- dime Haruki, ¿Quien eres en realidad?-preguntaba una mujer joven, mientras lo miraba con ojos filosos, llenos de furia.
Ambos se encontraban en un hermoso bosque, en el claro, para ser más específicos, sin embargo ahora sentía mucho temor por aquella mujer, que lo miraba con furia, como si el no recordara algo muy importante.
-¿Que quieres decir?- respondió con firmeza, no iba a dejar que ella supiera, su temor, sentía como si el fuera una presa y esa mujer extraña su depredador, no entendía la razón de como se había enterado de su nombre, ella parecía conocerlo de antes, pero por más que forzara su mente, no podía saber quién era, al verla de nuevo sintió algo de familiaridad, pero siguió sin reconocerla.
-¿Quien eres y como me conoces?- preguntó, no obstante la respuesta no llego de su parte, sino que empezó a rodearlo, como un depredador, que irónico soy la presa pensó. Sin quitarle la mirada, lo rodeaba en búsqueda de cualquier movimiento erróneo para atacar, o así lo sentía Haruki.
Sin embargo mientras la seguía con la mirada, noto al hermoso claro que los rodeaba, era, tan lleno de vida, tan verde, una paleta de colores magnífica escogida por su principal pintora, la naturaleza, sus árboles, tan abundantes de verdes hojas, con frutos tan jugosos, apetecibles que lo llamaban a probar un mordisco, que se pregunto como sería comer alguno.
Sin embargo aquel pequeño segundo de distracción le sirvió a la mujer para posicionarse atrás de su oído a susurrarle palabras que jamás olvidaría, y dejarlo paralizado con solo dos movimientos, mientras solo caía al suave pasto que yacía paciente a su llegada.
- Todo está en tu cabeza, solo tienes que recordar, pronto volverás con todos nosotros.
- Hijo mío
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Editado: 15.04.2024