—Cassandra —Rodney se aparece detrás de mí cuando salgo del baño.
Junto mis cejas. —Ah, eh… —no sé qué decirle, ahora solo quiero irme a esconder al salón de clases y esperar a que este día termine.
— ¿Estás bien? —pregunta con los ojos entrecerrados.
Claramente no lo estoy. —Sí, solo voy a el salón de clases, voy a sentarme un rato.
Él levanta levemente su mentón. —Oye, ven conmigo.
Toco mi cabello, por suerte lo llevaba al frente y no se llenó de café. —Um, ¿A dónde?
—Mi auto —afirma.
No sé qué expresión hice pues suelta una exhalación
Rodney aclara: —No es nada malo, ven.
No quiero que me vean de esta forma pero ahora los pasillos están vacíos pues la mayoría debe estar comiendo en las cafeterías. Veo a Rodney, quien está de pie esperando a que tome una decisión.
—Está bien —me rindo, de todas formas, ya nada puede ir peor.
Rodney se mueve en dirección al estacionamiento. Yo lo sigo en silencio, sintiendo todo el líquido sobre mi espalda cada vez que el viento sopla contra mí.
Finalmente llegamos a su auto, levanta un dedo para que espere mientras abre la puerta izquierda de los asientos traseros. Miro a mí al rededor, no hay ni una sola persona aquí.
Debería sentirme nerviosa estando con Rodney a solas, luego que algo así me sucediera pero no. Estoy mucho más tranquila ahora.
—Ten —estira unas prendas hacia mí.
En lugar de tomarlas, lo miro con el entrecejo junto. — ¿Qué es?
Separa la ropa, es una camiseta negra simple y un sudadero rojo con líneas blancas, puedo ver que incluso tienen aún la etiqueta de la tienda. —Puedes usar esto, no lo he usado.
Abro mis ojos, ¿me está ayudando? —Um, ¿seguro?
Las vuelve a acercar a mí. —Sí, ve a cambiarte, sé que no son de tu talla pero es mejor que pasar el resto del día con café en tu espalda, ¿no?
Muerdo mi labio inferior. —Gracias —tomo dudando la ropa y la veo—. ¿Son tuyas? Están nuevas.
—Bueno, tengo padres divorciados —afirma como si eso explicara todo—. Vamos por allá, hay unos baños y podrás cambiarte.
Rodney cierra la puerta de nuevo y se coloca a mi lado, aun no me muevo, lo veo al rostro. —Rodney —mi corazón se acelera un poco—, ¿Por qué me ayudas?
Él me mira a los ojos y hace una mueca. —Porque… —parece que quisiera confesar algo, aunque solo continua diciendo—: porque sí.
Sonrío un poco. —Está bien —sea la razón que sea, estoy agradecida.
Él me dirige hasta los baños, me espera afuera mientras yo me cambio rápidamente. Veo mi blusa, era de un color crema y estaba relativamente nueva, es una lástima que esto haya sucedido. Solo espero que se quite la mancha.
Salgo con mi blusa en la mano. Tuve que ajustarme su camiseta dentro de mis pantalones y me coloqué la sudadera, creo que me la dio también porque la camiseta es de una tela muy delgada y hoy hay frio.
Aunque me queda bastante grande, me gusta usarla.
—Volví —digo, un tanto nerviosa.
Rodney guarda su teléfono en su bolsillo y cuando me mira, sonríe de lado. —Creo que es muy grande para ti.
Lo es, Rodney es mucho más alto que yo y es del tipo de chicos que tienen músculos pero realmente no me importa eso ahora, de verdad estoy muy agradecida por este gesto.
No recuerdo cuando fue la última vez que alguien se tomó el tiempo y las molestias de ayudarme.
Me encojo de hombros. —Es cómoda y calientita —digo, luego me arrepiento por haber usado esa palabra.
Sueno como una tonta niña pequeña.
Rodney se encoje de hombros. —Pues si la quieres usar, úsala.
Él y yo nos movemos en dirección a las escaleras, se detiene frente a una maquina expendedora de comida. Lo espero a un lado, recordando gracias a la horrible sensación en mi estómago que no he comido casi nada.
—Ten —extiende una bolsa de papas hacia mí—. ¿Prefieres otras?
Miro la bolsa, luego a él y de nuevo a la bolsa. Trago saliva, ¿Por qué Rodney está haciendo esto? —Um, ¿para mí?
Asiente, colocando otro billete en la maquina con su otra mano. —Dime si quieres otro sabor.
¿Es porque ayer pasamos un poco de tiempo juntos que me ayuda? ¿Siente obligación de hacerlo por alguna razón?
Quizás él solo es el tipo de personas amables.
La tomo —Está bien pero, te lo voy a pagar.
Bufa mientras escoge algo más. —No, yo pago hoy, tú pagarás en la tarde.
Junto mis cejas con cosquillas en mi estómago. — ¿En la tarde?
Me da una mirada. —Iremos a tomar otro café, ¿no?
Tengo que parpadear tres veces para darme cuenta que está sugiriendo que volvamos a pasar tiempo después de clases. —Ah, tú y…
Rodney sonríe viendo dentro de la máquina. —Si quieres, o podemos ir por algo más, tal vez ya nunca querrás más café.
Me toco la mejilla izquierda mientras siento como mi corazón late de una manera diferente. —No, aun me gusta el café —contesto, riéndome nerviosa—. Digo, está bien, sí quieres. Sí, yo quiero.
Rodney se inclina para tomar dos latas de Coca Cola, me extiende una a mí. —Entonces, tenemos un plan.
Sostengo la lata y la veo, sin saber que hacer ahora. Él extiende su mano y la abre por mí mientras yo la sostengo. Luego abre la suya y le da un sorbo. —Esta es mi favorita.
—Rodney… —empiezo a decir aunque no sé cómo proseguir—, um, ¿Cuál es tu apellido?
En realidad quería preguntarle por qué se comporta de esta manera conmigo. Sé que no tiene nada que ver con la posibilidad que yo le pueda gustar porque me lo aclaró ayer y porque no intenta nada, ni siquiera cuando estamos solos.
Pero entonces, ¿Por qué?
—Rodney Petterson —afirma.
—Petterson —repito—, yo conocí a una Lucy Petterson, ¿la conoces? ¿Es tu hermana?
Niega, tomando otro sorbo. —Eh, no, no conozco a ninguna Lucy.
Sonrío a medias. —Sí, claro, lo siento, a veces solo… —tomo un sorbo, tengo que dejar de hablar.
—Cassandra —se recuesta en la maquina expendedora que es casi igual de alta que él—, ¿Cuál es tu apellido?