A la hora de almuerzo, Alex se acercó a Rodney.
— ¿Vamos? —le pregunta.
— ¡Alex! ¡Rod! —Carmen habla desde el frente de la clase—. Rápido, hoy hay donas, quiero una antes que se las lleven.
Rodney se levanta y me voltea a ver. — ¿Vienes?
Escucho a Eliza y a Carmen soltar algo parecido a un quejido, tal vez no quieren que vaya con ellas. —Está bien, llegaré después.
Él niega. —En ese caso, te espero.
Alex entorna sus ojos. —Pues yo si quiero donas —afirma—. Te veo allá.
Poco a poco todos as personas salen de aquí, dejando a Rodney y a mi solos. Él guarda algunas cosas en su mochila sin verme ni decirme nada.
—Podías ir con ellos —lamo mis labios resecos—, hay donas, aparentemente.
Me mira sonriendo de lado. —Las donas que venden aquí no son muy buenas —me señala—. ¿Vamos a comer?
La verdad solo estoy evitando que algo como lo de ayer suceda de nuevo. Sé que fue un accidente pero no quiero que vuelva a ocurrir, esta vez, intencionalmente. No sé si ellas podrían ser capaces de hacer algo así pero, no creo que les agrada mucho.
—Tengo una idea —dice—, ¿vienes conmigo?
Respiro profundo, resignándome a la idea que no podré escapar de ir a la cafetería. —Está bien.
Rodney toma su teléfono, yo también me aseguro de llevarlo y salimos de ahí. Caminamos el pasillo hasta las escaleras y bajamos sin intercambiar palabra, veo hacia un lado donde hay una pequeña ventana. El día está raro, hay mucho sol pero pareciera que en unas horas pudiera llover.
Sigo hacia adelante, cuando él me detiene. —Cassandra —señala hacia el lado contrario—. Por aquí.
Junto mis cejas. — ¿No vamos a la cafetería?
—Sí y no —sonríe—. Tú solo confía en mí.
Rodney no sonríe mucho en clases, pero cuando lo hace, me hace sentir mejor. Le queda bien, sonreír de esa forma. —No confío en alguien que no quiere decirme el significado de su tatuaje.
Su sonrisa se amplía, mostrando sus dientes. —Es tu nombre, ¿acaso no escuchaste que te califiqué con un once? Básicamente soy tu fan.
Sonrío. —Sí, claro.
Lo sigo en esa dirección, no se a dónde vamos pero prefiero estar en cualquier lugar que cerca de todos ellos. Quiero llevarme bien con todos pero me han malentendido, realmente no me interesa salir con ningún chico que a ellas les guste.
—Cassandra —pronuncia mi nombre viendo al frente—. ¿Irás realmente a esa fiesta?
Asiento pero me doy cuenta que él no puede verme. —Sí —confirmo—, creo que podremos llevarnos mejor, con ellas, con todos.
—Puede ser —dice—, pero…
Espero a que siga hablando, no lo hace.
Caminamos un poco más y llegamos a otra de las cafeterías de la escuela, esta es mucho más pequeña y solo hay un puesto de comida.
Nos acercamos hasta ahí, venden casi lo mismo y decido pedir un sándwich de salami y queso, también una botella de agua.
Rodney pide lo mismo, luego llevamos todo hasta una mesa redonda que está un poco doblada y se mueve cada vez que tomamos algo. Aun así, sigue siendo mejor que estar en la otra mesa con todos los demás.
Veo alrededor y aquí estamos rodeados de plantas, el lugar no tiene paredes, solo un techo de madera y en cada columna hay unas macetas. Afuera está el pasto recién cortado y al fondo, hay unos árboles bastante altos y frondosos.
Un pájaro se detiene cerca de la mesa y toma un pedazo de pan pequeño.
Rodney come sin verme, es como si tuviera la mente en otro lugar. Lo miro y pienso en la pregunta que me hicieron hace un rato, objetivamente hablando Rodney es un diez. Es alto, su piel morena contrasta genial con sus ojos oscuros y su cabello negro. No sabía que tipos como él podrían gustarme, con ese estilo de “malos” pero sí.
Digo, no es que me guste realmente. Me agrada y solo estoy calificándolo exteriormente.
Aclaro mi garganta y me limpio la mano con una servilleta de papel. —Um, ¿Rodney?
Parpadea dos veces antes de voltear. — ¿Sí?
Sonrío levemente. —Me agradas.
Él también sonríe. —Eso es algo bueno porque tú me agradas —afirma—, ¿Qué tal esta parte de la escuela? ¿No es mejor que en la otra cafetería llena de ruido?
—Lo es —respondo.
Su teléfono suena con el sonido de una notificación, él lo revisa y junta las cejas. Parece que le contesta a quien sea le está escribiendo, niega y vuelve a bloquearlo.
Trago saliva. —Eh, Rodney, mira yo… —no sé cómo decir esto—, um, a mí no me gusta nadie en esta escuela, a penas los conozco, no quiero que se hagan problemas por esto.
—Comprendo —rasca su cuello—, no te preocupes tanto, se les pasará. Eres agradable y pronto todos ellos podrán notarlo también.
Asiento, sintiéndome mejor por sus palabras.
—Y bueno, cuando termines, quiero mostrarte algo —dice.
Ya solo me faltaba un par de mordiscos más así que en cuestión de unos pocos minutos, ambos estábamos recogiendo nuestra basura y dejándola en su lugar.
Rodney me pidió que lo siguiera a otra parte, esta vez estamos caminando hacia los árboles. Parece que aún me falta mucho por explorar en este lugar.
Llegamos a un camino estrecho, las ramas comienzan a arquearse y parece como si esto fuera un túnel. La luz del sol entra a través de los espacios vacíos y por debajo, unas pequeñas flores decoran el pasto.
— ¿Qué es aquí? —le pregunto, observando todo a mi alrededor.
—Solo algo que hicieron hace dos años —explica—, se suponía que iba a habilitar una entrada por esta parte pero renunciaron a esa idea y solo dejaron esto, muchos vienen aquí a tomarse fotos por esta razón —señala al fondo.
Es el final del lugar, un espacio pequeño lleno de rosales y enredaderas. Es como un camino secreto y creo que es genial.
—A esta hora no vienen por aquí, en cualquier momento se puede asomar un profesor —me indica—. Pero como tú y yo no estamos haciendo nada malo, no hay problema.