Estuve molesta con Chaser todo el día, no le hablé, no lo miré y no le ayudé a lavar los platos. Aunque se disculpó varias veces por hacerme una pregunta estúpida, eso no quitaba el hecho de que fui la mofa de esas dos chicas con un nivel de zorra elevado.
Mamá no aguantó nuestra indiferencia así que, como a unos niños, nos obligó a darnos la mano.
— Lo siento, Jess. La verdad es que quería preguntarte sobre Ghala, pero eso iba a arruinar mi plan con esas chicas —dijo mostraba arrepentimiento, pero mi hermano era el tipo de persona que puede volver una frase seria en la peor payasada dicha en la vida.
Rodé los ojos.
— ¿Y por qué andas con esas chicas? Las llevaste a la reunión pasada en la casa de Missi y ahora a la de Nick, ¿acaso deberé soportarlas en cada reunión que tengamos?
— No, te juro que esta es la última vez que las verás, solo que.... no sé, ellas me acompañan, no me dejan solo aunque sean molestas.
— Pero, así lograrás que Ghala ni te mire. Ya tienes su amistad, ¿por qué no te resignas? —Eso fue muy crudo, me dolió ver la expresión triste de mi hermano.
— Yo quiero a Ghala —dijo. Y me preguntó si yo veo alguna esperanza entre ellos.
— Soy sincera contigo, hermano. Ghala ya tomó su decisión, la heriste demasiado. Esa chica hasta se rebajó por ti y aun así te ofreció su amistad para que no te sientas mal. Porque sabes, creo que tú te has obsesionado con ella, piensas que al volver puede reparar todo lo que hiciste, pero creo que lo mejor es que mantengas tu distancia y la dejes volar.
— ¿Con ese idiota de León? —espetó.
— Con quién mierda quiera ella —espeté también. Con Chaser era la única persona con la que hablaba sin pelos en la lengua, fuerte y claro.
Chase torció su boca y frunció su ceño. Y como se sentía acorralado, trajo a colación a Anthony.
— ¡Y tú también! ¡Ya déjalo atrás!
— Ya lo estoy haciendo, no te preocupes —afirmé.
— Eso espero, chiflada —murmuró y se fue a encerrarse en su habitación. Y así a veces él se quejaba que yo era una persona con la que no se podía hablar porque se enojaba y se iba...
Chaser acababa de mencionar a Anthony, pero él era en quien menos pensaba. Yo no podía estar un minuto sin pensar en Milton, en su mirada azul, en sus cejas fruncidas, su sonrisa casi imperceptible y su calor corporal. El abrazo fue muy cálido, de no haber sido por las personas a mi alrededor yo hubiese seguido sumergida en su pecho.
Tomar la iniciativa...
Tomar la iniciativa.
¡Tomar la iniciativa!
Ya lo había decidido, mañana lo enfrentaría. A la hora de salida en el descampado, solos. Yo le encararía nuestra situación.
Aunque...
También sentía miedo a su indiferencia o rechazo, a que se pusiera su coraza y se cerrara para mí.
Sin embargo, por nuestra tranquilidad debía hacerlo.
**
Me levanté temprano, usé unos jeans negros y una polera amarilla con el estampado de una ardilla. Desayuné y fui caminando a la preparatoria. Las clases pasaron rápido, y estuve muy concentrada en ellas para no sentirme nerviosa. En el recreo, no escondí mi mirada de Milton, estaba muy decidida, hoy era el día.
Aproveché el breve lapso en que Missi fue al baño y en el que Alan y Nick fueron a comprar.
Me aclaré la garganta y le dije— Hoy, al terminar las clases, ¿me puedes esperar en el descampado?
— ¿Para qué? —replicó en el acto.
— Tenemos que hablar de algo importante.
El levantó una ceja y no estaba muy convencido de ello, eso me dio mala espina por un momento me acobardé.
— Si...Si no quieres, ya no importa. Dejémoslo así —le dije con mi mirada fija en la mesa, tomé impulso de ella para levantarme y Milton retuvo mi mano.
— Bien, allí te veré —afirmó, creo que más lo hizo por fuerza que por ganas.
**
Cuando estoy nerviosa tiendo a realizar las cosas apresuradamente, con imprudencia; balbuceo, digo las cosas que quiero decir, pero con otras palabras que le cambian de sentido. En total, era un caos.
Cuando terminó la clase, me despedí de Nick y fui directo al descampado; mi pecho retumbaba con cada paso, sudaba frío y parecía que olvidaba cómo caminar... ¿Cómo esa situación podía ponerme en ese estado?
La incertidumbre...
Llegué y encontré a Milton sentado y recostaba su espalda sobre la pared teniendo así plena vista del descampado. Me senté a su lado conservando una distancia prudencial.
— Hola...—saludé. No sabía cómo empezar. Aunque al verlo ya me había resignado a que entre nosotros no podía pasar nada. Milton era, no sé cómo explicarlo, ¿complicado? Sí, eso lo describiría.
— ¿Y bien? —Preguntó soltando un suspiro de cansancio— ¿Qué nos ha traído aquí?
Me apresuré en hablar, sabía que debía hacer una pequeña charla introductoria, pero fui directo al grano y me sentí como si de frente hubiese saltado al acantilado.