Jessica
La presencia del enigmático hermanastro de Milton no hacía más que pesarme.
Todo el tiempo estaba pegado a Nick. Él era mi mejor amigo no el suyo. Llegó a hostigarme al punto de que al yo darle un abrazo a mi mejor amigo, Lucius se nos unió, pero detrás mío. Yo parecía la carne aplastada dentro de los dos lados del pan, muchas personas nos quedaron mirando extraño.
Ni siquiera las buenas palabras de Lucius hacían que yo sintiera simpatía por él. Es que era muy irritable, ni Missi podía estar tranquila cuando él estaba presente. Aunque Lucius era muy condescendiente con ella, daba la impresión que quería agradarle y aprovechaba cualquier ocasión para usar la palabra "hermana" antes de pronunciar su nombre y ella se aturdía cada vez que él lo hacía.
A Lucius, no le gustaba que cambiasen las dos últimas letras de su nombre por la "o", a pesar que se llevaba bien con Nick, se molestaba un poco cuando él le llamaba Lucio. Él recalcaba a cada momento que su nombre era L-u-c-i-u-s.
Con Sherman era amigable y hasta le hacía bromas, pero con quién mostraba más respeto, cordialidad y empatía era con Milton aunque él pocas veces le hacía caso y por ello, Lucius se obligaba a hacer cosas para llamar su atención.
— ¿Por cuánto tiempo estarás aquí? —le pregunté a Lucius. Estábamos en clase de Educación Física y nos obligaron a realizar ejercicios en pareja, algunos estiramientos.
— Todo este año —respondió mientras estiraba sus brazos.
— ¿No extrañas a tus amigos? —le dije para no seguir con el silencio incómodo, aunque él era el tipo de persona que podía hacerlos en cualquier lugar, un claro ejemplo fue lo rápido que se acopló a nosotros y hasta con Chaser se llevó bien.
— No, para nada. Mi colegio es muy estricto y todos son unos estirados.
— Ya veo...
El profesor hizo sonar su silbato y con ello dio inicio a la rutina. Nick se fue a un entrenamiento de fútbol por eso Lucius se pegó a mí a la hora de las elecciones de pareja. Según me dijo, me prefirió a mí que a las otras chicas que solo querían ser tocadas por él.
— ¿A ti te gusta mi hermano? —preguntó sin pelos en la lengua, frío y seco; y esa pregunta y la brusquedad como fue dicha me hizo tambalear haciendo que el ejercicio de flexiones de espalda a espalda saliera mal.
— Tan evidente soy... —respondí con sarcasmo.
— Un poco... Pero ya sabes, Milton es como un cubo de hielo, fríoooo... muy frío...
Solo afirmé con la cabeza y no quise seguir conversando. Seguimos con la rutina y el profesor silenciaba a Lucius cada vez que se le ocurría hacer un comentario de lo que pasaba alrededor o cuando se reía como loco cuando alguien se caía o cuando nosotros lo hacíamos.
Parecía un pequeño niño que no podía mantener la boca cerrada, su personalidad no iba de acuerdo a su físico. Mente de niño cuerpo de hombre.
Pero cuando hicimos el último ejercicio, en el que estábamos sentados con las piernas extendidas frente a frente y sujetados de las manos mientras nos balanceábamos hacia adelante y atrás, esa pequeña opinión de él cambio. Me besó y gracias a que me moví, sus labios rozaron mi nariz.
Él se disculpó alegando que no pudo contener al verme con las mejillas rojas, rodé mis ojos cuando dijo esa gran excusa. Afortunadamente nadie vio lo ocurrido, sino comenzaría a haber rumores indeseables.
Después de Educación Física lo ignoré completamente y cuando Nick regresó le conté lo ocurrido, él solo dijo:
— Un beso con mocos... Qué atrevido eres.
Y los dos se reían como idiotas.
En el recreo, a Nick se le ocurrió contarlo, solo que omitió decir que el beso fue en la punta de la nariz. Yo ni quería hablar ni aclarar la situación, solo no quería ni estar presente. Cuando comenzaron a hablar me fui indignada de allí. Caminé a paso rápido hacia los mostradores y compré una manzana, me gustaba mordisquearla con furia y así se me iba la cólera. Cada persona tenía su forma de desfogar su ira, esa era la mía; pero al volver pasé de largo las mesas y me retiré al corredor en dirección a las aulas. Al casi llegar allí, Milton me dio el encuentro y tenía una cara de pocos amigos, como siempre.
— ¿Por qué no te defendiste o le tiraste una cachetada? —Me reclamó indignadísimo— Y tú decías que los besos eran especiales para ti...
— ¡¿Qué?! —Exclamé— ¡Estábamos en Educación Física! No iba a armar un escándalo allí por eso —me defendí. No había razón para quejarme con el profesor, a él le iba a parecer una broma.
— ¿Entonces te ha gustado por eso no reaccionaste? —seguía reprochándome. Creo que a nadie le gustaría que le besen la punta de la nariz y menos cuando están sudando.
— ¡Claro que no me gustó! ¡Fue asqueroso! ¡Y ya no quiero seguir hablando de eso! Deberías controlar a tu hermano sino tendrás que reparar cada perjuicio que cause...