Estaba demasiado frustrada y exactamente no sabía por qué, tenía ganas de patear el suelo, estrujar papeles y arrancar las pequeñas hierbas del gras que incipientemente crecían por ese terreno descampado. Me quedé contemplando el lugar por quince minutos más, para apaciguar mi espíritu y sobreponerme a la terrible vergüenza de hacía un momento. ¿Con qué cara miraré al estúpido Milton perro-rabioso ahora? ¡Y a Christina! ¡¿Ay, Dios, pero en qué cosas me involucro?!
Estaba segura que Missi se reiría de esto. ¿Cómo pude pensar que eran novios? ¡Si se llevaban como perro y gato! ¡Estúpida, estúpida, tonta!
Me restregué las manos sobre mi cara, haciendo una fuerte fricción y ello hizo que mis mejillas se sonrojaran. Por fin me levanté, la hora de salida ya estaba cerca y debía ir a las regaderas; nuevamente la imagen de Nick y Britany conversando se reprodujo en mi cabeza.
¿Volverán a estar juntos?...
Me fui preguntando eso todo el camino. Al llegar a las regaderas las últimas chicas ya salían de él y Tina Drumm me avisó que Nick estaba buscándome. No negaré que me sobresalté por ello. ¿Acaso me tenía que decir algo tan importante como para no esperar hasta la hora de salida?
Me cambié y fui hasta el salón, Nick estaba apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados y con una mirada de preocupación, al sentir mis pasos vino corriendo a mi encuentro.
— ¿En dónde estabas? —preguntó casi gritando y me sujetó, ligeramente fuerte, los brazos.
— ¡Oye! ¡Nick, suéltame! ¿Qué te pasa? —reproché. Él suavizó su mirada y bajó sus brazos. No estaba segura en traer colación el tema de Britany, aunque me moría de ganas de saber qué fue lo que hablaron en las gradas.
— Discúlpame... Solo que... pensé... olvídalo.
— ¿Estás bien, Nick? —pregunté aproximándome a él para tocar su frente y levantar su mirada—. Estuve en el descampado, sola; bueno... —me callé queriendo buscar las palabras para contarle sobre mi incidente con Milton, él intrigado esperaba que continúe, pero en eso el timbre de salida sonó y la muchedumbre de chicos y chicas llenaron el pasillo.
Tomé del brazo a Nick para dirigirnos al aula por nuestras cosas y le dije que le terminaría de contar en su auto, de camino a mi casa.
— ¿No sabías, en serio? ¿Pero cómo pudiste pensar en eso? Si se ve a leguas que no son novios —me respondió Nick, ya más calmado.
— ¿Tú sabías que eran hermanos?
— Por supuesto. Yo los he conocido desde niños. Me preocupas Jess, ¿acaso te estás volviendo estúpida? —me dijo con tono burlón.
— ¡¿Acaso quieres que te golpee?! ¡No me digas estúpida! Solo es que las circunstancias dieron lugar a que los haya confundido como novios. ¡Además ni el mismo apellido tienen! —refunfuñé.
— Okey, okey. Ya no te diré nada, pero sí que me asombra que Christina no haya querido soltar a Milton; se ve que le gustó mucho, desde ese día en su fiesta ella no dejó de pegársele.
— ¿Fiesta? —repliqué.
— ¡Sí! ¡La fiesta! —Exclamó dejando de ver al frente del auto por un momento para regalarme una mirada de reproche— ¡La fiesta en la que tú y....—Guardó silencio, él no se atrevió a pronunciar su nombre, pero como agarrando fuerza del aire prosiguió—... Fue en la fiesta de Christina Ross. Como estuve solo, la pasé con un grupo de amigos y allí encontré a Milton y le presenté a Christina. Él no había sido invitado directamente, se coló. Y pues a los cinco minutos ellos ya no estaban bailando en el centro de la pista sino en la cama de agua de Christina, en su segundo piso.
Me quedé mirándolo con extrañeza y le pregunté:
— ¿Por qué sabes esos detalles?
— Porque Cristina siempre lleva a sus ligues allí, bueno, cuando está en su casa —le regalé una mirada de desconfianza y él declaró— ¡Ya está bien! Lo sé porque también he bailado allí con ella, pero fue antes de que estuviera con... —se calló nuevamente.
Creo que el tema estaba saliendo por sí solo. No podíamos seguir tragándonos sus nombres, ellos no eran impronunciables, no teníamos por qué sentir vergüenza o temor, ni siquiera dolor por ellos.
— Te vi conversando con Britany en las grandes —solté al fin. Nick se sorprendió y paró el auto.
— ¿Así que nos viste? ¿Quieres saber de qué hablamos? —me preguntó.
— Por supuesto que sí, cuéntame Nick.
Nick suspiró y se pasó las manos por sus rubios cabellos dejándolos levemente despeinados. Se mordió los labios y me parecía que iba a romperse en cualquier momento.
— No lo soporto, Jess. Odio con toda el alma a Anthony, lo odio. Y odio a Britany, pero aún siento algo por ella, por eso me duele mucho. No sabes lo que es para mí perder a mi novia y a mi mejor amigo. Es lo peor. Quisiera moler a golpes a Anthony, pero sé que si lo hago te lastimaría a ti... ¿Cómo se supera esto?