|| To Love You In Old Way ||

|| CAPÍTULO 4 || NO ES ROYER ||

Termino de servir el desayuno de mi familia y luego mientras espero a que bajen, comienzo a ordenar los trastos que ocupé y ahora tengo que dejar en su respectivo lugar

Termino de servir el desayuno de mi familia y luego mientras espero a que bajen, comienzo a ordenar los trastos que ocupé y ahora tengo que dejar en su respectivo lugar. Lo hago con paciencia porque aún es temprano y puedo llegar a mis clases en el colegio sin prisa. 

Anoche, luego de subir a mi habitación, bañarme y cubrirme con las cobijas, caí profundamente dormida. Ni siquiera supe si entre mis hermanos y papá sucedió algo, lo cual dudo mucho. De haber sido así, habría escuchado sus gritos y me habría despertado. 

 Tal y como Stefan dijo, Moisés me vendió y por él no puedo irme. Fueron dos votos a dos. Un empate. Dejaron a un empate la cosa de mis estudios ¿no son bárbaros? Para mi sorpresa Stefan y Tyler fueron quiénes se pusieron de mi lado y bueno, tuve que tomar una decisión yo misma. ¿Mi familia o mis estudios? Todos imaginaran mi respuesta. 

— Siéntate a desayunar con nosotros. — Me sobresalto al escuchar la orden de papá. — Ahora Giana. — Me vuelvo hacia papá bajo la mirada de mis hermanos. 

— Lo siento, ya he desayunado. Además solamente estaba esperando que bajaran para poder irme a la escuela. De igual manera, gracias. — Respiro hondo secando mis manos con una toalla desechable. — Provecho familia. 

— Eso me pasa por querer tener bien a la hija de otro. — Detengo mis pasos antes de salir de la cocina. — Eres una maldita malagradecida. Bastarda. 

— ¿Que? — Me vuelvo hacia papá con las lágrimas en los ojos. — ¿Porque me dices eso? ¿De verdad no soy tu hija? — Puedo sentir la mirada de mis hermanos sobre mi. 

— ¡Por supuesto que no! Es por eso que no comprendo como diablos Mariane te dejo todo a ti y nada a mi que te di mi apellido. No eres más que una bastarda. — Trago duro. 

— Papá, ¿hablas en serio? — Moisés me mira triunfante. — Si Giana no es tu hija, ¿porque seguirla tratándola como tal? ¿No crees que deberías irte Giana? 

— Debería si no quiero ver sus estúpidos rostros nunca más. — Espetó llorando fuerte. — Debería pero no lo haré. ¿Te preocupa tu apellido señor Hartley? ¡Bien! ¡No lo quiero! ¡No me sirve de nada! Soy la hija de Mariane Arroyave y eso es lo que a ustedes les pica en la punta de las costillas y remueve lo recóndito de su ser. ¡Yo tengo más derecho que ustedes sobre la herencia de mamá, incluso del pan que se llevan a la boca cada maldito día! — Limpio mis lágrimas con rabia. — Me llaman bastarda pero, ustedes son unos cabrones que me golpean por estupideces. — Ya está. 

Lo he dicho pero en lugar de ganar mi dignidad, me llevo una bofetada de parte de papá que rompe mi labio inferior de inmediato. 

— ¡Golpeame más! ¡Ya no duele! ¡Dolía cuando eras mi padre! — Le pongo mi otra mejilla pero no me toca porque Stefan lo detiene. 

— Yo me encargo papá. — Stefan me arrastra hacia la salida y no me opongo. 

Nada duele más que la verdad. Todo el mundo cree que es más fácil soportar un golpe que una verdad pero yo no creo que sea así. ¿Porque soportar los maltratos si nada hace mejor que una verdad? Durante muchos años sospeché que mi madre no amaba lo suficiente a papá pero jamás me paso por la cabeza que ella estuviera con otro hombre. Nunca imaginé que su indiferencia fuera por otro tipo. Ahora todo tiene un poco de sentido. 

— Deja de llorar Giana. — Stefan habla paciente. — Toma. Limpia tú boca con el. — Me tiende su pañuelo que tomo con los dedos temblorosos. 

Mientras conduce, limpio mis lágrimas y el hilo de sangre de mi boca. ¿Realmente voy a terminar con todo esto? ¿Que debo hacer? Si me voy a Londres, pensaran que huyo de ellos y aunque en parte es cierto, quiero olvidarme de todo lo que ha pasado en esta ciudad. 

— Yo me encargaré de traerte al colegio y llevarte a casa ¿comprendes? — Asiento nada más. — Hablaré con papá, quizá solamente estaba enojado y dijo algo que no quería. Compréndelo. No es fácil tener una hija de la cual debe cuidar arduamente, cada día. — Para cuando llega a este punto comienzo a reír sarcástica. 

¿Cuidar arduamente? ¡Nunca me ha tratado como su hija! Soy más como su sirvienta.

 — Deja de pretender que nada paso Stefan. Tú, tus hermanos y tú parte son unos cabrones sin corazón. No necesito tu amabilidad y tampoco sé que es lo que pretendes. Eres un maldito hipócrita. Te juro que me voy a encargar de hacerlos retorcerse en la misma mierda a la que a mi me han sometido. Y ¿sabes que? Comenzaré por ti. — Aprovecho que hemos llegado al colegio y bajo de inmediato dando un portazo a su auto para poder colgar mi mochila en mi hombro. 




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