Nick
Aceptar las cosas hace que uno se sienta bien consigo mismo, te hace sentirte más tranquilo, relajado, sereno. Todo porque ya sabes lo que quieres.
Y yo quería a Jess.
Ya no como una amiga, pero tampoco como para aspirar a ser su novio, aunque si le seguía dando cabida a estos sentimientos lo iba a desear.
Cortar por lo sano era la única salida, la única para mí ya que yo era quien estaba cultivando esta semilla.
Se lo dije a Lucius, él ya lo sabía. Tenía buena intuición ese chico. Me comprendió perfectamente y no me reprochó nada, también sabía que: lo mío sería imposible. No le iba a estropear la felicidad que Jess estaba experimentando, no sería un buen amigo si lo hiciera.
— Súper Nick serás de ahora en adelante —dijo Lucius. Estábamos en la casa de Milton mientras él había ido a ver a Jessica—. Tú solo saltaste al abismo de la friendzone. Eres valiente.
Yo reía con todas su ocurrencias. Era el hermanastro más genial que había conocido, deberían haber más así en el mundo.
— ¿Oye me darías morada por unos días? —me preguntó mientras miraba el reloj de madera colgado en la pared de la sala.
— ¿Por qué acaso no quieres vivir aquí? —repliqué. Era tan extraña su petición, yo no cambiaría este lugar por mi casa, el departamento de Milton era más que genial para un soltero adolescente.
— Pues... Será por una semana a lo mucho y luego... —bajó su mirada y suavizo su voz—... Mi retorno a Inglaterra se adelantará, así que quiero pasar más tiempo contigo.
— Mentiroso —afirmé rápidamente. Elevé una ceja y volví a preguntar— ¿Algo pasó con Milton?
— No, pero va a pasar. ¡Ándale! ¡Ayúdame! —pidió haciendo una cara de cachorrito.
— Okey, compa —le dije con mi voz chillona y extendí mi mano para que él la golpeara—. Pero dime qué está pasando...
Solo le dije eso, no le presioné para que me diga algo si no quería. La mirada de Lucius estaba perdida en el espacio, parecía que no tenía nada en mente y que le valía un cuerno si era de conocimiento público lo que me dijo a continuación:
— Me van a obligar a comprometerme... ¡Pero! ¡Allí no está lo malo! El problema es que el padre de Milton vendrá, porque no solo quieren comprometerme a mí para asegurar una buena posición socio-económica, sino que Milton también está en la mira.
— ¡¿Dices que en que te comprometas a los dieciséis y ese no es el problema?! ¡No tienes ni casa, ni trabajo, ni la madurez para hacerlo! ¿Estás loquito? ¡¿Y Milton también?!
— Él no lo sabe, aún... Pero se ve que no conoces mi mundo. La chica con la que me quieren casar es linda, de buena familia y súper sexy. Así que yo no tengo problema con ello. Además, no estoy enamorado de nadie —afirmó despreocupadamente. A veces su falta de madurez me asustaba y vaya que yo también era inmaduro e infantil.
— ¡¿Y cuándo lo hagas qué?! ¡Sufrirás y tu vida será dolorosa! ¿Es que acaso no ves telenovelas?
— No voy a discutir esto contigo, Nicolson. ¡Solo dame espacio en tu cama y ya!
Missi y Milton entraron por la puerta y por sus rostros intuí que escucharon esa última parte.
— Demasiado tarde... —gruñó Lucio.
— Qué bien que te encuentro aquí... Tú y yo tendremos una larga charla...—espetó Milton.
Yo obviamente estaba de sobra, así que anuncié mi despedida, pero Lucius me ordenó quedarme. Milton y Missi estuvieron de acuerdo.
Milton estalló cuando Lucius le contó el plan de Frank, su padre. Milton lanzó muchas maldiciones contra ese hombre. Considerando que le dice eso a su padre, sin duda, no quisiera ser su enemigo.
— ¿Quiénes son las susodichas? —soltó Milton en un voraz gruñido.
— Anne Gutemberg y Mina D'Autremon.
— ¿Anne? —Frunció aún más su ceño y su mirada se llenó de confusión— ¿Quién la metió en esto?
— Su tío, ¿quién más? Prácticamente se la ofreció a mi madre. Los padres de ella murieron, eso lo sabes y su tío quiere asegurarle un marido antes que se muera. Pero obviamente ella se niega.
— Es un alivio, me contactaré con ella más tarde. ¿Estás de acuerdo tú? —le preguntó a su hermano.
— La verdad, me da igual, solo que Mina es pelirroja. Eso malogra todo, pero lo aguantaré. Existen los tintes para el cabello.
Milton rió con malicia, seguramente pensó lo que yo: "Tonto".
— Entonces, ya sabes el porqué del repentino viaje de Frank. Yo pienso que él no se acercará a mamá, vendrá de frente a ti. ¿Qué harás? —comentó Missi. Ella lucía tan calmada e indiferente.