Milton
— Mi corazón está latiendo a mil... —suspiró con nerviosismo el intranquilo de Nick.
— ¿No se supone que Ginner es la que debe estar nerviosa y no tú? —bufé.
— Somos amigos, estamos conectados. Siento que ella también lo está por eso yo también lo estoy —balbuceó.
— ¿No grabarás el baile? —le pregunté. Sabía que Nick traía una video-grabadora en su maletín, solo quise recordárselo. Pero él me miró con recelo y al instante me regaló una mirada pícara. Esto andaba mal...
— ¿Para qué? ¿Quieres tener el baile de Jess para más tarde también? —me temía ese tipo de comentario, aunque fue algo blando a mi parecer.
— No, idiota —contrarresté—. Es por lo que dijo el hermano de Ginner y también para que Missi y Alan le den una ojeada más tarde.
— Sí, no te preocupes. Yo me encargo...
Metí mis manos en mis bolsillos, era un asco estar de pie en el patio y sentir el sol mañanero. Observé a mi alrededor, que ironía, esto estaba repleto de gente, la cual solo iba a estar el tiempo que durase el estúpido baile de las porristas y luego se irían. Pocos de ellos realmente tienen interés en ver lo que realmente ofrecía esta feria. Este año Missi se había esmerado mucho, era el último y quería ganar, ella se merecía ganar.
— ¿En cuántos minutos salen? —preguntó Nick.
— Supuestamente en cinco —respondí. Observé a mi amigo sudando frío, era algo raro en él— ¿Estás bien? —le pregunté, a veces Nick me hacía preocupar.
—Sí, hombre —dijo apoyando su mano en mi hombro, sentí todo su peso en ese movimiento—, bueno, es que la verdad —se tomó el vientre y prosiguió— esos tres chocolates de leche..., pues bueno, no soy amigo de la leche sabes...
Nick parecía nauseabundo y comencé a intuir lo que tenía.
— Ya vengo —dijo rápidamente sin darme tiempo de reaccionar— Ten, graba, ya vengo.
Y corrió en dirección al baño.
Puto Nick, me dejó solo.
Un joven trigueño y chaparrito salió ante el escenario y vociferó arengas alzando el ánimo del público, las chicas estaban haciendo su aparición y mis ojos viajaron como imanes al metal para ver a esa chica.
— ¡Un aplauso para las B-girls! —exclamó el animador, los chicos de hormonas alborotadas gritaban como cacatúas. Les observé con desdén y volví a dirigir mi mirada hacia el escenario.
La música comenzó a retumbar. Las chicas comenzaron a mover su cuerpo al ritmo de esa canción. Maldita sea no recordaba el nombre, a pesar de haberla oída tararearla a Ginner.
Ginner...
Maldita sea, si te viera tu hermano te hubiese sacado a rastras del escenario. Pero no niego que era una de las mejores bailando. Sus movimientos no eran vulgares ni bruscos, eran delicados, serenos y rítmicos, con ellos te invitaba a bailar. Y su sonrisa era una genuina, esa mojigata se estaba divirtiendo de verdad. Y no hacía caras raras como las otras.
Eché culpa al sol, tal vez ya tenía insolación, pero estaba muy irritado y amargado, sentía calor e ira por todo mi cuerpo. Fruncía mi ceño cada vez que el aire traía hacia mis oídos las palabras obscenas de alguno de los impertinentes chicos que estaba a mi alrededor que no podían contener sus comentarios por el baile.
Ginner bailó serena la primera parte de la coreografía, pero era un remix, la siguiente canción la conocía bien, era Swalla. El ritmo, sus movimientos, subieron, alborotando a todos. Las caderas de las chicas se movían de un modo inimitable para mí, hasta ahora me sorprendo de lo versátiles que son las mujeres. Y Ginner, no era la excepción, estaba totalmente sumergida en la música, se movía y la disfrutaba; parecía que se había deshecho de su "control", me recordó a la Ginner de aquella fiesta de fin de semana. Recordar esa fiesta... Eso me enervó aún más.
— ¡Ya van por la mitad y no has grabado nada! —me reprochó Nick. Ya se veía aliviado y su color había retornado.
—Uhm... —balbuceé volviendo en mí y no encontré ninguna excusa.
Nick tomó la grabadora rápidamente y comenzó a perennizar la corografía en su videograbadora.
— El pelirrojo matará a Jess cuando vea esto... —susurró con burla.
— Yo los quiero matar en este instante —dijo una voz conocida. Nick y yo volteamos en dirección a la voz.
— ¿Qué? —dijo Missi— ¿Por qué no paran de criticar a Jess? Solo está bailando. Todos ustedes parecen unos machistas sobreprotectores. ¿Acaso no es normal que una chica baile y que, gracias al cielo, lo haga con gracia? ¡No se dan cuenta que esta chica tiene un gran talento! Así que cállense y solo disfruten.
Nick y yo nos quedamos viendo las caras como haciéndonos los no eludidos; sin embargo, ese comentario chocó un poco con nuestro ego. Nos dijo machistas...