|| To Love You In Old Way ||

|| CAPÍTULO 18 || LINDOS JUNTOS ||

— ¿En verdad tenías que venir? — Me cuestiona Dominick mientras su padre habla con el mío en su despacho. — Pensé que odiabas a tu padre. — Sonrío irónica.

— Hay mil cosas que tú piensas de mi y de ellas todas son equívocas. — Evito su mirada, pero, no el hecho de que su mano roza la mía por sobre el sofá.

— Claro que no. De esas mil cosas que pienso de ti, novecientas noventa y nueve podrían ser equívocas excepto una, ¿quieres saber cual? — Me vuelvo a encararlo alejando mi mano del sofá. — Eres tonta. Muy, muy, muy tonta. — Frunzo los labios.

¿Que demonios pretende?

A veces me trata tan bien y otras veces mal. Me pongo de pie encaminándome hacia la sala de juntas en donde se va a llevar a cabo la reunión con algunos accionistas de la constructora. No pretendo soportarlo todo el tiempo y cada vez que él está como un auténtico lunático. Bastante tengo con mus propios problemas como para a ellos sumarles todavía a Dominick Sharman.

Además, ¿a él que le importa si soy o no una tonta? ¿En que diablos le afecta al cabrón?

— Ni con vino tinto podrías olvidarme, Giana. — Me sobresalto al escucharlo a mi espalda. — No tienes ni idea de cuán inolvidable soy. Puedo apostar que eres capaz de cerrar los ojos y aún así, verme.

— Basta, ¿quieres? No estoy de humor para escucharte. — Me sobresalto al escucharlo y la dejo caer al suelo la copa que había servido cuando me siento prisionera de sus brazos.

— Intenta siquiera huir de mi y me vas a conocer, Giana. — Su voz en mi oído vuelve a provocarle taquicardia a mi corazón. — Miranos, somos lindos juntos. — Señala el ventanal frente a nosotros.

Más que ver una ciudad a obscuras debido a la hora de la noche, veo nuestros reflejos en el vidrio. No voy a decir que hacemos una buena pareja porque no puedo pensar en él como una pareja como tal, más bien como un buen equipo. Dominick y yo arruinamos las primeras reuniones del día de mi padre y al resto ya no nos dejo entrar.

— ¿Que es lo que intentas, Dominick? No consigo comprenderte; un día estas tratandome de maravilla y al siguiente estás diciéndome tonta, ¿porque siempre tiene que ser ese adjetivo? — Bajo la mirada y al mismo tiempo la guardia para dejarme abrazar por él.

No puedo entender su manera de ser, pero, tampoco puedo pasarme la vida pensando en ello.

— Intento retenerte hasta que anónimo decida venir a la luz por ti. — Y ahí está el motivo de mi taquicardia.

Él es el único que menciona a anónimo cuando estamos juntos. Ninguno de sus amigos lo menciona, solamente Dominick.

¿Que es lo que me hace pensar que es él anónimo?

¿Porque siquiera lo considero?

Él es grosero y engreído, ¿como podría ser él quién escribe cosas tan bonitas?

Bajo la mirada y agradezco que me libere de su prisión. Voy a volverme loca por su culpa. Gracias al alcohol que ingeri anoche, ni siquiera puedo recordar los ojos de anónimo. Estoy tan pérdida y de verdad soy tonta, tal y como lo dijo Dominick.

— Anónimo sabe perfectamente que anoche no mentía. — Digo firme. — Me voy a ir y no hay persona sobre la tierra que consiga detenerme. Ni siquiera él.

— ¿Y que tal yo? — Cuestiona mientras veo la furia danzar en sus ojos. — Dejame detenerte, Giana. — Muerdo mis labios para no soltarle una palabrota.

— Mucho menos tú, Dominick. — Me encamino hacia la salida pero antes de salir mis pies se detienen antes de cruzar la puerta. — Tú no eres anónimo, ¿verdad? — Se lo pregunto por segunda vez.

— Pudiendo tener a cualquier chica en mi cama, ¿crees que sería tan patético como para escribirte cartitas ridículas tan carentes de realidad? ¿Que obsesión tienes tú conmigo? — Su incredulidad me resulta obvia.

Río divertida, probablemente tengo la misma obsesión que él conmigo.

— Gracias por de devolverme el corazón, Dominick. — Retomo mi camino hacia la oficina de mi hermano Stefan, entrando sin llamar.

Camino como león enjaulado mientras intento aclarar mis ideas.

¿Que demonios pasa entre Dominick y yo?

No debería pasar algo, pero, no es normal esa taquicardia cuando él está cerca o cuando estamos solos. No debo encariñarme con él, podría repetirse la historia como con Royer. No quiero que las cosas se compliquen cuando me vaya.

— Basta, Gia. Me mareas. — Se queja Stefan luego de varios minutos de solo observarme. — Ven sientate y cuentame lo que paso. — Asiento haciéndole caso fe inmediato.

Me siento delante de su escritorio y lo veo deshacerse de sus lentes y su corbata, centrando así, toda su atención en mi.

— Existe alguien que me fastidia cuando se pone en su plan todo imbécil. — Hago un puchero con los labios porque ciertamente me siento fastiada por ese asunto especial.

— ¿Es atractivo? — Me mira divertido.




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