La lluvia moja mis piernas, mis hombros y mi rostro.
Según ellas, esta falda es transparente así que cuando intente caminar bajo la lluvia, todos verán mi muy linda ropa interior con flores azules.
Este es el mejor día de mi vida, sin duda.
No sé que me pasa, estoy en un estado de shock o algo parecido porque no intento moverme de aquí. Ya no me importa, esta es mi vida y siempre será así.
Creo que me he resignado a que todo salga de esta manera.
Me rindo.
— ¿Cassandra? —Escucho la voz de Rodney, muevo mi rostro y lo veo ahí, paseando sus ojos por el lugar—. ¿Cassandra? ¿Estás aquí?
Mueve su rostro a la derecha y sus ojos me encuentran. El agua cae sobre él, también sobre mi rostro pero no rompemos el contacto visual. Luego junta las cejas y niega, corriendo hacia donde yo estoy.
— ¿Qué haces aquí? —se quita su chaqueta rápidamente y la coloca sobre mis hombros—, ven conmigo.
No puedo hacerlo.
— ¿Lo sabias? —pregunto, esperando que la lluvia y la oscuridad esconda toda la tristeza en mi rostro.
Rodney me mira confundido. — ¿Qué? —Luego sus ojos se abren, como si se hubiera dado cuenta de algo—. Ah… ven conmigo por favor, te estás empapando aquí.
Me levanto y él me cubre más con su chaqueta, me toma de los hombros para conducirme a la parte techada. Las gotas se deslizan de las puntas de su cabello y sus hombros están mojados, sin embargo, no parece importarle.
— ¿Qué pasó? —pregunta.
Muerdo mi labio, no puedo intentar decirlo sin querer llorar.
Él mira al interior de la casa y se peina el cabello hacia atrás. —Vamos, te iré a dejar a tu casa.
Niego. —Mis cosas están en el auto de Carmen… no puedo… déjame, Rodney —me quito la chaqueta—. Déjame, vete con tus amigos y déjenme en paz.
Él la toma solo para volver a colocármela. —Cassandra, no sé qué pasó antes que yo llegara pero te prometo que no tenía idea de lo que sea que sucedió.
— ¿Por qué no querías que viniera a la fiesta? —Pregunto enojada—. ¿Era divertido para ti ser el amigo de la nueva? ¿Actuar como si tú eras diferente?
Rodney niega, frunciendo el ceño. —No Cassandra, yo no he actuado —exhala—, me agradas y he sido genuino contigo, no quería que vinieras porque conozco a mis amigos y a veces pueden ser intensos, lo siento.
Bajo la mirada, no sé si debería creerle.
—He sido un chiste, ¿no? —Aprieto mis dientes—. Solo soy la tonta y estúpida Cassie, soy su diversión y estoy segura que tu también lo sabias.
Rodney permanece de pie unos segundos luego, respira profundo, coloca su mano en mi hombro. —Vamos, te iré a dejar.
—Rodney…
Él entra a la casa y camina con rapidez, yo lo sigo para devolverle esta chaqueta y esconderme en algún rincón como un insecto. Así me siento, tan pequeña y despreciable.
Rodney se dirige al fondo del lugar, hay una gran pantalla, unos sofás muy largos y una mesa de cristal. Yo quiero que deje de caminar tan rápido pero no lo hace, es como si supiera exactamente a donde va.
Y cuando veo a algunos del grupo, siento terror en mi interior.
¿Este era el plan? Mostrarles lo mal que me veo ahora para que sigan burlándose de mí.
Pero Rodney no intenta burlarse, va con Carmen y extiende la palma de su mano. —Dame tus llaves.
Ella se sorprende al verlo, junta las cejas y levanta sus cejas cuando nota su cabello mojado. — ¿Qué? —Grita—. ¿Mis llaves?
—Dámelas, voy a sacar las cosas de Cassandra y luego te las devuelvo —pide.
Cuando pronuncia mi nombre, los ojos de los demás se mueven buscándome y cuando me encuentran, tienen esas tontas expresiones de nuevo. Me ven satisfechos con lo que han hecho, con lo que me han hecho.
Kelly se acerca a Rodney y lo toma del brazo. —Al fin regresaste, vamos a bailar.
Rodney retira el brazo con brusquedad. —Dámelas, Carmen.
Ella bufa. —Ay, no sé, se las di a Elize, ella las tiene en su bolsa.
Alex se acerca con una gran sonrisa, rodea sus hombros con un brazo. —Amigo —alaga la última vocal—, ¿Dónde estabas?
—Buscando al perrito callejero —dice Kelly, lo suficiente fuerte para que la escuche.
Rodney la mira con las cejas juntas. —Kelly —levanta un dedo—, ¿Por qué no cierras la boca?
Ella rueda los ojos. — ¿De nuevo juegas al héroe? —Se ríe—, ya, olvídala, ella da pena y tú eres demasiado guapo para estar ocupándote de hacer caridad.
Es claro que ha bebido algo aunque eso no es muy reconfortante, según he escuchado, las personas dicen la verdad en ese estado.
— ¿Cuándo van a aprender? —Rodney reclama—, ya maduren, dejen de comportarse como idiotas.
—Oye —Alex levanta los brazos—, yo no hice nada, todo fue idea de ellas.
Carmen lo fulmina con la mirada. —Rod, te quiero pero estás arruinando la fiesta, ve con Elize y saca la basura de Cassie —me sonríe—, ¿me perdonas, Cassie? No fue mi intención, de verdad.
Trago con fuerza.
Rodney se voltea y me toma de los hombros para apartarme de ahí, me saca del lugar y cuando llegamos a la entrada, cubre mi cabeza con la chaqueta. Caminamos una distancia un tanto larga hasta su auto, él abre y me deja entrar.
Antes de cerrar, se inclina. —Quédate aquí, voy por tus cosas, ¿sí?
Aún tengo dudas sobre Rodney pero él fue a confrontar a sus amigos y es él quien está caminando bajo la lluvia para ayudarme. Tal vez es cierto, tal vez él ha sido genuino conmigo.
Aprovechando que se ha ido, dejo salir algunas lagrimas silenciosas.
Me cubro el rostro con las manos y se me escapa el primer sollozo. Me siento ridícula, como una gran perdedora y solo quiero regresar en el tiempo.
Si pudiera, lo haría.
Rodney regresa luego de unos minutos, está mucho más mojado que cuando se fue y eso me hace sentir muy mal. Entra con mi mochila, adentro está mi ropa y se la pido para colocarme encima mi camiseta simple pero cómoda.