emboscada, solo fortalecía la resolución de quienes luchaban por sobrevivir y proteger lo que amaban.
Enzo, desde su despacho, observaba los movimientos con una sonrisa calculadora. Sabía que la aparición de Marco complicaría el panorama para Hugo y Flor, pero también era consciente de que subestimarlos podía ser fatal.
—Que jueguen —susurró—. Pero recuerden, no hay lugar para los débiles. Cada movimiento equivocado los acercará más a su final.
El enemigo era implacable, pero la determinación de Hugo, Flor y María comenzaba a forjar un frente sólido, uno que incluso las sombras más oscuras tendrían dificultad en penetrar.
La noche se cerró sobre la ciudad, testigo de traiciones, estrategias y promesas silenciosas. Cada pieza en este tablero mortal estaba en movimiento, y la próxima jugada definiría quién sobreviviría y quién caería.
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es un libro diferente espero te guste, es un libro que te atrapa al deseo, es un libro de mafia
Editado: 30.08.2025