Toda Mi Mala Suerte

18

 

Hoy es lunes.

El sábado pasé mucho tiempo en la casa de los abuelos de Rodney y la pasé muy bien. Clay seguía contándome más situaciones extrañas que le han sucedido, Rodney ayudó a cocinar junto con su abuelo.

Luego regresamos a mi casa y me prometió que llegaría el domingo para ayudarme con las tareas que debí hacer yo. No sabía si le creía, pensaba que quizás ya no querría pasar más tiempo conmigo pero lo hizo.

Rodney se quedó unas horas, luego comió el almuerzo que mamá preparó y se fue.

Toda esa experiencia fue inusual para mí, jamás había pasado tiempo con alguien antes y menos, con un chico.

Finalmente llego a la escuela y cada paso que doy es difícil pues recuerdo todo lo que sucedió en la fiesta y mi corazón se acelera, preferiría no dar otro más pero no tengo opción.

Sigo avanzando hasta que llego al salón de clases, por suerte no han llegado Elize o Carmen, solo unos chicos que se sientan en medio y no les hablo ni ellos a mí.

Voy hasta mi asiento, tomo mis auriculares y mi teléfono y rápidamente reproduzco alguna canción. No quiero que parezca que lo que me hicieron me afectó, no quiero verme débil.

Cada vez que alguien llegaba, mi corazón se detenía. Me obligaba a continuar respirando tranquilamente y no prestar mucha atención.

Hasta que Eliza y Carmen llegaron.

Le bajé un poco de volumen a la música, aunque no era necesario, lo primero que dijo Carmen lo hizo con un tono de voz muy alto: —Me encantó la fiesta.

Elize suelta una carcajada. — ¡Lo sé! Me la pasé genial.

—Sí, todo estuvo muy divertido, en espacial cuando… —deja de hablar y ambas sueltan unas carcajadas.

Aprieto mis dientes y bajo el rostro, no les prestaré atención. No les daré lo que buscan de mí.

— ¡David tiene razón! —Elize grita prácticamente—, jamás debimos juntarnos con ya sabes quién.

Carmen responde: —Pero, ¿Por qué tanto drama? ¿Acaso no sabe divertirse?

— ¡Ya sé! —Responde Elize—, que vergüenza.

—Además ni se veía bien —Carmen dice y puedo sentir sus miradas en mi dirección—. ¿Viste cómo le quedaba la falda?

Vuelven a reír.

Yo trago saliva y miro hacia mi estómago. Por un segundo pensé que quizás me miraba bien, que podía vestirme de esa manera y que no tenía que cambiar para lucir linda.

Pero ahora me apena recordar cómo me miraba, espero que nadie haya tomado fotografías. Odiaría verme vestida así y darme cuenta que me veía muy mal.

— ¿Hola? —Parece que Elize está al teléfono—, sí, sí, estamos en el salón.

Levanto mi mano y me retiro el brillo labial que me aplique, quizás no me queda bien. Quizás me veré ridícula y ellas lo usarán para molestarme. Yo sé que no debería pensar en eso, que debería hacer lo que yo quiera pero realmente, lo único que quiero es estar en paz.

Un par de minutos después, alguien más llega. Es Kelly.

Tengo su ropa en mi mochila, la lavé y me aseguré de guardarla para entregársela, sin embargo, no quiero hacerlo ahora. No frente a Carmen y a Elize, siento que podrían decir algo.

— ¡Hola! —Kelly saluda a sus amigas.

— ¡Kels! —Elize saluda de vuelta—, estábamos hablando de lo genial que la pasamos en la fiesta.

—Sí, fue muy buena hasta que alguien lo arruinó todo —exhala ruidosamente—, lo que me recuerda algo.

Yo sigo con mi vista a mi teléfono sobre al escritorio pero veo de reojo como ella se acerca a mi escritorio, cuando está a un lado, levanto la mirada.

Entorna sus ojos. — ¿Dónde está mi ropa? Te la presté y no me la has devuelto, ¿querías robártela?

Me quito uno de los auriculares y muerdo mi lengua. —No… —me inclino hacia mi mochila—, la tengo aquí.

Carmen y Elize se acercan, yo saco la bolsa y la coloco sobre el escritorio.

—Aquí está —digo, acercándola a ella—, gracias por prestármela.

Kelly no la toma, mira la bolsa y sonríe. —Sí que eres una mojigata.

Trago saliva pero no respondo nada.

Elize entorna sus ojos. —Eres inteligente, Cassie —sonríe de lado—, ¿Cómo fue llevarse a Rodney a la cama?

—No te emociones —Carmen agrega—, él se acuesta con las más fáciles.

Junto mis pies y respiro profundo, yo vuelvo a mover la bolsa hacia ella. —Ten, Kelly.

Kelly arruga su nariz. —No, qué asco —ríe—, no la quiero, ya la usaste tú.

—Y te quedaba horrible —Elize afirma y ellas ríen.

—Es tuya —digo sin verla a los ojos—, tómala y haz lo que quieras con ella.

—Hola —saluda Alex a un chico, entrando al salón.

Ellas se dan una mirada y Kelly de pronto, grita: — ¿Por qué la rompiste? —Se cubre el rostro—. ¡Cassie!

Abro mis ojos y niego. —No, está todo bien.

Carmen adentra sus manos a la bolsa y escucho un rasguño. ¿Acaba de romper la ropa de Kelly solo para molestarme? ¿Qué le pasa?

—Mira lo que hiciste —Carmen saca la blusa, tiene la manga rasgada—, Cassie, ¿Por qué? Kelly solo quería prestarte su ropa, esta se la regaló su mamá.

Elize niega, mordiendo su labio inferior. —No tienes que ser mala con nosotras, solo queremos ser tus amigas.

Kelly levanta las manos. —Está bien chicas, Cassie no quiso hacerlo.

—Yo no hice eso —mi voz suena temblorosa—, yo no fui.

Kelly toma la bolsa. —Está bien, Cassie. Te perdono si me pides perdón.

Siento calor acumulado en mi pecho. —Yo no fui —repito.

Carmen resopla. —Solo hazlo, Cassie, es lo que las personas hacen cuando actúan mal, piden perdón.

Levanto la mirada y noto que todos en el salón están viendo a esta dirección, Alex junta las cejas y me mira con curiosidad. Yo intento no perder el control, me obligo a respirar tranquilamente, aunque es difícil.

Rodney entra en ese momento, se acerca para saludar a Alex. Carmen le da un empujón a Kelly y ella sonríe.

—Cassie, vinimos aquí a pedirte perdón y tú me haces esto, no es justo —hace un puchero—, solo quería ser tu amiga.




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