“La vida desde ahora sería diferente porque ya la quiero vivir a mi manera y no a la suya”
16 de septiembre del 2022.
Los Angeles Central Hospital.
—Mama estoy bien, no te preocupes. —dijo Vida mientras se acomodaba en una posición más cómoda en la camilla.
Ya estaba empezando a odiarla, ya se sentía incomoda aunque la habían cambiado unas diez veces en todos esos años. Ya no quería permanecer en ese lugar en el que solo sentía el sol una vez al mes, no conocía a nadie, solo a las enfermeras que cuidaban de ella.
Emma, ella le traía su comida todos los días y la pesaba para ver si había subido de peso, ya que tenía que tener un peso adecuado para no agitarse tanto en las caminatas que hacia unas dos veces por mes. Una fuera del hospital para que tome aire fresco y una caminata en la maquina corredora. Para que ejercite su cuerpo.
Carla, ella le traía todos los días sus medicamentos.
Laura, ella llevaba el control de su corazón por lo que viene cada hora o cada dos horas.
Solo las conocía a ellas, el exterior era algo sumamente desconocido para ella. Su madre prohibió cualquier contacto con el exterior para evitar cualquier cosa que pueda causarle daño bien sea cualquier enfermedad o incluso cualquier chico. Por lo solo va a caminar al patio privado del hospital donde solo personal autorizado va.
Isaac se había retirado ya, pero aun la visitaba cada que podía. Tras la muerte de su esposa él decidió dejar el hospital para así dedicarles más tiempo a sus hijos y a sus nietos. Fue muy fuerte para él, Isaac le dijo que fue una muerte rápida que no sufrió y eso sin duda lo ha ayudado mucho, aunque la extrañe cada día, ella siempre permanecería en su corazón para siempre. Así como siempre le decía:
“El amor no es solo un sentimiento, es una decisión y mi decisión fue amarla para siempre y eso hare, porque el amor verdadero jamás se olvida, siempre perdura en el alma del otro”
—Me preocupo por ti, sabes que tienes que decirme si te sientes mal o si te duele, te conozco muy bien y sé qué prefieres quedarte callada para no decir que te duele. —dijo Eva.
—Mama estoy bien, lo digo enserio si en algún momento me duele el corazón te lo diré a ti o a las enfermeras o presionare ese botón de allí. —señalo el botón rojo que permanecía en el espaldar de la camilla. —o si se acelera más de lo debido esa máquina lo dirá para eso estoy conectada a eso, ¿no?
—Está bien, pero por favor cualquier cosa sabes que puedes llamarme y vendré lo más rápido que pueda. —Vida asintió en respuesta. —Tu padre te extraña mucho, dijo que vendría después de su viaje ha estado muy ocupado últimamente pero sabes lo terco que es, son tan parecidos en ese aspecto. —Eva soltó una pequeña risa al igual que Vida.
Ahora la preocupación iba en aumento, la espera se hace cada vez más infinita, que aunque Vida no lo dijera el dolor en su corazón ya era más fuerte y tenía que inhalar y exhalar incalculables veces en la madrugada, los números se hacían cada vez mas infinitos cada que trataba de calmar su corazón, ya se sentía más débil, ya quería salir de ese hospital donde los días pasaban tan rápido y todo terminaba siendo lo mismo que el día anterior, se acercaba ya su cumpleaños número 17 que al igual que los otros lo terminaría celebrando en el mismo cuarto de siempre, y para hacerlo más difícil lo tenía que pasar sola ya que cae un día jueves, justo cuando no se aceptan visitas. Ya que las visitas son solo dos días por semana. Lunes y miércoles.
Por lo que Eva vino a pasar un día completo con ella, para así recompensar la falta de ese día. Erik no pudo venir ya que esta en un viaje de negocios. Ya nada era igual, con el pasar de los años Eva y Erik se resguardaron en el trabajo para mantener su mente ocupada, ya no son la misma pareja, ya no son la familia feliz que alguna vez fueron.
—Yo también lo extraño mucho, ya hace meses que no lo veo. —suspiro. —pero me alegra que este bien, me gusta verlo feliz y si su trabajo lo hace feliz yo estoy feliz por el al igual que por ti mama. —la miro directo a los ojos y tomo sus manos para unirlas a las suyas. —mama se lo ocupada que es tu vida ahora y sabes que no me gusta que dejes tu vida de lado por mí, yo aquí estoy bien puedes venir cuando estés desocupada y así pasar más tiempo contigo porque sé que justo ahora se te esta acumulando un montón de trabajo y no me vayas a decir que no porque lo sé, ya has revisado ese teléfono como veinte veces ya las conté todas y no, no me molesta porque sé que tienes más prioridades no quiero te enfermes de tanto trabajar y preocuparte por mí, se que ahora todo está más complicado pero saldremos de esto juntos como una familia solo hay que esperar porque así como dice papa:
—Las esperas más largas tienen su recompensa al final. —dijeron al unisonó.
Eva el abrazo fuerte, aun no se podía imaginar su vida sin su princesa, las palabras de Isaac aun rondaban en su mente por las noches, quería a su pequeña de vuelta, la quería feliz, quería que su pequeña conociera todos los castillos que puedan existir, quería a su familia de nuevo.
—Te amo, te amo mucho mi princesa mágica. —susurro Eva entre lagrimas. —siempre serás mi princesa mágica, siempre serás mi niña hermosa aunque tengas ochenta años aun seguirás siendo mi pequeña.
— ¿Mama no crees que ya estoy grande para ser una princesa mágica? —pregunto Vida.
—No, claro que no. Tú siempre serás una princesa mágica. —se separo un poco de ella para mirarla a los ojos, esos ojos color avellana iguales a los de Erik, ese cabello castaño tan perfecto, su cara tan perfecta, Vida era toda la perfección en los ojos de Eva y Erik.
Pasaron las horas y Eva tuvo que irse al momento de recibir una llamada importante de su trabajo, ahora se encontraba sola como siempre, lagrimas de dolor mojaban sus mejillas y ya era momento de empezar la misma rutina de cada noche.