Toda Mi Mala Suerte

17

Rodney ha conducido por una hora y me sorprende que no me he sentido incomoda estando tanto tiempo en un auto con un chico que recién he conocido.

Recuerdo la vez que estuve en el auto de Alex y lo raro que era todo, mientras tanto, Rodney y yo no hemos parado de hablar sobre eventos paranormales en todo el mundo.

No sé si Rodney realmente cree en ello pero me agrada como él no parece desinteresado o me mira como una demente, incluso parece interesado en cada historia que le cuento.

—Es por aquí —afirma.

Veo a mí alrededor, las calles se ven menos cuidadas que toda el área donde está la escuela, las casas no son tan grandes como la de Kelly o donde fue la fiesta y hay bastantes espacios con vegetación. Me sorprende lo contrastante que es todo esto, como en tan solo a una hora de camino el lugar puede verse tan diferente.

Sin embargo, me gusta.

Me gusta ver las casas con jardines coloridos, con rejas de metal y arboles al frente. Me gustan los arbustos con flores rosadas y amarillas, el hecho que a donde sea que voltee hay plantas y macetas. Me gusta esto, me recuerda al lugar donde vivía cuando era una niña de siete años.

Rodney cruza a una parte angosta, aquí ya no hay asfalto sino tierra amarillenta y avanza lento mientras las llantas crujen por debajo. Sin embargo, el lugar sigue luciendo coloridos, paredes de colores brillantes y casas un poco antiguas con todo tipo de plantas.

Rodney se estaciona frente a una casa de tamaño mediano, de una sola planta. Por afuera se ve un jardín con césped recortado, algunos animales de piedra como decoración y unas ventanas abiertas con cortinas blancas que se mecen con el viento.

—Mis abuelos —afirma—, te agradarán, ellos te contarán las historias de ovnis que tanto te gustan.

Me sorprende que haya decidido traerme con sus abuelos pero me emociona la parte de los ovnis, sin duda quiero conocerlos.

Rodney abre su puerta y sale, yo tambien lo hago. Cierro con mucho cuidado.

Él espera a que me coloque a su lado para caminar hasta la entrada.

Él toca la puerta tres veces. —Abuela, soy yo —anuncia.

Unos segundos despues, la puerta se abre. Una mujer con un rostro casi sin arrugas, el cabello gris y una sonrisa amplia nos recibe. Primero mira a Rodney y luego a mí, junta sus cejas. —Ah, hola.

Rodney me señala. —Ella es Cassandra, es mí, um, nueva amiga.

La señora extiende sus brazos y me acerca a ella en un fuerte abrazo. —Hola, querida —esta mujer huele a rosas—, un placer conocerte, cualquier amiga de mi pequeñito es bienvenida.

Sonrío al escuchar como su abuela lo llama de esa manera, Rodney es mucho más alto que ella. —Gracias, es un placer.

Su abuela toma su mano. —Pasen, por favor. ¿Ya comieron? ¿Les preparo algo?

Rodney da un paso hacia adelante. —Estamos bien, abuela, gracias.

—El señor Carl está aquí —anuncia—, atrás, con tu abuelo, siempre con esa vieja camioneta.

Rodney sonríe. —Genial, iremos a saludar.

La abuela de Rodney me hace una seña. —Pasa, querida, ven.

Entro sosteniendo la correa de mi bolsa. —Gracias.

Nunca he visitado a los familiares de nadie de mis compañeros anteriores, esta es la primera vez y me alivia saber que su abuela es una mujer carismática y amable. Me siento mucho más tranquila.

Rodney me voltea a ver. —Ven, te presentaré a mi abuelo —dice.

Yo miro alrededor unos segundos. Esta casa es muy linda, toda de madera y los muebles de color almendra. Hay muchas decoraciones por todo el lugar, flores y fotografías.

—Está bien.

Lo sigo, pasamos por el comedor y luego, por la cocina. Todo está ordenado y el lugar huele como algo dulce, pero no demasiado. Rodney abre una puerta más y sale.

Es como una bodega, pero no tiene paredes, solo un techo de madera. Hay varias herramientas, una mesa de metal y una camioneta un poco despintada por el sol. Finalmente veo a dos hombres sentados al fondo, giran su rostro cuando notan que alguien ha entrado.

— ¡Rodney! —un señor alto se levanta—, hola, ¿Qué tal? —me mira y levanta una ceja canosa—. Ah, ¿Quién es ella?

Rodney me voltea a ver y coloca su mano en mi hombro. —Ella es Cassandra, somos amigos de la escuela —señala al hombre de pie—, él es mi abuelo Julian y él es Carl, un amigo de la familia desde siempre, un vejestorio.

Carl se levanta con una gran sonrisa. —Muy gracioso, Rodney.

Ahora que está de pie puedo verlo y noto que la mitad de su rostro sufrió algún tipo de quemadura pues se ve de un color rojizo oscuro y no tiene ojo izquierdo, solo hay una capa de piel que le cubre.

— ¿Es tu novia? —Pregunta—, ya era hora que salieras con alguien, niño.

Yo trago saliva.

Rodney rueda los ojos. —No Carl, Cassandra es solo mi amiga.

Su abuelo sonríe. —Ya, no molestes a mi niño, no lo avergüences frente a la pobre chica —dice—, mira que le cuesta mucho trabajo encontrar citas, en especial porque cuando se enteran que dormía con su mantita hasta los doce años, deciden no devolverle las llamadas.

Rodney arruga la nariz mientras ellos sueltan unas carcajadas, yo sonrío un poco. —Abuelo, eso no es cierto —aclara su garganta—, traje a Cassandra porque te agradará, ella cree en todo eso de los extraterrestres y tu…

— ¿De verdad? —Su abuelo me mira—, Ah, eso me agrada. ¿Quieres escuchar sobre la vez que Carl y yo vimos una nave en un campo?

Sin duda los abuelos de Rodney son bastante amigables.

—Sí —digo feliz.

Carl levanta un dedo y va por una silla de plástico, la sacude asegurándose que no tenga polvo aunque se ve bastante limpia y la coloca frente a la mesa. —Sientate niña, es una historia cien por ciento real.

Rodney se mueve a un lado de donde hay unas cajas de plástico y se sienta ahí. —He escuchado esta historia unas mil veces.

Su abuelo lo señala. —Cuando te suceda algo así, también irás contándolo por todas partes.




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