— ¿Porque ayer tú y Giana no llegaron temprano? — Cuestiona papá sin despegar su vista de su periódico. Obviamente sabemos que le habla a Stefan.
— La ayude con un trabajo del colegio. — Miente Stefan y cierro los ojos en señal de negatividad. Esa mentira no va a funcionar nunca y él lo sabe.
— ¿Porque ayer tú y Stefan no llegaron temprano? — Cuestiona dirigiéndose a mi ésta vez.
Me veo tentada a decir otra mentira pero así como llega la idea la desecho. De nada serviría y solamente me hundiría más.
— Me ayudo con trabajo del colegio. — Miento conteniendo un poco la respiración. — Lo siento por eso. Debí hacer mis quehaceres primero y no influenciar a Stefan.
— Giana. — Stefan y Tyler en miran como si quisieran golpearme por aceptar algo que no es verdad pero que sigo manteniendo firme.
— Vete de aquí, Giana. — Ordena papá. — Es hora de que vayas a dormir. — Frunzo las cejas pero termino obedeciendo.
Salgo del comedor pero tampoco me voy a mi habitación. Me quedo cerca para escucharlos porque sé que papá puede hacerles algo a Tyler y a Stefan. Si no fue a mi, puede ser a ellos. Esa es la ley.
— Más te vale que no estén tramando nada Stefan o te juro que van a arrepentirse incluso de haber puesto su presencia de nuevo en esta casa. — Escucho la silla de papá recorrerse y salgo disparada escaleras arriba.
Es una suerte que los pasos no se escuchen debido a la grandeza de la casa. Me encierro bajo pestillo una vez que me encuentro en mi habitación y respiro hondo.
Miro el par de cajas que Stefan y yo trajimos de la casa del notario Sharman y de inmediato los nervios vuelven a apoderarse de mi poca cordura. No he abierto nada por temor a lo que me puedo encontrar dentro. Según el padre de Dominick, en las cajas hay fotografías, libros y algunos otros accesorios que quizá puedan ser de ayuda en cuanto cumpla la mayoría de edad. Stefan dijo que va a respetar cualquier decisión que yo quiera tomar -lo cual dudo mucho, sinceramente- y que no va a mencionar nada con nadie.
— ¡Espero que ya estés dormida, Giana! — Me sobresalto al escuchar a papá del otro lado de la puerta.
— ¡No papá! — Grito de vuelta. — ¡Me daré una ducha y luego me duermo! — Hago ruido con las puertas de mi closet mientras finjo buscar ropa.
Luego de varios minutos, guardo silencio y escucho el resto de las puertas del corredor ser cerradas con fuerza. Respiro hondo y me tumbo en mi cama con un pequeño baúl -de las cosas de mamá- en las manos. Es de madera y tiene algunas rosas rosas pintadas en el exterior. Con los dedos temblorosos abro la caja u descubro un montón de notitas de varios colores y fechas. Son precisas y cortas. Me guío al ver la fecha más antigua y entonces leo:
"Te he encontrado mi amor. XXIII/XII/MCMXCIX"
Lo que me sorprende de la nota es que en efecto, no tiene la firma de papá. Es una firma distinta. La siguiente nota es de mamá;
"Lo has hecho Hank. ¿Sabes? Me alegra mucho el que lo hayas conseguido. XXIV/XII/MCMXCIX"
Dos golpes en la puerta me hacen sobresaltar y de inmediato guardo las notas en el baúl y ese mismo debajo de mi cama. Enciendo las luces y me encamino a la puerta para abrir. Encuentro a Stefan y a Tyler de pie y de inmediato los dejo pasar para que papá no los escuche. Luego de eso, nos encierro bajo pestillo y nos tumbamos en mi cama para terminar apagando de vuelta las luces, dejando la habitación iluminada por la lámpara de la calle.
Nos quedamos en silencio un buen rato y caigo en cuenta de que este silencio es extraño. Hace unos años, nosotros solíamos ser unidos y jugábamos a ser súper héroes ahora, eso parece ser parte de un sueño que nunca podrá repetirse. Algo ha cambiado y es extraño. Demasiado extraño. No sé de que diablos se trata solamente sé que me pone la piel de gallina.
— Lo siento por tanto, Gia. — Vuelvo el rostro hacia Tyler. — Lamento mucho no haber hecho algo para detenerlo y así, evitar que te lastimara. — Muerdo mis labios evitando hablar.
Un "lo lamento" o su "lo siento" no eliminan el dolor de un latigazo o de un insulto a la cara. Eso es como intentar cubrir una coladera del drenaje con un plato de comida para perros. Sigue habiendo mucho que cubrir. Quedarse callado; también es un delito. Él tuvo muchas oportunidades de ayudarme a levantar del suelo y solamente se dio la vuelta como si ignorara completamente que yo estaba ahí; tirada en el suelo, sangrando, lloriqueando, quejándome. Él me ignoro por completo, dándome a entender que solamente era -o soy- un estorbo en su vida.
— ¿Porque parece que soy tu peor enemigo? — La pregunta sale de mis labios antes de que pueda detenerla. — ¿Porque siempre parece que soy tan despreciable para ti?
— No es eso, Giana. Es complicado tener una hermana de la cual debes cuidar. — Alarga sus dedos para tocar mi cabello e inevitablemente me alejo de él.