Son
Estas últimas semanas he estado demasiado liado buscando un lugar donde quedarme cuando llegue a Phoenix. Con la ayuda de mi abuelo encontré una Fraternidad. No era mi idea ideal pero creo que voy a estar cómodo porque es una Fraternidad de desarrollo de videojuegos con lo que voy a estar agusto. Lo único negativo es que me tengo que involucrar en una de sus proyectos y no se si voy a tener tiempo para ello pero lo pensaré cuando esté allí. Además supongo que será un tiempo. Cuando pueda me cogeré otra cosa.
He preparado todo casi con el tiempo echándose encima mia. En unas horas a la mierda al cretino de mi jefe. Le tenía muchas ganas, eso si fue después de que me pagara.
Pasado mañana empiezo la universidad y va a ser llegar, descansar y correr a empezar el primer día. Aunque se supone que no se va hacer nada quiero ir y empezar con buen pie.
No he visto en estas dos semanas a Amber. Llegué a escribirle un mensaje pero al final lo borré. Creo que me debe una explicación y una disculpa por ello.
Me subo al autobús y me pongo a escuchar un poco la radio. Escucho un programa en el que un hombre le pide matrimonio a su novia tan solo llevan saliendo ocho meses y ya se van a casar. Es como si Amber y yo nos fuéramos a casar. Creo que estamos muy lejos para eso. Además de pedirlo en la radio no sería mi forma de hacerlo. No se me ocurre nada más cursi.
Después de ese hombre escucho unas cuantas bromas que dejan mucho que desear. Tal vez sea porque no tengo los ánimos para ello. Al menos me ameniza el viaje.
Escuchar desgracias ajenas me gusta mucho más de lo que podia llegar a pensar. Tengo un día entero por delante de viaje. Me ha costado mucho despedirme de mis abuelos. Siempre han estado para mi. Espero volver pronto. Me abro un tupper que me ha preparado mi abuela para el viaje para que pueda cenar algo. Está anocheciendo así que voy a cenar ya. Me ha preparado un poco de arroz con pollo.
Después de cenar cierro un poco los ojos. Necesito dormir o cuando llegue allí tendré unas ojeras más grandes que una casa.
Queda poco más de cuatro horas para llegar. Anoche pude dormir unas cuatro horas. No son muchas pero suficientes para no parecer hoy un muerto viviente.
Eso si llevo un hombre encima que me comería cualquier cosa. El conductor paro mientras ya estaba durmiendo y el único lugar donde había algo de comer no cogían tarjetas con lo que llevo con el arroz con pollo de anoche aguantando.
Al fin llegamos, ya es de noche, cojo mi maleta y me dispongo a buscar algo de cenar. Miro en el móvil y observo que hay un McDonalds cerca.
Escojo un menú sencillo pero rápido tengo ganas de llegar a la Fraternidad. Aún me quedan quince minutos de autobús pero no es nada comparado con las veinticinco horas que me he tirado en el otro.
El viaje a la Fraternidad se me ha hecho corto. He ido repasando todas las cosas que tengo que hacer mañana. Aparte de ir al primer día de universidad tengo que pasar por mi nuevo trabajo y después iré a comprarme algo de ropa.
Me he venido con lo justo no querría llevarme mucho pero. El autobús me deja en mitad de un descampado y aun tengo que andar cuatro cuatros metros para llegar al lugar donde voy a vivir provisionalmente. Todo este recinto a medida que voy andando me va pareciendo más y más sofisticado. Está todo demasiado cuidado. Llego a la fraternidad. Es una gran casa de madera con decenas de habitaciones que se aprecian desde el exterior.
Parece más un hotel que otra cosa. Llama a la puerta, está todo demasiado tranquilo, me abre un chico con gafas con aparente falta de higiene, esta persona necesita una ducha. Ahora comprendo porque todo está tan tranquilo, se lo ha cargado con su olor corporal.
—¿Te puedo ayudar en algo?
Si, date una ducha.
—Si, soy el nuevo alumno universitario. Querría saber dónde está mi habitación.
—De acuerdo, te enseño el lugar.
Madre mía voy a batir el récord Guinness de acnea como este tío me quiera enseñar todo. Me enseña la sala estudio que está completamente desértica y los huecos que tenemos cada uno en la cocina. Lo que me gusta es que cada uno tenemos una pequeña nevera en la habitación. Lo que menos es que el baño es compartido y espero que este no sea el más limpio del lugar.
Me enseña la habitación, es bastante amplia. Tiene una cama de matrimonio, un escritorio y un armario empotrado.
—¿Y la gente? —le pregunto después de llevar veinte minutos aquí y no ver a nadie más.
—Están de vacaciones, la gente se incorpora más tarde.
—Oh —me sale decir.
—Me llamo Mateo. ¿Y tú?
—Soy Son.
—Encantado, bueno yo voy a darme una ducha.
Mis fosas nasales lo agradecen. Me sale una pequeña lágrima del ojo que enseguida me seco. Le muestro una sonrisa y se marcha.
Yo aprovecho para tumbarme en la cama. Aquí voy a morir yo hoy. Saco el tupper que me ha dado mi abuela y me voy a lavarlo, por el camino aprovecho para llamar a mis abuelos para que sepan que he llegado bien.
Me pregunto cómo estará Amber. Dudo un segundo en mandarle un mensaje pero al final cierro el móvil como en las últimas semanas.
Después de lavarlo me marcho a mi cuarto, este sitio está desertico y lo último que me hace falta es encontrarme a otro friki como Mateo.
De nuevo me tumbo en la cama y repaso mentalmente todo lo que ha dado de sí el día. Mañana tengo media hora de autobús hasta la universidad. Menos mal que hay un autobús directo. Cierro los ojos y me dejo llevar.
Abro lentamente los párpados que me pesan como si llevasen pesas. Es completamente de día. enseguida caigo en la cuenta de que me dormí anoche sin poner alarma.
Como un lince pongo los pies en el suelo y voy a comprobar que hora es. Queda cinco minutos para que pase el autobús. Anoche me quedé dormido con la ropa puesta. No me da tiempo a cambiarme. Me echo un poco de colonia. Compruebo que no huela mucho.