— No tienes nada de que preocuparte, papá. Mira, es madera, si alguien entra y la ataca, yo podré darme cuenta. — Escucho a Dominick hablar con su padre. — ¿Escuchas? Ella está caminando o tal vez bailando. — Se calla dejando solamente el silencio de ruidos que claramente, no estoy haciendo yo. Tal vez es su esposa.
— O tal vez estoy aquí, muy tranquila. — Digo entrando a la cocina con ellos. — Buenas noches, señor Sharman. — Dominick me mira confundido.
— Hola, Giana. — Responde su padre muy tranquilo. — ¿Como has estado? ¿Dominick te trata bien? — Lo dudo un poco, pero, debido asentir solo para no balconearlo.
Luego de un rato más, nos ponemos a hablar sobre mi situación. El asunto fue así; al recibir mi cámara fotográfica, el abogado Sharman, inmediatamente interpuso la demanda en contra de Carl Brunner, -el tipo con el que viví todos estos años-. Automáticamente también es contra los cómplices de serían mis hermanos. Por ende, Carl también tiene una demanda por usurpación de identidad y todo lo que se descubra durante el proceso legal. Si bien entiendo, mañana tengo que rendir mi declaración en el ministerio público y de ahí, podría o no, ir a un psicólogo que hará un examen para saber mi situación de loquera.
— Necesitamos encontrar al verdadero Hank Hartley. — Asiento hacia el abogado. — Y, hay algo más Giana. Tengo entendido que recibiste una carta para estudiar en Londres, ¿vas a irte? — Trago saliva.
La verdad es que me había olvidado de ese tema.
— Si me permites, yo considero que, tus hermanos saben que tienes esa beca, te conocen y si eliges irte, ellos podrían ir detrás de ti. Dudo muchísimo que sea para algo bueno. Digo, los cuatro hombres con los que vivías, ha huido y por eso es necesario que no estés nunca sola.
— Creo que entiendo su definición, señor. Aunque, si le soy totalmente sincera, no tengo idea de que hacer. — Confieso un poco desanimada. — Han congelado también mis cuentas, el dinero que tengo, no es mucho y tampoco es como que vaya a durar siempre. ¿Debería conseguir un trabajo al otro lado del mundo? — Dominick ríe burlándose de mi.
— Tengo una propuesta para ti, ¿quieres escucharla? — De inmediato asiento, emocionada. — Tengo una amigo, también era amigo de Mariane, él tiene una constructora y necesita una asistente personal. No me gustaría decirte que abandones tus estudios, pero, podrías tomarte unos meses, solo en lo que este proceso termina. Tal vez así puedes tener una vida normal sin estar pendiente de que tus padres o tus hermanos te encuentren. Es solo que... Tendrías que mudarte a Mallorca, en España.
— Mallorca... — Repito para mi misma.
En realidad, nunca en mi vida he tenido oportunidades tan grandes como esta. Aun en mi soledad, he asumido que las oportunidades, solamente de presentan una vez en la vida. Nunca volverá a repetirse dos veces. Si no la tomas en el momento adecuado, tal vez cuando la quieras, sea demasiado tarde para tu vida. Yo simplemente no puedo negarme a aceptar. Nunca sé lo que es mejor para mi y eso es una gran desventaja.
— Creo que nunca he tomado decisiones buenas para mi vida así que voy a arriesgarme. — Me encojo de hombros haciéndolos reír.
El padre de Dom, me da algunas instrucciones y tengo que admitir que me siento protegida con los Sharman cerca. Por ilógico que suene, también he incluido a Dominick. Viajare en una semana y comenzaré a trabajar a penas tenga mis documentos en regla y me instale en un lugar seguro. Dominick no estará más conmigo y tendré que armarme de valor para hacer todo yo misma. Me gusta la idea porque al menos él puede continuar con su vida a pesar de que estoy siendo un constante dolor de cabeza.
— Yo iré a abrir. No salgas. — Advierte Dominick al escuchar el timbre sonar.
No puedo evitar alarmarme porque no se supone que alguien vendría a verlo. Se supone que nadie sabría nuestra ubicación. Estaríamos solo él y yo. ¿Que es lo que sucede?
— No salgas, Giana. Iré a ver que sucede. — Asiento hacia el señor Sharman antes de verlo partir detrás de su hijo.
Me pongo de pie sin hacer ruido y me coloco detrás de la puerta con un sartén en la mano. Casi siento que la sangre se baja hasta mis pies solamente de imaginar que alguien de mi familia pudo habernos encontrado.
— Gia, puedes salir. — Habla Dominick entrando a la cocina. — Oh, perdone princesa Rapunzel, creía que la niña bonita seguía aquí. — Bromea tomando el sartén de mis manos. — No pasa absolutamente nada, Giana. Mientras yo esté contigo, esas bestias, no van a acercarse a ti, ¿está bien?