Toda Mi Mala Suerte

48

 

No sabía que estaba ocurriendo hasta que llegó el periodo libre y Janne junto con Elizabeth entraron corriendo a mi salón.

—Ven con nosotras —piden.

Yo me levanto y salgo de ahí, me llevan hasta el fondo del pasillo, apartándonos de todos. —Los suspendieron —afirma Janne—. Bueno, no a todos, pero sí a algunos.

—Michael le envió un mensaje —avisa Elizabeth.

Junto mis cejas. — ¿Qué? ¿Por qué?

—Porque Michael me dijo que muchas personas escribieron en contra de ellos pero que alguien le dejó un sobre donde hablaban sobre cada uno de ellos —explica Janne rápidamente—. Y Michael me dijo que tenía algo como un grabación, es prueba suficiente de lo que hacen.

—Y mira —Elizabeth toma su teléfono, busca algo con prisa y me enseña la pantalla del buscador en Socials—. Ya no está esa cuenta, seguramente alguien de ellos la tenía.

—Están en detención —afirma Janne—. No sé qué más castigo les darán pero esto es bueno.

—Cass, muchas personas fueron a dejar las hojas en el buzón —Elizabeth señala—. No sé qué habrán escrito pero estoy segura que no fueron cosas buenas.

Debería sentirme mejor pero, aun no lo hago. — ¿Todos están ahí? —pregunto—. ¿En detención?

Asienten ambas.

— ¿Dónde está “Detención”? —pregunto.

Janne junta sus cejas. —Abajo pero, ¿No piensas ir, verdad?

Elizabeth niega. —Cass, déjalos. No luces feliz, ¿te sientes culpable?

—Se lo merecen —afirma Janne.

—Pero, no… —bajo la mirada—, no es que no esté satisfecha pero, no todos fueron malos conmigo…

Elizabeth toca mi hombro. —Está bien Cass, lo entiendo pero no están ahí solo por ti, el director se ha dado cuenta de qué tipo de personas ha estado defendiendo —hace una mueca—. Cuando Morgan murió, la escuela nos prohibió hablar del tema pero como Michael es Michael, se rehusó a ello —explica—. A la escuela le importa la imagen y el prestigio o lo que sea, pero a nosotros no. Mira, de verdad estoy feliz que esto suceda, que sea un precedente para futuros intentos de repetir estos tratos.

—Tal vez nada cambie —Janne dice—, en el sentido de, tal vez ellos vayan a la universidad y sigan fastidiando a alguien más pero, hay que intentarlo.

—Y ya no estás sola —Elizabeth asegura—. Vas a estar bien, Cass. No piensen en ellos ahora, piensa en ti.

Escuchamos pasos así que volteamos, Michael se asoma viendo directamente a mí. —Cassandra, necesito que vengas conmigo, el director quiere hablar contigo.

Fue como tomar hielo, todo mi cuerpo perdió su temperatura normal. —Pero, ¿Por qué? Yo…

—Solo quiere escuchar tu versión —Michael me tranquiliza—. Vamos, no te preocupes.

—Ve —Janne asiente—. Nos vemos después.

Elizabeth asiente. —Nos vemos, avísanos si sucede algo.

Ambas caminan al lado contrario, yo miro a Michael. — ¿Qué pasó?

Él hace una mueca. —Bueno, alguien dejó un sobre con varias de esas hojas, en cada una hablaba sobre ellos —me hace una seña para que comencemos a caminar—. La de Marcia, por ejemplo, no decía mucho solo que ella había estado presente cuando planeaban bromas y ese tipo de cosas —explica, cruzamos el pasillo—. La de Louis también decía algo así, pero las de Jason, David, Kelly, Elize y Carmen eran las peores, incluso escribieron en la parte de atrás.

—Pero, ¿Te refieres a que una persona hablo de todos ellos? —él asiente—. Pero, um, yo creo que Rodney conoce a la persona que…

—Fue él —Michael confirma mis sospechas—. Él lo confesó en su hoja, confesó que él había estado presente también y que cuando hacían bromas, solo permanecía en silencio pero nunca intentó realmente detenerlos.

— ¿Lo confesó? —me detengo—. ¿Frente a ellos?

—Sí.

Abro mi boca y tomo aire. —Pero, ¿Por qué haría eso?

Mathew aprieta sus labios unos segundos. —Creo que lo hizo por ti —aclara su garganta—. En realidad, no lo creo. Sé que lo hizo por ti, él me dio una grabación donde se escucha como te dicen que, pues, tú hagas lo que hizo Morgan.

—Eso fue ayer —indico.

Se encoje de hombros. —Creo que Rodney realmente quiere ayudarte pero me sorprende que se incluyera en esto —afirma—. Él no niega lo que ha hecho, está ahí, aceptando el castigo junto con los demás.

Quiero verlo, necesito hablar con él. — ¿Lo expulsaran?

Michael suspira. —No lo sé, primero vamos con el director y luego veremos que sucede.

—Sí —digo—, está bien.

Michael me lleva a la oficina del director, entramos y el olor a madera me llega a la nariz. También el de un desinfectante muy fuerte. Él va con la mujer en el escritorio y luego, abre otra puerta.

Entro a la oficina del director, quien está sentado en una silla ancha y apuntando algo sobre una hoja. Veo que en su escritorio está una pila de hojas, todas sobre las confesiones.

—Muy bien, señorita Orlando —junta sus manos—. Por favor siéntense, tengo que hablar con usted.

Michael me coloca su mano en mi espalda para darme seguridad, voy a la silla frente a él y me siento. —Buenos días —digo.

Coloca su mano sobre las hojas. —Usted conoce a estos alumnos, ¿verdad? —Asiento—. Necesito que usted me diga qué ha sucedido, ¿Quiénes han estado molestándola?

Mi estómago se encoje y mi respiración se acelera. Hacer esto es difícil, tengo todos esos recuerdos de cuando mis padres se enteraron y nada cambió.

¿Y si todo empeora?

—Tu puedes —Michael se acerca a mí—. Dile lo que me has dicho.

Respiro profundo y lo hago. Vuelvo a contar la misma historia, vuelvo a hablar de todos los insultos y todas las veces donde me hicieron sentir pequeña y aislada.

Él me mira en silencio, no puedo descifrar si me cree o si no le interesa nada de esto. Intento que mi tono permanezca lineal, aunque en algunas ocasiones titubeé.

Cuando termino él exhala lentamente, toma una de las hojas y la coloca frente a mí. —Quiero que me diga si alguno de ellos la agredió físicamente.




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