Amber
—¡Venga que ahora te gano!
Son se ha empeñado en que juegue con él a la play. Lleva un par de días insistiendo y al final la presión ha surgido efecto.
He decidido jugar con él y me ha puesto un juego de pegarse. Cada uno controla un personaje y yo le voy dando al azar a los botones. Me he dado cuenta que si le doy mas rapido mas facil gano. Pero no lo consigo y pierdo todas las partidas que juego hasta que me canso.
—¿Merendamos?
Jugar me ha dado hambre.
—Tengo un trozo de pastel en la nevera. ¿Quieres?
Me pregunta con ojos inocentes.
—Eso ni se pregunta.
Le cojo la mano y me lo llevo a la cocina y espero a que ponga los dos trozos para marcharnos al comedor.
Antes de nada abro el móvil para ver si tengo algún tipo de mensajes pero no tengo nada.
Cierro el móvil y lo dejo en la mesa y comienzo a comer el pastel que está de muerte. Me como medio trozo en dos bocados. Son me mira pero se mantiene callado. Me metro otro trozo a la boca cuando ricino un mensaje de S.U.N que es la nomenclatura de la universidad.
Eso provoca que casi me atragante. Desbloqueo hábilmente el teléfono y me meto al correo. Pero un grito tan fuerte que Son se pone de pie del susto.
—¡Es la universidad! Me han respondido ya.
Me cuesta bastante leer y seguir la conversación al mismo tiempo.
—¿Y bien? —levanta los hombros y pregunta extrañado.
—Me han cogido.
No salgo de mi asombro y casi no puedo creermelo.
—Pero eso es la mejor noticia.
—Siii
Doy saltos de alegría sin llegar a asimilar todo lo que me está pasando.
—Ahora solo falta que te contesten a ti.
—Respecto a eso.
Se hace un silencio demasiado incómodo y me preocupa bastante.
—¿Y bien? —no puedo con esta pausa. Me mira. Le ha cambiado completamente el rictus de la cara. Pocas veces lo he visto así de serio.
—MIentras estuvimos de viaje me llego la respuesta. No quería estropear el viaje. NO me han cogido en Berkeley.
Voy a tener que ir a Arizona. Esto cambia completamente todo.
Berkeley de Stanford estaba a seis horas. Era una distancia grande pero salvable. Ahora esta distancia ha crecido a dieciséis horas.
Ahora vamos a tener que coger avión o tirarnos un día entero en la carretera.
Nuestra idea era vernos los fines de semana pero ahora todo se ha complicado y de que manera.
—Yo lo siento mucho —tiene la mirada puesta en el suelo.
De hecho no ha probado un bocado desde que me ha empezado a contar todo esto.
—De hecho igual no puedo ir a estudiar, necesito encontrar un trabajo y sin vivir allí es complicado. Pero en cuanto pueda te prometo que pido el cambio de expediente.
Igual es a lo que me puedo agarrar.
Si finalmente no se marcha a Arizona se podría venir conmigo a San Francisco. Cruzo los dedos porque así sea aunque suene muy egoísta.
—Esta noche mis abuelos no están. Por si quieres quedarte.
—Su, supongo que no hay problema.
Después de esta desilusión lo que yo más necesito es quedarme con él y si encima podemos dormir juntos mejor aún.
Supongo yo que todo en esta relación no podría salir perfecto. Alguna barrera nos tendríamos que encontrar. El resto de la tarde lo dedicamos para hablar del baile de fin de curso que será dentro de una semana y todo el mundo lo está preparando. El resto de la tarde la dedicamos a ver una película tumbados en el sofá.
—¿Cenamos? —pregunto sin saber muy bien que hay de comer.
—Podemos pedir unas pizzas. Mientras lo dice ya está con el móvil en la mano y viendo que opciones hay.
Yo no me puedo resistir a la tentación y me uno a ello. El repartidor apenas tarda veinte minutos, es lo que a mi me ha dado tiempo a ponerme el pijama de emergencia que me traje aquí. Aunque es uno de los nuevos porque ya sabemos todos que una tiene que ser siempre diba nunca indiba.
Mientras yo me pongo el pijama, Son elige otra película. Finalmente se decide por una de comedia.
Creo que después de la noticia necesito reír.
No me imagino una vida sin él y mucho menos separados por tanta distancia.
Cenamos mientras vemos la película, con la risa callamos todo este mal presagio. Cuando finaliza ambos nos caemos de sueño y vamos como podemos hasta la cama.
Cuando nos tumbamos curiosamente mi sueño ha desaparecido, él ha comenzado a dormir, esta con la boca abierta y abrazado a la almohada. Pero yo no dejo de darle vueltas a la idea de separarme.
¿Y si no encuentras trabajo en Arizona y no quieres venir conmigo?
Estaríamos a más distancia todavía.
Mi cabeza ahora mismo es un arma de destrucción masiva. El cansancio me va venciendo poco a poco.
Sueño con esto mismo, yo estoy en San Francisco y él en Arizona y no consigo hablar con él. Cojo el coche y me presento en diez segundos. Pero cuando llego a su apartamento me encuentro que está con otra chica.
Cuando ocurre eso me levanto sobresaltada. Empapada en sudor y con el pelo pegado a la cara. Ojalá fuese tan corto el viaje en la realidad. Llevo en la mano una camiseta de Son. Huele a él, creo que es a la que llevó ayer por la tarde. Además le ha añadido un poco de la colonia que tanto me gusta.
Me giro y Son no está y se me acelera el corazón, miro a la mesilla para buscar mi móvil y me encuentro una nota.
Es de Son.
“Me he tenido que ir al trabajo, te he dejado el desayuno en la cocina.”
Me levanto y busco las zapatillas de estar por casa de Son. Eso sí que se me ha olvidado traerme aquí.
Salgo para el comedor y hay un auténtico despliegue. Hay un zumo, unas tortitas y bollos y en medio de la mesa hay unas flores en agua con otra nota.
“Para Amber, espero que te guste. Salgo enseguida. Pasa buena mañana. Te quiero”.