Toda Mi Mala Suerte

16

Abro la boca sin saber qué palabras decir.

¿Por qué Rodney está aquí?

Digo, recuerdo que quería que nos viéramos hoy pero no pensaba que fuera en verdad.

—No lo hagas esperar —mamá me da una palmada en la rodilla—, es agradable, está hablando con tu padre muy amenamente.

Niego. — ¿Cuánto tiempo lleva aquí?

—Como media hora —asegura tranquilamente, como si fuera algo común que chicos vinieran a mi casa—, dijo que te llamó pero no contestaste, se preocupó por ti —vuelve a sonreír—, que lindo.

Claro, mamá siempre piensa que cualquier chico que me da un segundo de su atención está enamorado de mí.

—Ah, está bien, solo voy a vestirme.

—Claro —se levanta de mi cama—, iré a avisarle que ya estás despierta.

Mamá sale de mi habitación y yo reacciono rápidamente. Corro al baño a lavarme el rostro, los dientes y a peinar todas estas ondas sin forma. Luego voy por mi ropa y busco una camiseta negra, un pantalón rojo y mis zapatillas negras.

Es lo mejor que puedo hacer.

En menos de diez minutos estoy bajando las escaleras y escucho a papá reír, muy alegremente. Me asomo y veo que Rodney está sonriendo también, junta sus manos y asiente. Parece que papá no es el único que se la está pasando bien.

—Buenos días —saludo.

Rodney levanta la mirada. —Hola Cassandra.

Papá se levanta del sofá. —Hija, ¿Por qué no nos habías dicho que tenías un amigo tan carismático?

¿Por qué ustedes siempre vienen muy tarde del trabajo y Rodney no es necesariamente mi amigo?

—Ah, bueno, supongo que ya conoces a Rodney —digo.

Papá asiente. —Sí, es un chico listo, me agrada.

Mamá se acerca y toma a papá del brazo. — ¿Por qué no dejamos que hablen tranquilamente, Joel?

Papá levanta la mano en dirección a Rodney. —Claro, hablen chicos.

Mamá me mira. —Si tienes hambre, Rodney nos trajo panecillos.

—Ah, está bien, gracias… —digo.

Ambos salen y yo me siento extraña. Seguramente mis padres están muy felices y emocionados porque es la primera vez que su hija trae a un amigo a la casa.

—Trajiste panecillos —digo, viendo mis zapatos.

Rodney se acerca. —Te llamé pero como no contestaste quise asegurarme que estabas bien, aunque asumí que tus padres iba a estar aquí así que traje algo para comer.

—Gracias —lo miro—, eh, entonces, ¿Qué haces aquí?

Se encoje de hombros. —Bueno, pensé que podríamos hacer algo hoy, ¿Qué tienes ganas?

Niego. —Hoy no, estoy ocupada, lo siento.

Aprieta un ojo. — ¿Ocupada?

Suspiro. —Sí, hoy no… —no quiero salir con nadie ni hablar con nadie.

—Está bien —señala el sofá—, entonces me quedaré aquí hasta que te desocupes.

Chasqueo mi lengua. —No, mejor ve a tu casa o a donde quieras, nos vemos en la escuela.

—Cassandra —cruza sus brazos—, se supone que somos amigos, los amigos pasan tiempo juntos.

Cubro mi boca para bostezar, parece que despertarme a las once de la mañana me ha dejado más exhausta que las veces anteriores.

—Si quieres ser mi amigo tienes que hacer tareas conmigo, suelo hacerlas los sábados así tengo el resto del tiempo libre —explico.

—Tareas —repite, mirando hacia el techo—, suena bastante divertido.

—O puedes no hacerlo, tú decides —digo, recordando que tengo su sudadera—. Por cierto, antes que te vayas te daré tu sudadera.

Me mira con la frente arrugada. —No me iré aun —se encoje de hombros—, hagamos tareas si eso quieres, aunque no tengo nada conmigo así que, bueno, tendrás que pasarme todo después.

Pensé que sí se iba a ir. —Si quieres —me froto los brazos—. Entonces, um… supongo que, deberíamos hacer eso.

Asiente. —Claro.

Pero no estoy de humor para hacer tareas, pensé que hoy podría quedarme todo el día en mi habitación y ver alguna película que me haga sentir mejor. Este no era el plan.

Pero Rodney está aquí y se está comportando amable, ya no creo que él haya formado parte del plan que hicieron los demás para molestarme. Tal vez solo quiere ser mi amigo y ya.

Tal vez quiere arreglar lo que no pudo con el chico quienes todos molestaban.

—Quédate aquí —le pido—, tengo que ir a bañarme.

Asiente. —Claro, ve, yo te espero.

Si Rodney no está aquí cuando regrese de mi ducha, entenderé que simplemente vino para ser amable, no para ser mi amigo.

Pero si sigue aquí, le podría dar una oportunidad.

Parece una estupidez ser así de selectiva cuando finalmente podría tener un amigo pero ya no quiero seguir confiando tan fácilmente en otras personas.

Quiero que por una vez en mi vida, sea genuino.

Luego de terminar de arreglarme, esperaba que mis padres me avisaran que Rodney se fue pero no, aquí está, hablando con ambos mientras ríen. Rodney se ve tan en confianza que pareciera que los conociera desde hace años.

—Um, Rodney —digo y me voltea a ver—, ¿listo para la tarea?

Mamá sonríe, contenta. —Hija, Rodney y tu pueden comer antes de ocuparse de eso —se levanta al igual que mi padre—. Te serviré panqueques.

—No —digo yo—, está bien, gracias. Yo lo hago.

Ambos salen y mis ojos regresan a Rodney, quien está ocupado comiendo arándanos con un tenedor. Él junta sus cejas cuando nota que no dejo de observarlo. — ¿Qué?

Coloco mis manos en la cadera. — ¿No tienes algún lugar que visitar en un sábado?

Hace una mueca. —Normalmente iría a casa de mi mamá pero no tengo ganas —toma otro arándano—, prefiero ver como Cassandra Orlando se divierte.

Entorno mis ojos. — ¿Has hablado con ellos? —me refiero a sus amigos.

Mira hacia el plato. —Algo así, hablé con Alex y le pregunté sobre lo que sea que pasó pero él me aseguró que no tenía nada que ver —suspira—, en realidad… nada, olvídalo.

— ¿Qué? —insisto, tengo que saber en qué me estoy metiendo y ya que él está aquí, espero que me lo diga todo.




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