— ¿Y bien? —Dije— Comencemos...
Anthony me miró, se asombró de mi impaciencia, creo que hasta lo herí, así que me sugirió aprovechar la presencia de columpios para romper el tenso ambiente. Me tomó de la mano y me dirigió a uno, me senté y comencé a balancearme.
Arriba... abajo...
Él se acomodó en el columpio contiguo y alcanzó mi velocidad a los segundos.
Estaba tan nerviosa, ¿cómo debía empezar esto? Me estaba arrepintiendo por estar allí, pero invoqué en mi mente las palabras de Missi y eso me dio fuerza.
Anthony me esperaba, era tolerante, aguardaba con tranquilidad, siendo así: ¿Cómo pudo traicionarme?
Detuve el columpio.
— ¿Cómo has estado? —me preguntó.
— Bien...—respondí—. Hice nuevos amigos.
— Sí, ya lo sé —sonrió sin mostrar sus bellos dientes—. También sé que bailaste junto a las porristas y muy bien por cierto.
Me sonrojé, pero no agradecí el cumplido.
— ¿Cómo estuviste tú? —me tocaba preguntar a mí.
— Bien, aunque pude estar mejor...—respondió sin mirarme a los ojos—. Como siempre me mantuve en los entrenamientos de básquetbol, estudié para mis exámenes, ayudé en casa, y así...
— Lo normal, entonces...
— Sí...
Me mordía la lengua por preguntar esto— ¿Y sabes cómo esta Britany?
No le sorprendió mi pregunta, miró al horizonte como si la esperase. Ambos balanceábamos el columpio en nuestro mismo sitio como señal de nerviosismo.
— Sí he mantenido contacto con ella, ha estado bien. Sigue en sus clases de guitarra —respondió.
— Ya veo...—susurré.
— Jess, yo...—calló de golpe— Sé que será difícil, ¿pero quieres que te cuente la historia o espero tus preguntas?
— Yo te lo preguntaré —respondí tragando fuerte—, por favor sé honesto.
— Te lo prometo. No creo que volvamos a estar así, por eso aprovechemos al máximo esta oportunidad de oro.
Balanceé mi columpio un poco más y me eché para atrás sosteniéndome fuertemente, cerré mis ojos y suspiré. Me cargué de energías y me detuve.
— ¿Desde cuándo? —fue la primera pregunta.
— Exactamente, cuando nosotros cumplimos once meses.
— Nosotros duramos un año y cinco meses —le recordé. Me dolió, ellos mantuvieron algo durante seis meses. Me hice la fuerte y continué.
— ¿Cómo?
— No sé cómo pasó. Pero te debo decir algo, aunque duela. Antes de que tú te mudaras, yo siempre estudié con Britany y Nick, en preescolar, elemental y secundaria. Fue antes de entrar a la preparatoria cuando comencé a mirar más a Britany, ya no como una amiga sino como otra cosa, pero sabía muy bien que Nick la quería. Así que yo mismo me presioné a olvidarla.
Me alteré...
— ¡¿Así que yo era un reemplazo?! —reclamé con tristeza.
— ¡No! ¡Claro que no! —Afirmó, contrajo su rostro, se mostró triste, culpable— Mis sentimientos por ti fueron genuinos, yo me declaré a ti porque te quería, me gustabas mucho. En ese tiempo yo comencé a salir más, probé otras cosas, no te imaginas qué cosas... Me estaba descontrolando, por mi comportamiento ya comenzaba a tener problemas en casa, pero cuando llegaste, y te vi... Me sentí atraído, sentía las ganas de protegerte; te veías tan frágil, tan linda, inocente y hermosa. Eras como un ángel, que no conocía nada de mí, pensé que contigo podía cambiar y así fue. Por ti es que volví a ser quien era, me alejé completamente de los malos amigos a los que seguía porque quería hablar contigo, pensé que tu jamás pondrías los ojos en alguien que pareciera un demonio. Me fui olvidando de Britany, jamás llegué a algo con ella, solo me limitaba a observarla...
Anthony se detuvo a tomar aire, creo que esperó otra pregunta, así que la planteé.
— ¿Cómo fue la primera vez que me engañaste? ¿En dónde? ¿Dónde estaba yo? ¿Dónde estaba Nick? —Sonaba más como una exigencia.
— Fue en mi casa, ese día nos habíamos reunido para estudiar. Nick y Britany discutieron por una tontería y luego él se fue. Ella se mostraba fuerte, pero me pidió prestado una habitación, seguramente para llorar, tú fuiste detrás de Nick y yo me quedé en casa. Sus sollozos cruzaban las paredes, así que no me quedé inmóvil y fui verla. Ella había entrado a mi habitación, estaba sobre mi cama llorando. Me acerqué, ella se sentó en el filo y la abracé tratando de consolarla. Se desfogó de todo, hasta habló un poco de más de su relación, yo solo escuchaba en silencio. Hasta que ella exclamó "¿Cómo es que llegamos a esto?" Me miró a los ojos y me di cuenta que se refería a ella y a mí. Carraspeé mi garganta y la solté. Ella estaba muy afectada, muy sincera y me dijo "Pensé que algún día nosotros...". Le rogué que se callara y me hice el desentendido. Pero cuando se acercó a mí y me besó aún con lágrimas en los ojos, no pude ignorarla. Le correspondí. El beso duró poco, pero la culpa se extendió cerca de un mes. Aunque actuamos como si nada.