Toda Mi Mala Suerte

20

Salí al baño un momento y me alivié que estuviera vacío cuando llegué, pero justo al salir del cubículo, entraron Kelly y Nova.

De nuevo esa sensación de tensión llenó todo mi cuerpo. Me concentré en actuar como si no estuviera pasando nada malo, fui hasta el lavabo y tomé un poco de jabón. Moví mis manos en círculos y dejé que el agua cayera sobre ellas.

Ellas comienzan a reírse por algo pero las ignoro, es lo mejor que puedo hacer.

Kelly se recuesta en la encimera a mi lado y le dice a Nova: —Ya sé, es una falsa.

Nova ríe.

Kelly se gira y coloca su mano debajo del grifo para que se active el sensor. Ella se lava únicamente con agua, levanta las manos y las sacuden en mi dirección.

Cierro los ojos, es solo agua. No importa. Solo tengo que ignorarla y estaré bien. Eso es lo que todos dicen, que no les preste atención a este tipo de personas. Ellas quieren atención.

Me muevo a un lado para tomar una toalla de papel cundo siento agua en mi cabeza.

Miro a través del espejo y Kelly tiene las manos juntas, como si de esa manera logró lanzarme agua.

Me giro y vuelve a hacerlo, justo cuando mi rostro estaba en la posición directa al agua.

Ella comienza a reírse, Nova eleva las cejas aunque no ríe. —Ay, lo siento —dice Kelly con un tono molesto—, no te vi.

Trago saliva con mucha dificultad. —Es solo agua —digo, usando la toalla de papel para limpiarme el rostro.

Kelly sonríe. —Lo es —estira su mano y toma a Nova—, me alegra que no te enojes por esto, Cassie.

Nova me mira y retira sus ojos rápidamente, ellas se van dejándome sola finalmente. Me miro al espejo y aunque no fue mucha, me siento como una gran perdedora de nuevo. ¿Debí decirle algo más? ¿Intentar defenderme?

¿Sirve eso?

Me toco el cabello en la parte que ella me tiró agua, no es tanto pero siento como mis ojos comienzan a arder. Los cierro y respiro profundo, no voy a llorar. No puedo llorar.

El periodo libre ha comenzado, no es realmente un periodo libre, supuestamente es para que los alumnos estudien y hagan tareas pero nadie utiliza ese tiempo para esa actividad. Algunos profesores se pasean por los pasillos asegurándose que no esté sucediendo nada malo en los salones de clases.

Pero quizás deberían pasearse por los baños también, porque aquí, también ocurren cosas.

Me quedo varios minutos adentro, usando este lugar como mi escape a la realidad pero eventualmente, me obligo a salir. Prefiero estar ahí, en caso Elize y Carmen quieran tomar mis cosas y dañarlas.

Así que salgo al pasillo y voy con paso lento, viendo que al frente, Alex está caminando mientras usa su teléfono.

Recuerdo la primera vez que vi a Alex, en ese momento creo que me llamó un poco la atención y pensé que quizás podría llegar a gustarme pero de ese día a hoy, muchas cosas han cambiado.

Él levanta la mirada un segundo y me nota, camina con menos prisa y se detiene cuando estamos frente al otro. —Hola —me dice, viendo detrás de mí y luego hacia su teléfono.

—Hola… —me muevo hacia un lado para pasar.

—Eh, Cassie —aclara su garganta—, que bien que tú y Rodney y yo estemos en el grupo —sonríe—. Será divertido.

Asiento dos veces. —Sí… supongo.

Comienza a darle vueltas a su teléfono entre sus manos. — ¿A dónde vas ahora? —me pregunta.

Junto mis cejas. — ¿A dónde? —señalo detrás de él—. Al salón.

Se rasca el antebrazo. —Ah, eh… ¿me acompañas a comprar una barra de chocolate? Me gusta el azúcar en la mañana —vuelve a sonreír.

No sé porque Alex está actuando de esta manera. —Creo que sería mejor si regreso.

Levanta un dedo y apunta hacia adelante. —Está ahí, la máquina expendedora. Será rápido.

—Um… —quizás puede ser algo negativo para mí, si llegan a verme cerca.

Me he dado cuenta que Alex es como el popular entre los populares. No digo que toda la escuela lo ame pero entre las personas de mi año, siempre lo saludan y lo ven con admiración.

—Vamos Cassie, te compraré algo a ti —sonríe—, lo que quieras, no escatimes en gastos.

No sé porque quiere que lo acompañe.

Y como si leyera mi mente, agrega: —solo creo que sería bueno empezar de nuevo, ¿no?

Suspiro. —Está bien.

¿Por qué me es tan difícil decir que no?

Él y yo caminamos unos cuantos metros hasta la máquina, me preguntó que quería yo pero me negué a aceptarle algo. Luego él sacó la barra de chocolate, la destapó y le dio una mordida.

Pensé que comenzaríamos a caminar hacia el salón de clases pero en su lugar, se recostó al lado de una ventana. —Entonces… —mira hacia afuera, el sol está oculto detrás de unas nubes—, ¿Tocas algún instrumento?

—No —respondo.

Él regresa sus ojos a los míos. —Yo sí, ¿sabes? Estoy en un grupo, a veces tocamos en unos eventos, ¿te gustaría escucharme?

Asiento tres veces. —Sí… suena bien.

— ¿De verdad quieres hacerlo? —Entorna sus ojos—, ¿escucharme?

Esto es un poco raro. —Eh, sí, supongo… digo, me estás invitando.

Sonríe y le da otra mordida. — ¿Por qué eres tan tímida? —Pregunta—, realmente quiero ser tu amigo.

No es que sea tímida, es solo que no me siento realmente bien demostrando mi verdadera personalidad en la escuela. —Um, no sé, así soy.

Mueve su cabello a un lado. —Entonces, regresando a lo de verme tocar —aclara su garganta—, ¿Quieres ir hoy?

Junto mis cejas. Honestamente no sé si sea una buena idea, seguramente el resto del grupo de Alex estará ahí y me sentiré muy mal, no quiero que nada más ocurra. No quiero que todo esto siga creciendo.

Él parece notar mi duda pues mientras cambia el peso de su cuerpo de su pierna derecha a la izquierda, me asegura: —Estoy con otros amigos —afirma—, son otras personas, no de aquí.

— ¿Por qué me invitas? —pregunto confundida.

Se encoje de hombros. —Porque sí, me gustaría hablar más contigo y no he tenido la oportunidad.




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