Toda Mi Mala Suerte

46

 

— ¿Rodney? —pregunto juntando las cejas, lo veo y él me mira apretando los ojos.

—Cassandra…

Michael se coloca a mi lado. — ¿Qué haces aquí? ¿Te enviaron? —pregunta con el tono serio que había dejado de usar mientras estábamos conversando.

Rodney se cruza de brazos. —Vengo a hablar con ella.

Michael bufa. — ¿Para qué? ¿Para intentar convencerla que no hable? ¿Tienes miedo? —Da un paso al frente y lo señala—. Lamento decírtelo pero tus amigos ya no van a continuar fastidiándola o a nadie más, este es el límite.

Rodney niega. —Michael, esto no es contigo, quiero hablar con ella.

—No —responde él—. Déjale en paz, tú ya no tienes derecho de hablar con ella.

Rodney inclina su rostro. — ¿Por qué crees que eres dueño de Cassandra?

—No soy dueño de nadie —replica—. Yo ahora soy su amigo y yo voy a ayudarla, tú viste todo lo que le hicieron, todo lo que hablaban de ella y ahora vienes a buscarla, ¿para qué? ¿Qué quieres arreglar?

Me siento como una estatua, no hago nada más que verlos discutir sobre mí.

—No es como tú lo estás diciendo —Rodney responde, puedo notar la molestia en su voz.

Michael bufa. —Mira, Rodney, yo no puedo evitar que hables con Cassandra si eso quieres pero ya sé todo lo que tus amigos le hicieron y sé que tú estabas presente en muchas de esas ocasiones. No dejaré que se repita lo que ocurrió con Morgan, ya no.

Rodney levanta las manos. —Yo tampoco quiero que eso pase, por eso estoy aquí.

Trago saliva. — ¿Qué quieres, Rodney?

Él suspira mientras sigue viendo a Michael. —Quiero hablar contigo, pero a solas, ¿podemos?

Asiento, a pesar que presiento que viene a presentarme excusas sobre la actitud de sus amigas y a pedirme que no diga nada, quiero escucharlo. —Está bien.

Michael bufa. —Ni lo intentes Rodney, esta vez no voy a dejar que todo se arregle con dinero.

Rodney lo fulmina con la mirada. — ¿Puedes salir? —Aprieta la mandíbula—. ¿O porque no lo sacas?

—Estaré en mi auto —anuncia Michael—. Te doy cinco minutos, volveré con Cassandra.

Rodney pone los ojos en blanco. —No le haré nada, relájate.

Michael se mueve fuera de la puerta y va directo a su auto, yo dejo que Rodney entre. No cierro la puerta, solo la junto porque no quiero que se quede mucho tiempo.

— ¿Qué pasa? —pregunto.

Respira profundo. —Cassandra, de verdad, lamento todo lo que está sucediéndote.

Asiento. —Está bien, pero si viniste para convencerme a no hablar, yo ya no creo que sea lo correcto.

Mueve su cabeza de la derecha a la izquierda. —No vengo a decirte que hacer o que no hacer, quiero que sepas que lo lamento —aclara su garganta—. Lo que dice Michael es verdad, yo estuve ahí y no te ayudé, no quiero que la pases mal.

— ¿Qué están tratando de ganar, Rodney? —pregunto, viendo hacia su tatuaje, recordando los pocos días buenos que tuve a su lado.

—Solo quiero saber algo —da un paso al frente—. ¿Estas lista para decirlo? ¿No te arrepentirás?

Junto mis cejas. — ¿Estás intentando evitar que lo haga?

—No —exhala—, estoy preguntándote que quieres hacer ahora, ¿Qué esperas que suceda?

Muerdo mi labio. —Solo quiero que se detengan, quiero que esto acabe —arrugo mi frente—. En una clase ellas se burlaban de mí y el profesor no hizo nada, nadie hace nada —mi voz se va elevando poco a poco—. Ya sé que nadie está obligada a ayudarme pero, ¿de verdad? ¿Por qué son así? ¿Por qué?

—Lo siento —rasca su mandíbula—. Lo sé, tienes razón, debí hacer algo.

—No —contesto—. No importa lo que digas o hagas, ya es muy tarde. No quiero meterte en problemas pero eres amigo de personas que creen que está bien burlarse de la madre muerta de un chico, de alguien que suicidó y tú —respiro profundo—, ¿Le has dicho a Kelly que no la quieres? Porque ella está enamorada de ti y tal vez siempre le has dado señales confusas, ¿Por qué no pueden comunicarse? ¿Por qué yo tengo que sufrir porque tú no la quieres?

—Eso no, yo… —suspira—, no es tu culpa. Lo siento, Kelly es así, siempre lo ha sido y yo…

—Y tú dejas que ocurra —niego—. Tú… eres una gran persona, eres asombroso y me agradas mucho —afirmo—. Me gustas, Rodney. Te veo y creo que eres muy lindo y cuando sonríes lo eres más pero no voy a defender a quienes me dañan por ti, aunque he dudado porque sí me importas pero creo que esta vez, me escojo a mí. Tengo que luchar por mí.

Él me observa con los ojos sin parpadear por varios segundos, su labio inferior se mueve lentamente para hablar, aunque no responde nada. Finalmente parpadea y aclara su garganta. —No voy a negarme a que luches por ti.

Asiento. —Entonces, ve y dile a tus amigos que pueden seguir insultándome, escribiendo estupideces en las paredes del baño y burlándose de mí en internet pero no me he rendido —aprieto mis dientes—. No me importan, voy a hacer lo que tenga que hacer.

Ahora me siento más decidida que nunca.

—Hazlo —responde—. Estoy de tu lado, aunque no me creas. Estoy de tu lado y desde ahora, te prometo que será diferente.

Quiero creerle pero, yo soy la chica que conoció hace un tiempo y ellos son sus amigos de toda la vida.

—Tus abuelos —digo, con un tono más tranquilo—, ellos siempre hablan bien de ti y creo que te seguirían queriendo igual aun si se enteraran de todo esto pero, ellos saben que puedes ser mejor que esto —aclaro mi garganta— yo también lo creo.

Rodney hace una mueca. —Lo sé, y lo seré, ya lo veras.

—No tienes que probarme nada —afirmo—. No tienes que probarle nada a nadie más que a ti, Rodney.

Rasca su brazo. —Te extraño, Cassandra —confiesa—. Extraño mucho pasar tiempo contigo, haces que el tiempo se sienta diferente. Contigo todo ha sido diferente.

Escucharlo decir estas cosas es difícil para mí. Quiero creer cada palabra que sale de su boca pero tengo demasiadas cosas en la cabeza, no sé qué decirle ahora.




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