— ¿Que sucede Giana? — Emma centra toda su atención en mi. — ¿Sucede algo con anónimo? — Bajo la mirada a mis manos que sostienen con fuerza la nueva carta que había en mi casillero.
— No lo sé. Tengo miedo de leer algo que no vaya a gustarme del todo. — Me encojo de hombros y luego de varios minutos debatiéndome de los pros y contras de abrirla, comienzo a leerla en silencio.
Sonrío algunas veces porque la verdad es que nada de lo escrito, es lo que imaginé que podría leer. Esta mañana al dejar la carta en mi casillero, comencé a imaginar lo que anónimo podría escribir para mi, luego de leer mi carta. Pensé que iba a intentar convencerme de denunciar, pero, lo cierto es que lo que voy leyendo, jamás lo habría pensado. Creo que ni siquiera está juzgándome como creí que pasaría. Todo es lo contrario. Todas sus palabras son como un abrazo al corazón. Me estoy muriendo porque sea viernes y pueda estar con él, aunque sea un minuto. Me emociona saber que podré verlo.
Al terminar de leer, decido responder de inmediato la carta.
"¡Milagro! Has aparecido.
¿No es demasiado prematuro para decir que me quieres? Digo, yo no sé si lo hago.
Quiero conocer tus planes. Después de todo, también me incluyen a mi.
¿Sabes? Me gusta esta forma de "amarme a la antigua". Me haces sentir bien, a pesar de tus desapariciones sin explicación.
Yo no merezco lo mejor del mundo, tal vez solamente merezco algo bonito y duradero. Algo como "tú".
Recorramos el mundo juntos o como sea.
¿Hasta viejitos? Creo que es algo aún más prematuro para decir, pero, ¡vamos a intentarlo!
Estoy de acuerdo. Construyamos nuestra historia de amor.
Atentamente; Giana. <3"
Dejo la carta lista porque esta vez no tengo ganas de correr y dejarla para después tener que volver. Comienzo a almorzar a paso lento mientras pienso. Por muy extraño que parezca, hoy no solamente pedí una manzana en la cafetería. También pedí una malteada y un emparedado de pollo. No desayune en casa y extrañamente me sentía con mucha hambre. Más de lo normal. Con el paso de los meses, me he acostumbrado a comer poco y dos veces al día, pero hoy, es extraño. Incluso mi estómago gruñía a medias clases interrumpiendo mi concentración.
— No sé de que te quejas Dom. A ti te gustan las niñas tiernas y bonitas. — La voz de Charlie -otro de los amigos de Royer- me saca de mi ensoñación.
— Pero al menos las elijo inteligentes, no huecas. — Responde Dominick a su provocación. — ¿Y a ti Giana? ¿Como te gustan los tíos? — Enarco una ceja cuando las miradas de todos, caen sobre mi. — Anda. Todos tenemos curiosidad sobre ello, ¿no es verdad, chicos? — No niego que el tono español de su voz me causa estragos.
— Bueno, no tengo uno en específico. — Aclaro mi garganta al sentirme ruborizada hasta los pies.
No puedo hacer una descripción de Rogelio porque él no es mi tipo al ciento por ciento.
— Creo que me gustan los europeos. — Digo recordando a un viejo amigo de Rogelio.
Tenía unos preciosos y una barba que ¡carajo! Cuando él estaba aquí, pensaba más en él que en Rogelio.
— ¿Ese es tu tipo de príncipe azúl, Gia? — Emma me cuestiona con mucho interés al parecer. — Gordo, flaco, alto, bajo, moreno, pálido, pecoso...
— Alto, definitivamente. — La interrumpo. — Blanco pero no tan pálido, ojos de color, ejercitado pero no de una manera exagerada. Tal vez castaño, que sea real. — Sin darme cuenta he creado mi príncipe azúl y no tengo idea de si algún día llegará.
Tengo también un fetiche por los tipos de barba, pero, eso no lo diré por miedo a que más de uno en la mesa crea que me gusta.
— ¿Algo que deba ser en específico? — Frunzo el ceño hacia Royer. — A sus valores, ideología, religión, me refiero.
— Ah, claro. Bueno, debe ser respetuoso, humilde, sincero, honesto, leal. — Me encojo de hombros.
Creo que he elegido todo lo que los hombres de mi familia no son. Sobretodo, respetuosos u honestos.
— ¿Y que con anónimo? — Daniel, el último de los amigos de Royer me mira interrogante. — No te sorprendas demasiado, Giana. Todos en esta mesa, sabemos que tienes un anónimo. ¿Que pasará si él no es lo que tu quieres, describes o esperas?
— Si soy honesta, no lo sé. No es algo que me haya detenido a pensar. — Digo un poco cohibida. — De lo único que soy consciente es de que tengo miedo. Miedo de enamorarme y que finalmente no sea real.
— Eso debiste pensar antes de responder cartas anónimas. — Dominick me dedica una mirada intensa. — ¿Que tal si pasa de ser un príncipe azul a un secuestrador o asesino en serie? La única tonta, serías tú.