Me descubrieron. Mis planes están a punto de derrumbarse por esa maldita carta. Ya no quiero más golpes y gemidos en medio de la soledad. Podría morir en vida si vuelven a lastimarme.
— Era el sueño de mi madre. — Digo sintiendo mi corazón en mi garganta. — Por favor déjenme aceptar esa beca. Prometo que no les pediré nada. Yo puedo mantenerme por mi misma. Haré lo que sea pero, déjenme aceptar. — No me creo que me estén haciendo suplicarles por esa oportunidad.
— Si te vas, tendrás que olvidarte de nosotros y de la herencia de Mariane. — Gruñe papá. — Tu decides; ¿esa beca o nosotros? — Trago duro.
Mi plan era ese, huir de ellos por medio de esa beca pero, ¿realmente puedo hacerlo?
— Basta. Dejen de torturarla. — De nuevo Moisés y su abogacía por mi. — Levántate Giana. — Hago lo que me dice luego de ver que ni papá ni Stefan se oponen. — ¿Porque no sales a dar una vuelta mientras nosotros hablamos? — Miro confundida su mano en mi hombro y de inmediato me alejo de él saliendo de la cocina hacia la salida.
No necesito que él se entrometa de esta manera en mi vida. Bastante daño me ha hecho también como para que ahora venga de hipócrita. La carta de admisión para la beca en una de las mejores universidades de arquitectura en Londres, llego esta mañana. Me ofrecieron una beca del noventa por ciento; por lo tanto, yo no tengo que pagar demasiado. Stefan fue quién descubrió la carta en el buzón y de inmediato se lo contó a papá. Todos se sorprendieron porque conseguí ser aceptada en esa universidad y cuando ellos hicieron sus exámenes, no lo consiguieron. Yo sabía que no iban a conseguirlo. Les falta pasión por la arquitectura. Pasión que a mi me sobra estoy segura.
— Hola Gia. — Sonrío al ver a Rogelio interponiéndose en mi camino. — ¿Tú, saliendo sola? — Asiento sin dejar de sonreír. — ¿Lo ves? Así no me siento confundido.
— Eres un tonto Royer. — Niego divertida para retomar mi camino.
Royer se queda caminando en silencio a mi lado. ¿Porque ya no siento mi corazón acelerarse al verlo? Es extraño... y demasiado preocupante.
— Y... ¿que tal todo? — Suelto una carcajada que lo hace reír a él también. — Bueno, lo siento. Es solo que no sé que decir. — Detengo mis pasos cuando una idea llega a mi cabeza. — ¿Que?
— ¿Girasoles o tulipanes? — Pregunto de inmediato.
Tengo que sacarme esa espinita de que Rogelio sea no no anónimo. Comenzaré a descartar personas porque no quiero que esta tontería se demore demasiado.
— Rosas. — Responde luego de un rato.
No puedo negar que su respuesta es ciertamente decepcionante para mi. No la esperaba, quizá porque a pesar de que Royer y yo, tenemos buena química, yo esperaba que eso se volviera más intenso y real; al final, amor. Que ridícula, ilusa e ingenua.
— Ah. — Asiento luego de un rato y entonces continuo con mi camino.
Tal vez Royer ha sido algo bueno y blanco en mi tormenta y obscuridad; nada más. Soy demasiado amante del romance que esperaba que Royer fuera anónimo.
Esperaba una razón para amarlo.
Esperaba que dijera “girasol” para saber que él es quién yo busco.
Esperaba que dijera algo que le diera un poco de paz a mi triste alma.
Esperaba que fuera él por quién tanto he esperado.
Royer es más el chico de redes sociales, fiestas, alcohol y drogas. No sería capaz de escribir una carta porque a la segunda palabra, dejaría botado el bolígrafo y haría de la hoja de papel un papalote.
— Oye Giana, ¿porque me dejaste atrás? — Pregunta de nuevo cuando ya he elegido una mesa en la cafetería que entre. — Pensé que iba a quedar atrás tu actitud indiferente.
— Y yo pensé que venía sola. — Digo con toda la inocencia de la que soy capaz. — Rogelio...
— Royer. — Me interrumpe corrigiéndome.
— Royer... — Digo sonriendole de nuevo. — Ah, no me lo tomes a mal ¿de acuerdo? Venía para estar sola, no esperaba encontrarte y sinceramente...
— No me corras. — Me interrumpe y juro que eso me toma por sorpresa. — Me quedaré callado, no haré nada, solamente déjame disfrutar de tú compañía esta vez. — ¿Lo ven?