To love you

Capítulo 2: Chica estudiosa

Sentí un poco de frío y siempre sentía eso cuando algo o alguien me producía un fuerte disgusto, como el de hace un rato con aquel chico bravucón.

Tony, Britany y yo salimos del aula de Historia dirigiéndonos directo al comedor, no usamos el atajo porque el profesor Finch de Historia nos echó del aula. Nos quedaba aún quince minutos antes del cambio de hora y por ello teníamos que apurar nuestro paso. Nick estaba ya sentado en la mesa, esperándonos. Caminamos entre el tumulto de jóvenes que disfrutaban de sus almuerzos y saludé a algunas de mis amigas y conocidas. Al acomodarnos en nuestros lugares, Nick nos reclamó por nuestra tardanza. Pero fue apaciguado por su novia al regalarle un beso. Un húmedo beso.

Y los regaños de parte de ellos no se hicieron esperar. Aunque solo me aconsejaron no volver a preparar un "acordeoncillo" para los exámenes. Qué bueno que ellos no imaginaban que ya tenía planeado mejorar mi táctica sino la regañada hubiera seguido hasta la hora de salida.

— Sí que eres tonta, Jess. Ni siquiera sabes hacer trampa y te aventuras a hacerla en la clase del Topo —me reprochó Nick con la boca llena de su sándwich de jamón.

— ¡Ya cállate, Nicolson! —Espeté irritada—. No me lo sigas recordando... —dije y le di una mordida feroz a mi sándwich de pollo. A él le pareció divertido sacarme de quicio porque me regaló una sonrisa burlona. ¡Oh! Y olvidé mencionar que el nombre de este tipo era Nicolás Nicolson. Pero le decimos Nick.

Tony y Britany solo se reían por las pequeñas rencillas que Nick y yo teníamos. Y cuando ello se subía a otro nivel, los dos siempre me defendían a mí y amonestaban a Nick; porque yo era la princesa y el ogro.

— ¿Cómo te fue en el castigo? —me preguntó Britany. Ella bebía de una botella de agua mineral. Siempre cuidaba su figura y comía alimentos balanceados, no como yo. Pero aunque yo comiera toda clase de comidas mi peso no variaba. Esa era una bendición para mí. ¡Tragar sin engordar! ¡Yupi!

— Aburrida —contesté—. Ni siquiera estaba Fiona allí —Fiona era el apodo de una profesora rechoncha y de edad madura que cuidaba a los que iban al aula de castigo, ya estaba a punto de jubilarse y como no podía ser la entrenadora de vóley, pasaba el tiempo allí, cuidando. Aunque como pocas veces castigaban a los alumnos, ella pasaba tiempo junto a la nueva entrenadora, dándole algunos consejos—, pero me topé, al salir de allí, con unos chicos. Digo —me corregí a mí misma—, con un chico y una chica. Y el ambiente no era nada ameno —proseguí comentando, ya que mis amigos parecían ponerle más atención al asunto—; así que les pregunté qué pasaba y el que parecía un bravucón fue muy grosero conmigo. Pero al final, la chica dijo que todo estaba bien así que tuve que dejarlos.

— ¿Un bravucón? ¿Sabes quién es? —inquirió Tony frunciendo el ceño.

— Era un tipo alto, de cabello oscuro. No sé su nombre. Jamás me había percatado de alguien como él —respondí para tranquilizarlo.

— ¿Eh? Pues anda a saber cuántos aquí encajan en esa descripción —se quejó Nick.

— Es cierto —afirmó Britany dando otro sorbo a su botella—. Pero estuvo bien que los dejarás. ¡Imagínate si era una discusión de pareja!

No había pensado en esa posibilidad. Aunque ellos no se veían como una y no imaginaba que pudieran serlo. ¡Eran tan diferentes!

— Bueno. Ya no importa —concluí la conversación. Ya no quería seguir dándole importancia, a pesar de que al recordar a ese chico mis nervios se enervaban nuevamente.

El sonido de la campaña nos avisó que debíamos volver a clases. La siguiente que nos tocaba era Matemática, ese si era mi campo. ¡Yo era como un pez en el agua en ello! Lástima que yo estaba en una clase avanzada, así que mis tres amigos se fueron a sus clases normales sin mí.

Me despedí de Tony con un tierno beso y él quedó en esperarme a la hora de la salida en su auto.

Fui a mi casillero para sacar mi libro de matemáticas y como cada viernes, desde hacía ya un mes, encontré una nota allí. Que siempre decía lo mismo.

<< Ve al George Park a partir de las ocho. Te encontrarás con una gran sorpresa.

De: La persona a la que le darás las gracias algún día>>.

Leí la nota y la estrujé. Nunca le hacía caso. ¿Por qué iría a ese parque que queda casi al otro lado de la ciudad? Para mí eso solo significaba una burda y falsa broma de mal gusto.

Llegué casi corriendo al aula. Mis mejillas se sonrojaron por el esfuerzo y mi respiración era inconstante. Por suerte el profesor Bates aún no entraba a la clase. Y Ghala, mi compañera de asiento me esperaba con los panquecitos que su mamá le mandaba para mí.

La madre de Ghala y la mía eran artistas en esta ciudad, por ello nosotras nos conocimos. Aunque Ghala ya estaba en último grado (como la mayoría de esta clase), me sentía muy cómoda a su lado. Ella era como la hermana mayor que nunca tuve, porque mi pariente de segundo grado de línea colateral era un estúpido hombre. Ghala me cuidaba y se preocupaba por mí, y me atrevería a decir que el hermano mayor de mi propia sangre era menos eficiente en esa labor.




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