Chaser vino por mí a las once de la mañana, quería cerciorarse de que su hermanita este sana y salva, a pesar de que ayer me dejó de lado por una de sus "amiguitas".
Me disculpé muchas veces con Missi hasta lograr ablandarla un poco, pero parecía que ella estaba inquieta por alguna otra cosa más. Pensé que no era el momento para preguntarle por ello...
Mamá no me regañó ya que Chaser no le contó lo que hice anoche a cambio de prometerle que ya no bailaría al lado de porristas locas, yo acepté.
Ese día la pasamos juntos en la sala mirando películas aleatoriamente, ya nos hacía falta tener un rato en familia, aunque papá no estuviese.
Al día siguiente, en la preparatoria, estaba muy intranquila, no sabía cómo mirar a Milton o si debía contarle a Missi lo que había pasado, pero me detenía la idea de que lo ocurrido entre Milton y yo no tenga significado alguno y al contarlo quedaría ante Missi como una estúpida, a pesar de que ella me advirtió. No se lo conté a Nick porque de seguro haría un escándalo.
Me sentía patética preocupándome por unos besos que para la otra persona tal vez no significaban nada. Y eso parecía...
Milton actuó como normalmente lo hacía. Su comportamiento demostraba que entre nosotros no había pasado nada y tal vez no podría pasar.
— Quisiera comer un maflin —susurré—inmediatamente Nick volteó hacia mí sorprendido, me di cuenta de lo que había dicho y nos quedamos viendo las cara desconcertados. Los demás nos quedaron viendo raro— Vamos Nick —le dije—, ya será el cambio de clase.
Nos despedimos de los demás y caminé junto a Nick.
— Pensé que ya no te acordabas de eso... —dijo con una falta sonrisa.
— Pero si eran deliciosos como no me acordaría... —respondí. Los maflin, eran lo muffin que preparaba la madre de Anthony, eran deliciosos, pero solo lo hacía cuando cumplíamos años y cada mes de aniversario de nuestra relación.
No hablamos más del tema.
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Estuve todo el día pensativa, echada en mi cama contemplaba mi celular, me di cuenta que no tenía el número de Milton. Yo no se lo pedí ni él a mí, no teníamos un por qué para llamarnos tampoco. Salí de habitación para tomar un vaso de yogurt, quería refrescarme y dejar de pensar solo por un momento. Encontré a Yojo en la sala, eran las nueve y aún seguía haciendo su tarea, mi madre le estaba ayudando, él era bueno en muchas cosas menos en hacer manualidades, allí era un mini bestia-destruye todo. Le pregunté si podía ayudar y él me dijo que sí a regañadientes.
Me distraje toda la noche confeccionando muñecos de papel corrospum, fue divertido para mí ya que el molde de la siluetas de las personas era el mismo, solo variaba en su vestimenta. Yojo tenía que presentar doce muñequitos de diferentes profesiones, él solo se encargó de hacer uno, el piloto de avión.
Subí casi a la media noche, conversé un rato con mamá hasta que Yojo se quedó dormido recostado en la mesa, llamamos a Chaser para que lo suba a su habitación, él estaba en su media luna así que gruñó un rato por despertarlo.
Últimamente Chaser se notaba cansado y melancólico, después de terminar con Ghala nunca lo vi invitando a chicas a fiestas ni salir con ellas, solo salía con sus amigos, pero ahora lo veía desinhibido y galán. Si solo supieran esas chicas que Chaser era capaz de permanecer con las mismas medias una semana, no lo considerarían muy atractivo que digamos.
No podía dormir, así que encendí mi laptop y como masoquista me puse a ver mi galería de fotos, comencé con las fotos de mi escuela elemental, de mis viajes en familia, de mis amigos de secundaria, hasta llegar a la actualidad.
Ay... Me había topado con una bella foto, era mi favorita, Anthony y yo estábamos a contra luz, las siluetas de nuestros perfiles juntos era hermosa, estábamos frente a frente sonrientes como si estuviéramos seguros que permaneceríamos así para siempre...
Pero la imagen de Milton no se borraba de mi cabeza, maldita sea, ese perro-rabioso había entrado en mi mente y yo fui la única que lo dejó entrar. Me odiaba por eso.
Entré a Facebook, tampoco tenía como amigo a Milton, bajé mi cabeza de bruces contra mi escritorio, me dolió, pero me dolió más no tener nada que me una a Milton.
Hasta yo admitía que parecía un disco rayado: Milton por aquí, Milton por allá...
Si él lo supiera seguro se dibujaría en su rostro su mirada socarrona, estúpido.
Volví a mis mensajes, tenía muchos sin responder, de mis amigas, de mi familia y de Anthony.
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— ¡Pero que ojeras tienes! —exclamó Nick en medio de la clase. El Topo aún no llegaba y estábamos todos dispersos por el salón.
Cinthia se percató del comentario de Nick, y corriendo vino hacia mí a maquillarme y cubrir mis ojeras, yo permanecí como estatua mientras hacía todo el procedimiento.