To love you

Capítulo 1: La intromisión

Cada persona disfruta de su tiempo libre como mejor le parece. Imagínense las cosas maravillosas que podríamos hacer con ese tiempo, pero es una lástima que muchos de nosotros no lo aprovechemos como es debido. O debería decir, 'todos no lo hacemos'; y por ello continuamente nos excusamos de nuestra falta de organización, incluyéndome, pues, ¿adivinen quién tenía examen mañana pero pasó toda la tarde con su novio?

Sí, fui yo.

Algunos pueden afirmar que fue un tiempo perdido, pero yo nunca lo haré, porque no me arrepentí de haber pasado esa bella tarde al lado del chico que robaba mis suspiros, que hacía que mi corazón baile break dance, quien con solo mirarme —con esos lindos ojos cafés— me hacía sonrojar y que con su voz me hacía sentir segura. ¿Cursi? Para nada. Él provocaba eso en mí y más.

Arrojé mi celular sobre mi cama, estaba a punto de volver a llamarlo para saber si volvió sano y salvo a su casa. Pero mi soliloquio de hace un momento hizo despertar nuevamente mi lado responsable y estudioso... Pero, ¿qué podía hacer? ¿Y si no llegó a casa o le pasó algo malo?

Lo llamé. En la segunda timbrada, él me contestó.

— Aló, amor—pronunció con ternura y automáticamente sonreí— ¿Ya estás estudiando? Es un examen de Química, Jecka. En la clase del "Topo" no puedo ayudarte, ya sabes que él nos vigila como si tuviera cien ojos.

— Tony—solté un suspiro y la sonrisa se esfumó de mis labios cuando él mencionó a mi profesor favorito—¿Tú ya estás en casa, amor? —le dije esperando que con eso cambiase de tema.

— Sí, sano y salvo —respondió e imaginé que él sonreía al decir eso— ¿Pero, tú ya estas estudiando? ¿O no? —Yo solté un leve murmullo en modo de protesta.

Quise decirle que no se preocupara, que yo había estado desde hacía una semana repasando el curso que odio, pero él bien sabe que no fue así. Ya que me tuvo loca toda la semana pasada obligándome a estudiar junto con él y yo me negaba diciéndole que tenía todo bajo control.

¡Control mis polainas!

Yo ni siquiera sabía en dónde estaba parada en la clase del "Topo", para mí, era como si él hablase en chino tradicional con una mezcla de japonés y taiwanés.

—Ehm... Sí, ya estoy en eso —mentí. Y él sin dejarme reaccionar me preguntó:

— ¿A ver, por qué tema vas? —noté su voz incrédula y para no levantar sospechas, me levanté ágilmente de mi cama y fui a mi escritorio. Mi cuaderno de Química estaba allí —en el rincón—, debajo de todos mis libros y encima de todos ellos estaba una galleta oreo a medio comer. Lo saqué con cuidado, todo en un milisegundo, pero como no era Flash ni cuidadosa mis libros se desplomaron hacia el suelo— ¡Fito, sal de aquí! Este gato loco —grité para hacer aparecer a mi gato imaginariamente, ya que él probablemente estaba durmiendo en la cocina. Controlé mi desesperación y abrí mi cuaderno de química, por suerte encontré un tema subrayado de color rojo—. Ácidos —le respondí.

— Oh, ya veo. ¿Recién por el primer tema? —Dijo con un tono que emitía decepción—. Bien, te dejaré estudiar tranquila, amor. Nos vemos mañana. Recuerda que debes sacar por lo menos setenta puntos sino irás al curso de aplazado.

Me sentí mal por mentirle, pero no lo pude evitar, no quería que se decepcionase; aunque sabía que él de cierto modo intuía que, como era usual, sacaría un puntaje menor al de cincuenta.

— Descansa, Tony. Te veré mañana. Te mando un beso —le respondí ocultando mi culpa.

— Yo, un beso y un abrazo, mi Jecka.

Dejé mi celular al lado de mi mesita de noche, configurando mis diez alarmas allí. Luego me estiré para comenzar mi carrera contra el tiempo. Debía aprender a sacar las fórmulas de los ácidos, los básicos, los alcalinos, los hidrocarburos, carburos y no sé qué otras cosas más en cuatro horas, porque después de la media noche no podía aguantar el sueño y madrugar menos.

¿Pero, cómo demonios lo iba a hacer? ¿Si ni tabla periódica tenía?

Entiérrenme, por favor.

Era el peor caso de la enfermedad "Químicafobia". A pesar de ello, contaba con mi plan C, sí, "C" de Chaser. Mi hermano estaba en la universidad y estudiaba Farmacia y Bioquímica.

Sin perder más el tiempo, encendí mi laptop e imprimí una tabla periódica, luego recogí mi cuaderno y mi libro de Química junto a mi preciosa cartuchera de "Hello, Kitty" (sí, fue un regalo de Tony). Me dirigí al cuarto de Chaser, el cual quedaba a la izquierda justo al lado del mío, y toqué su puerta blanca y no oí respuesta alguna. Entré y no había nadie. Me asomé por la escalera y desde allí le pregunté a mi madre:




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